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como hermanos

  • 1 подбор

    подбо́р
    (отбор) elekto;
    как на \подбор unu pli bonas ol la alia, kvazaŭ speciale elektitaj.
    * * *
    м.
    1) ( выбор) elección f, selección f

    подбо́р ка́дров — selección de cuadros (del personal)

    2) ( коллекция) colección f
    3) ( сочетание) combinación f
    ••

    как на подбо́р — como dos gotas, como hermanos gemelos

    в подбо́р полигр.poner de seguido (sin párrafo)

    * * *
    м.
    1) ( выбор) elección f, selección f

    подбо́р ка́дров — selección de cuadros (del personal)

    2) ( коллекция) colección f
    3) ( сочетание) combinación f
    ••

    как на подбо́р — como dos gotas, como hermanos gemelos

    в подбо́р полигр.poner de seguido (sin párrafo)

    * * *
    n
    1) gener. (âúáîð) elección, (êîëëåêöèà) colección, (ñî÷åáàñèå) combinación, regazo
    2) eng. igualación
    3) econ. ajustamiento, selección

    Diccionario universal ruso-español > подбор

  • 2 just

    I
    adjective
    1) (right and fair: not favouring one more than another: a fair and just decision.) justo
    2) (reasonable; based on one's rights: He certainly has a just claim to the money.) justo
    3) (deserved: He got his just reward when he crashed the stolen car and broke his leg.) merecido
    - justness
    II
    adverb
    1) ((often with as) exactly or precisely: This penknife is just what I needed; He was behaving just as if nothing had happened; The house was just as I'd remembered it.) exactamente
    2) ((with as) quite: This dress is just as nice as that one.) exactamente
    3) (very lately or recently: He has just gone out of the house.) acabar de, ahora mismo, hace un momento
    4) (on the point of; in the process of: She is just coming through the door.) en este momento
    5) (at the particular moment: The telephone rang just as I was leaving.) justo, en el mismo instante/momento en que
    6) ((often with only) barely: We have only just enough milk to last till Friday; I just managed to escape; You came just in time.) a penas
    7) (only; merely: They waited for six hours just to get a glimpse of the Queen; `Where are you going?' `Just to the post office'; Could you wait just a minute?) sólamente
    8) (used for emphasis, eg with commands: Just look at that mess!; That just isn't true!; I just don't know what to do.) ¡pero!; de verdad
    9) (absolutely: The weather is just marvellous.) absolutamente
    - just now
    - just then

    just1 adj justo
    just2 adv
    1. justo / exactamente
    2. justo
    3. por poco
    4. sólo
    tr[ʤʌst]
    1 (fair) justo,-a
    2 (justifiable) fundado,-a, justificado,-a
    3 (deserved) merecido,-a
    \
    SMALLIDIOMATIC EXPRESSION/SMALL
    to get one's just desserts llevar su merecido
    ————————
    tr[ʤʌst]
    1 (exactly) exactamente, precisamente, justo
    2 (only) solamente, sólo
    just a moment, please un momento, por favor
    no sugar for me, please, just milk no quiero azúcar, gracias, sólo leche
    don't worry, it's just a scratch! ¡no te preocupes, no es más que un rasguño!
    3 (barely) apenas, por poco
    4 (right now) en este momento
    5 (simply) sencillamente
    we could just stay here and wait for her pues, sencillamente podríamos quedarnos aquí y esperarla
    just shut up, will you? ¡cállese, por favor!
    8 familiar (really) realmente, verdaderamente
    phrase to have just + pres part
    1 acabar de + infin
    \
    SMALLIDIOMATIC EXPRESSION/SMALL
    just about prácticamente
    just as well menos mal
    just in case por si acaso
    just like that! ¡sin más!
    just so (tidy) ordenado,-a, arreglado,-a 2 (as a reply) sí, exactamente
    just then en ese momento
    just the same (not different) exactamente igual 2 (nevertheless) sin embargo, no obstante
    just the thing justo lo que hacía falta
    just ['ʤʌst] adv
    1) exactly: justo, precisamente, exactamente
    2) possibly: posiblemente
    it just might work: tal vez resulte
    3) barely: justo, apenas
    just in time: justo a tiempo
    4) only: sólo, solamente, nada más
    just us: sólo nosotros
    5) quite: muy, simplemente
    it's just horrible!: ¡qué horrible!
    6)
    to have just (done something) : acabar de (hacer algo)
    he just called: acaba de llamar
    just adj
    : justo
    justly adv
    adj.
    debido, -a adj.
    derecho, -a adj.
    entero, -a adj.
    equitativo, -a adj.
    justiciero, -a adj.
    justo, -a adj.
    lícito, -a adj.
    recto, -a adj.
    sólo, -a adj.
    adv.
    apenas adv.
    casi no adv.
    justamente adv.
    justo adv.
    no más que adv.
    recién adv.
    sólo adv.

    I dʒʌst
    adjective <decision/person> justo

    II
    1)

    she's just left — se acaba de ir, recién se fue (AmL)

    she'd only just finished — acababa de terminar, recién había terminado (AmL)

    just recently I've begun to notice that... — últimamente he empezado a darme cuenta de que...

    b) (now, at the moment)
    2)
    a) ( barely) justo

    I just missed himno lo vi por poco or por apenas unos minutos

    b) ( a little)

    just above the kneejusto or apenas encima de la rodilla

    3)
    a) ( only) sólo

    I'll be with you in just a momentenseguida or en un segundo estoy con usted

    there's just one left — queda sólo uno, queda uno nomás (AmL)

    just a moment, you're confusing two issues there — un momento: estás confundiendo dos problemas distintos

    she was just three when her father diedtenía apenas or sólo tres años cuando murió su padre

    would you like some more? - just a little, please — ¿quieres más? - bueno, un poquito

    b) ( simply)

    that's just gossip — no son más que chismes, son puros chismes (fam)

    they're just friends — no son más que amigos, sólo son amigos

    just because he's famous doesn't mean he can be rude — (colloq) el hecho de que sea famoso no le da derecho a ser grosero

    4)
    a) (exactly, precisely)

    it's just what I wantedes justo or precisamente or exactamente lo que quería

    b) ( equally)

    just leave it here — déjelo aquí, déjelo aquí nomás (AmL)

    regret it? don't I just! — ¿que si me arrepiento? si me arrepentiré...!

    just you wait, you little rascal! — ya vas a ver, bandido!

    just go away, will you? — mira, vete, hazme el favor

    6)

    it's just that... — lo que pasa es que...

    7)

    just about: I've just about finished now casi he terminado, prácticamente he terminado; did you get enough to eat? - just about — ¿te dieron bastante de comer? - más o menos


    I [dʒʌst]
    1. ADJ
    1) (=fair) [person, system] justo

    as is only just — como es justo, como es de razón

    2) (=deserved) [praise, reward] merecido; [punishment] apropiado, justo
    3) (=justified) [complaint, criticism] justificado; [opinion] lógico; deserts
    4) (=accurate) [account] correcto; [assessment] correcto, exacto
    2.
    NPL

    II
    [dʒʌst]
    ADVERB
    a) (=at this moment) ahora mismo

    I'm just coming! — ¡ya voy!

    "have some tea!" - "actually, I was just going" — -tómate un té -en realidad ya me iba

    b) (=at that moment) justo
    c) (=recently, a moment ago)

    we were just talking about thatprecisamente or ahora mismo estábamos hablando de eso

    just cookedrecién hecho

    it's just gone 10 o'clock — acaban de dar las diez

    to have just done sth — acabar de hacer algo

    the book is just outel libro acaba de salir

    it's just past 10 o'clock — acaban de dar las diez

    d) (in expressions specifying "when")

    just after I arrived — poco después de mi llegada

    just as I arrived — justo cuando yo llegaba

    just as it started to rain — justo cuando empezó a llover, en el momento en que empezó a llover

    just before I arrived — poco antes de mi llegada

    I saw him just this minutelo he visto hace un momento

    just at that momenten ese mismo momento or instante

    just this morningesta misma mañana

    just when it was going well... — precisamente or justamente cuando iba bien...

    just yesterdayayer mismo

    "are you leaving?" - "not just yet" — -¿te vas? -aún or todavía no

    now 1., 6), recently, then 1., 1)
    2) (=barely) por poco

    I (only) just caught it — lo alcancé por un pelo, por poco lo pierdo

    we had just enough money — teníamos el dinero justo

    he missed the train, but only just — perdió el tren, pero por poco

    he passed, but only just — aprobó pero por los pelos

    we arrived just in time — por poco no llegamos, llegamos justo a tiempo

    3) (=slightly)

    just over/ under two kilos — un poco más de/menos de dos kilos

    it's just over/under two kilos — pasa de/no llega a los dos kilos

    just to the left/right — un poco más a la izquierda/derecha

    4) (=exactly) justo, exactamente

    it's just my sizees justo or exactamente mi talla

    it's just the samees justo or exactamente igual

    just here/there — aquí/ahí mismo

    just behind/in front of/next to etc — justo detrás/delante de/al lado de etc

    it cost just (on) £20 — me costó veinte libras justas

    that's just it! — ¡ahí está! *, ¡esa es la cuestión!

    he's just like his father — (physically, in behaviour) es idéntico a su padre

    that's just like him, always late — es típico (de él), siempre llega tarde

    they have their problems just like the rest of us — tienen sus problemas, exactamente igual que el resto de nosotros

    I can't find £1,000 just like that — no puedo conseguir mil libras así sin más

    that's just the point! — ¡ahí está! *, ¡esa es la cuestión!

    he likes everything just so *le gusta que todo esté perfecto

    it's just what I wanted — es justo or precisamente lo que quería

    that's just what I thoughteso es justo or precisamente lo que pensé

    just what did he say? — ¿qué dijo exactamente?

    just what are you implying? — ¿qué es exactamente lo que estás insinuando?

    luck, right 1., 2)
    5) (=only) solo, sólo, nomás (LAm)
    In the past the standard spelling for solo as an adverb was with an accent (sólo). Nowadays the Real Academia Española advises that the accented form is only required where there might otherwise be confusion with the adjective solo.

    they were just 15 when they got marriedtenían solo or nada más 15 años cuando se casaron

    he's just a lad — no es más que un chaval, es solo un chaval

    don't take any notice of her, she's just jealous — no le hagas ni caso, lo que está es celosa or lo que pasa es que está celosa

    it's just around the corner — está a la vuelta de la esquina

    I just asked!hum ¡preguntaba nada más!

    just a few — solo unos pocos, unos pocos nada más

    just a little — solo un poco, un poco nada más

    just once — una vez nada más, solamente or solo una vez

    it's just over there — está ahí mismo

    he's just teasing — solo está bromeando, está bromeando, nada más

    just this once — solo esta vez

    we went just to see the museum — fuimos solo para ver el museo

    just the two of us — los dos solos, solo nosotros dos

    I just wanted to say that... — solo quería decir que...

    friend, note 1., 3)
    6) (=simply) sencillamente

    I'm just phoning to remind you that... — solo llamo para recordarte que...

    it's just one of those things *son cosas que pasan

    it's just that I don't like it — lo que pasa es que no me gusta

    I just thought that you would like it — yo pensé que te gustaría

    because 1., imagine 2), wonder 2.
    7) (=specially) solo, sólo

    I did it just for you — lo hice solo por ti

    8) (=conceivably)

    it's an old trick, but it could just work — es un viejo truco, pero puede que funcione

    just astan

    just let me get my hands on him! * — ¡cómo lo coja!, ¡con que lo agarre! (LAm)

    just listen to that rain! — ¡escucha or fíjate cómo llueve!

    just listen a minute, will you? — ¡escúchame un momento!, ¿quieres?

    just look at this mess! — ¡fíjate qué desorden!

    just wait a minute! — ¡espera un momento!

    just you wait, he'll come sure enough — (reassuringly) espera hombre, ya verás cómo viene

    just (you) wait until I tell your father (threateningly) ya verás cuando se lo cuente a tu padre, espera (nomás (LAm)) a que se lo cuente a tu padre

    just you do! *

    just you try it! *

    just you dare! * — ¡inténtalo si te atreves!

    "that dress is awful" - "isn't it just?" * — -ese vestido es francamente horrible -¡y tanto!

    we're managing just finenos apañamos perfectamente

    it's just perfect! — ¡es absolutamente perfecto!

    plain 1., 3)

    I can just hear the roars of laughter — me puedo imaginar muy bien or perfectamente las carcajadas

    I can just imagine her reaction — me imagino muy bien or perfectamente su reacción

    I can just see her face if I told her — me puedo imaginar muy bien or perfectamente la cara que pondría si se lo dijese

    just about, I've just about finished this work — estoy a punto de terminar este trabajo

    I've just about had enough of this noise! * — ¡estoy ya más que harto de este ruido!

    come just as you are — ven tal como estás

    just as I thought! — ¡ya me lo figuraba or imaginaba!, ¡lo que yo me figuraba or imaginaba!

    just in casepor si acaso

    just in case it rains — por si acaso llueve, por si llueve

    I've prepared some extra food, just in case — he preparado comida de más, por si las moscas * or por si acaso

    just a minute!, just one moment!(=coming) ¡un momento, por favor!, ¡voy!

    just a minute, I don't know if I agree with that... — un momento, no sé si estoy de acuerdo con eso...

    just the same, I'd rather... — de todas formas, prefiero...

    that's just too bad! — iro ¡qué lástima!, ¡qué mala pata! *

    it's just as wellmenos mal

    I wasn't expecting much, which was just as well — no esperaba mucho, y menos mal

    happen, soon
    * * *

    I [dʒʌst]
    adjective <decision/person> justo

    II
    1)

    she's just left — se acaba de ir, recién se fue (AmL)

    she'd only just finished — acababa de terminar, recién había terminado (AmL)

    just recently I've begun to notice that... — últimamente he empezado a darme cuenta de que...

    b) (now, at the moment)
    2)
    a) ( barely) justo

    I just missed himno lo vi por poco or por apenas unos minutos

    b) ( a little)

    just above the kneejusto or apenas encima de la rodilla

    3)
    a) ( only) sólo

    I'll be with you in just a momentenseguida or en un segundo estoy con usted

    there's just one left — queda sólo uno, queda uno nomás (AmL)

    just a moment, you're confusing two issues there — un momento: estás confundiendo dos problemas distintos

    she was just three when her father diedtenía apenas or sólo tres años cuando murió su padre

    would you like some more? - just a little, please — ¿quieres más? - bueno, un poquito

    b) ( simply)

    that's just gossip — no son más que chismes, son puros chismes (fam)

    they're just friends — no son más que amigos, sólo son amigos

    just because he's famous doesn't mean he can be rude — (colloq) el hecho de que sea famoso no le da derecho a ser grosero

    4)
    a) (exactly, precisely)

    it's just what I wantedes justo or precisamente or exactamente lo que quería

    b) ( equally)

    just leave it here — déjelo aquí, déjelo aquí nomás (AmL)

    regret it? don't I just! — ¿que si me arrepiento? si me arrepentiré...!

    just you wait, you little rascal! — ya vas a ver, bandido!

    just go away, will you? — mira, vete, hazme el favor

    6)

    it's just that... — lo que pasa es que...

    7)

    just about: I've just about finished now casi he terminado, prácticamente he terminado; did you get enough to eat? - just about — ¿te dieron bastante de comer? - más o menos

    English-spanish dictionary > just

  • 3 Будто из одной плахи вытесаны.

    1) Como hermanos siameses.
    2) Como tallados del mismo tronco.

    Русские пословицы и поговорки и их испанские аналоги > Будто из одной плахи вытесаны.

  • 4 Bruder

    'bruːdər
    m
    Bruder ['bru:dɐ, Plural: 'bry:dɐ]
    <-s, Brüder>
    1 dig (Verwandter) hermano Maskulin; mein großer/kleiner Bruder mi hermano mayor/menor
    3 dig (umgangssprachlich) (abwertend: Kerl) tipo Maskulin
    1. [Geschwister] hermano masculino
    3. [Mönch] hermano masculino

    Deutsch-Spanisch Wörterbuch > Bruder

  • 5 wayqechakuy

    v. Hermanarse entre varones. || fam. Emparentarse o hacerse amigos como hermanos.

    Diccionario Quechua-Espanol > wayqechakuy

  • 6 confraternizar

     v. tr. ligar, unir como hermanos, hermanar.

    Diccionario Portugués-Español > confraternizar

  • 7 diandi

    Alianza, pacto, convención, aminstad.
    Para hacer diandi dos Bagobos suelen regarlarse mutuamente armas y otras alhajas de su uso, y si lo hacen con juramento, usan la fórmula de cortar el bejuco. Mientras se guarda fielmente el pacto se tratan como hermanos, y protejen mutuamente.

    Diccionario Bagobo (Giangan) - Español > diandi

  • 8 both

    bouƟ
    adjective, pronoun
    (the two; the one and the other: We both went; Both (the) men are dead; The men are both dead; Both are dead.) ambos
    both1 adj pron ambos / los dos
    both2 adv a la vez
    both... and tanto... como
    tr[bəʊɵ]
    1 ambos,-as, los dos, las dos
    1 ambos,-as, los dos, las dos
    both of us nosotros,-as dos
    both of you vosotros,-as dos
    both of them los dos, las dos, ambos,-as
    1 a la vez
    \
    SMALLIDIOMATIC EXPRESSION/SMALL
    both... and tanto... como
    both ['bo:ɵ] adj
    : ambos, los dos, las dos
    both books: ambos libros, los dos libros
    both conj
    : tanto como
    both Ana and her mother are tall: tanto Ana como su madre son altas
    both pron
    : ambos m, -bas f; los dos, las dos
    adj.
    ambos adj.
    entrambos adj.
    los dos adj.
    pron.
    ambos pron.
    entrambos pron.
    los dos pron.

    I bəʊθ
    adjective ambos, -bas, los dos, las dos

    both the girls live nearbyambas or las dos chicas viven cerca


    II
    a) ambos, -bas, los dos, las dos

    both of them wanted to golos dos or ambos querían ir

    b) (after n, pron)

    III

    both... and...: both Paul and John are in Italy tanto Paul como John están en Italia, Paul y John están los dos en Italia; both young and old will enjoy this movie esta película les gustará tanto a los niños como a los mayores; she both wrote and played the music — compuso y tocó la música ella misma

    [bǝʊθ]
    1.
    ADJ ambos(-as), los/las dos

    both (the) boyslos dos or ambos chicos

    2.
    PRON ambos(-as) mpl/fpl, los(-las) dos mpl/fpl

    both of us — nosotros dos, los dos

    they were both there, both of them were there — estaban allí los dos

    3.

    both you and I saw it — lo vimos tanto tú como yo, lo vimos los dos

    BOTH Pronoun and adjective ► When both is a pronoun or an adjective you can usually translate it using los/las dos:
    We're both climbers, Both of us are climbers Los dos somos alpinistas
    I know both of them
    I know them both Los conozco a los dos
    Both (of the) sisters were blind Las dos hermanas eran ciegas ► Alternatively, in more formal speech, use ambos/ambas:
    We both liked it Nos gustó a ambos
    Both (of the) regions are autonomous Ambas regiones son autónomas NOTE: Don't use the article with ambos.
    "both... and" ► Both... and can be translated in a variety of ways, depending on what is referred to. If it relates to two individuals, you can usually use the invariable tanto... como. Alternatively, you can often use los/las dos, though this may involve changing the syntax:
    Both Mary and Peter will be very happy here Tanto Mary como Peter van a ser muy felices aquí, Mary y Peter van a ser los dos muy felices aquí
    Both Mike and Clare could see something was wrong Tanto Mike como Clare veían que algo iba mal ► When talking about two groups or things use tanto... como or, if both... and is equivalent to "at one and the same time", use a la vez:
    The course is directed at both piano and violin teachers El curso está dirigido a profesores tanto de piano como de violín, El curso está dirigido a la vez a profesores de piano y de violín ► Tanto... como can also be used with adverbs:
    He was a weak man both physically and mentally Era un hombre débil, tanto física como mentalmente When adverbs ending in - mente are linked together with a conjunction as here, only the last retains the -mente.
    When both... and relates to verbs, you can usually use y además:
    He both paints and sculpts Pinta y además hace esculturas ► Use a l a vez to comment on descriptions which are both true at the same time:
    The book is both interesting and depressing El libro es interesante y deprimente a la vez For further uses and examples, see main entry
    * * *

    I [bəʊθ]
    adjective ambos, -bas, los dos, las dos

    both the girls live nearbyambas or las dos chicas viven cerca


    II
    a) ambos, -bas, los dos, las dos

    both of them wanted to golos dos or ambos querían ir

    b) (after n, pron)

    III

    both... and...: both Paul and John are in Italy tanto Paul como John están en Italia, Paul y John están los dos en Italia; both young and old will enjoy this movie esta película les gustará tanto a los niños como a los mayores; she both wrote and played the music — compuso y tocó la música ella misma

    English-spanish dictionary > both

  • 9 carraca

    Carraca, esta palabra significa comida, condimentos, conquivus, (cacharros, etc.). Cuando íbamos a llindiar el ganáu disdi ‘l albiar el díe fasta que tapecíe, (cuidar el ganado desde el amanecer hasta el oscurecer) llevábamos la carraca nun cabaxín, zurronacu ou cestacu cualquier, (cabás, zurrón o cualquier otro cesto). Les muyeres baxaben al merquéu ya traíen la carraca pa toa la xemana. (Las mujeres bajaban al mercado y compraban si tenían dinero lo que se necesitase en la casa para toda la semana). Carraca tamén lu ye lu que lus vaqueirus chebaban disdi la teixá pal sou cabanu ou corte de la braña, dunde a lu mexor taben un fatáu de díes xin baxar a l'aldina, per ístu llebaben un carracáu de couxes que ñecexitaben. (Carraca también es lo que los vaqueros llevaban desde casa para sus cabañas del puerto, las morteras o los prados, donde a lo mejor estaban unos días sin bajar a la aldea, por esto subían muchas cosas que necesitaban y no todas eran para comer sino que algunas eran simples cacharros, o humildes mantas. Y carraca hermanos míos, era la que hacía mi madre y todas las vindas de los rojos, cuando todas las semanas iban a visitar a sus maridos a la Cárcel Modelo de Oviedo, como por las demás no puedo hablar, porque yo no sé cómo se arreglaban las pobrecitas, aunque me supongo que muchas hasta pidiendo limosna, sí que lo puedo hacer de mi madre, que todos los martes era el día que tenía de comunicación, y ella nunca sabía si le iba encontrar vivo, porque por aquellos tiempos fechus de llágrimes ya xufriencies, tous lus díes na carxel d'Uviéu achuquinaben cambrionáus enteirus de xóvenes astures y'anxina d’ista maneira tan achuquina, encalducá per prexones xin concencia, nin dinidá nin «Xusticia Humana», fexérun bon amagüestu de toes les xuventúes roxes d'Asturies, ya les pouques que nun achuquinarun llantárunlas nus batallones de trabayadores, dunde munchus morrierun achindi fartus de fames, de llatigazus ya vexaciones, ya lus oitres que xuerti tubieren de golguer pa la sou teixá, fexérunlu mamplenáus d'amollexíes que per mor d'echus tamén fatáus morrieron. Falaba you que carraca yera lu que miou má le chevaba ‘l miou pá tous lus martes a la carxel, que you nun séi lu que yera, perque na nuexa teixá nun había esconxolancia de nagua, peru lu que fora écha llantábalu tou nuna fardelaca, ya colaba na xuntura d'oitres muyeres de l'allina camín d'Uviéu tres ou catru gores endenantes qu’almaneciera, pos teníen qu'espatuxar alrreór de cuarenta quilómetrus andandu ya oitres tantus pa la regolguía, pos entoncenes nun valía faer el auto-stop que güéi se fae, perque tous lus cambriones ya coches cuaxi yeren millitares, y'angunus oitres yeren de lus drechistes, ya lus roxus nun teníamus namái que goxetáus mexeries, ya manegáus de miéu ‘l nuexu hermenu ‘l venceor, perque lus nuexus homes morrieran lluchandu nel frinti, ya lus oitres taben arretrigáus per les cárxeles dunde poucu a poucu lus achuquinaben ou lus esclavizaben nus batallones de trabayaóres, anxina yera que tou Asturies taba xemada de viudes, de vieyus ya de guaxiquinus güerfaninus, que tous nuexóitres, viétchus, muyeres ya nenus de lus roxus, díbamus ser esclavizáus inhumanamente baxu 'n enfernal xugu que nun nus dexaba más llibertá que la que nel xuenu cheldábamus. —Ya n'agora vou xebrame del trabayu d'enfilerar pallabres p'encalducalus cuamigu dientru d’ista hestoria dou tán lus raigones ya l'escola de nuexes costumes ya llingua. TRADUCCIÓN.—Por aquellos tiempos hechos de lágrimas y de grandes sufrimientos, todos los días que el Hacedor alumbraba, en la cárcel de Oviedo asesinaban camiones enteros de jóvenes astures, y así de esta manera tan despiadada y asesina, llevada a cabo por personas sin conciencia, ni dignidad ni ninguna clase de «Justicia Humana», llevaron a término casi el total exterminio de las juventudes rojas de Asturias, y las pocas que no asesinaron, las esclavizaron en los famosos batallones de trabajadores, donde muchos allí murieron hartos de hambre, de vejaciones y latigazos, y los pocos que tuvieron la suerte de volver a sus hogares, lo hicieron llenos de enfermedades que por mor de ellas también murieron bastantes. —Decía yo que carraca también era lo que mi madre le llevaba todos los martes a mi padre a la cárcel, que yo no sé lo que pudiera ser, porque en nuestra casa no había ninguna cosa de nada, pero lo que fuese ella lo metía dentro de una saca y marchaba en unión de otras mujeres de la aldea camino de Oviedo tres o cuatro horas antes que amaneciese, pues tenían que caminar alrededor de cuarenta quilómetros y otros tantos de retorno y todos los hacían andando, pues no servía hacer el auto-stop que hoy se hace, porque todos los camiones y coches casi eran militares, y algunos otros que había eran de los derechistas, pues los izquierdistas no teníamos nada más que grandes cantidades de miseria, así como de miedo a nuestro hermano el vencedor que jamás se portó nada bien con nosotros, porque nuestros hombres habían muerto en el frente, y los otros estaban presos en las cárceles, donde poco a poco les iban asesinando, o los esclavizaban en los campos de concentración o batallones de trabajadores, así era que toda Asturias estaba sembrada de viudas, de viejos y de niños huérfanos, que todos nosotros, viejos, mujeres y niños de las izquierdas, íbamos a ser esclavizados inhumanamente bajo el infernal yugo que no nos dejaba más libertad que la que en el sueño hacíamos. Y ahora me voy alejar del trabajo de poner en orden las palabras en este diccionario, para llevarles conmigo a los lugares donde yo he aprendido la dulce lengua de Asturias, que no es otro lugar que la escuela donde vivían las raíces y costumbres de Nuestro Pueblo, pues no se pueden buscar nuestras falancias en ningún otro lugar ni parte. Por esto les digo ahora, que si yo no hubiese vivido tan simple, sencilla, pobre, miserable, esclavizadora y dentro de la más natural de la «RAIZ ANCESTRAL DE ASTURIAS», ni yo ni nadie podría legarle a mi «AMADA ASTURIAS» ni a sus «HIDALGAS GENTES», la documentación pura, natural y sencilla que pueda tener este diccionario, porque desde estas mis simples líneas y mirándome muy mucho de lo que digo, les afirmo que hay muy poco fiable por no decir nada, escrito de nuestras costumbres y lengua. «DIES D’ENFERNU» (DÍAS DE INFIERNO) —Yera you 'n zaragoletu, 'n guaxiquín, un nenacu, 'n rapacín (un niño de unos ocho años), cundu la ñecexidá más prieta me fexera depriender lu que yera ‘l dollor, la xufriencia, l’inxusticia, lu pior qu'el Home pudiés encaldar d'enría lus sous xemexantes, you yera ún de lus miles d'anxelinus de miou Tierra que diba faer arroxaúra nel vivir d’ enfernu que m’aguardaba. Xin, fatáus de güérfanus lu mesmu que you, que güéi nel díe xuntu con nuexes familias, ente fius, ñetus, ya tou ‘l andecháu de parantela xomus más de la metá de les xentes d'Asturias, peru naquechus tempus d'achuquinus ya inxusticies nun yéramus namái qu'unus guaxiquinus dexamparáus de la man del Faidor ya del Home, ya tous noxóitres tubiemus que catanus el xustentu de fatáus de maneires diferientes, la miou per exemplu fó'ísta. COLOCOUME MIOU Má de cabrieru na teixá d'un amu baldrayu y atuñáu, llabascu y'achuquín tan solu per que me diera de comer ya me vistiera dalgu, peru ‘l condenáu matábame de fame, ya la vestimenta que punxu d'enría ‘l miou llombu conxistía nun calzáu que la metá ‘l tempu espatuxaba con las patas arregañás, apaxiétchau con unus fatucus tous esgacicáus que per tous lus lláus diben les mious carnis al entestate, acaniláes per el callor ya ‘l fríu en tou ‘l tempu. —Tenía yo aproximadamente ocho años de edad cuando me asesinaron a mi padre, y me recuerdo con toda exactitud cómo la ley de aquel tiempo llevó a cabo tan imperdonable, deshumanizante y vandálica felonía. —Nuna nuétche (una noche) llegaron a la casa de unos tíos míos que en mi aldea vivían y donde mis padres y yo nos refugiamos al término de la guerra en Asturias cuatro desalmados, cuatro bandoleros, cuatro inmundicias humanas, que escudados tras de sus armas empuñadas, representaban l'enñordiada Lley (LA SUCIA LEY) que en aquellos tiempos a la Justicia traicionaba, cuento yo, que aquellos cuatro merucus (gusanos), atemorizando e insultando a toda mi familia, detuvieron a mi padre, le amarraron como a la bestia que se lleva al matadero y se lo intentaron llevar de la casa, sin que mis tíos, (y la cosa no era para menos), intentasen pronunciar asustados como se encontraban ni la más mínima palabra de súplica o protesta. Pero mi madre no les secundó, sino que bravamente intentó defender al sou home (a su marido) no sólo con la palabra, que mi madre la tenía d'aguxa lu mesmu qu’un bon obreiru (de afilada lo mismo que un buen aguijón), sino que temerariamente se abalanzó sobre ellos y fuele preciso a uno de aquellos cobardes y desalmados representantes de la deshumanizada ley que corría en aquellos tiempos, de propinarle varios golpes con la pistola, dejándola mal herida y ensangrentada, tirada en el suelo con el conocimiento perdido. Mientras que aquellos bandidos, se llevaban a mi padre sin permitirle que de mi se despidiera, y tan solamente le he podido ver por última vez, tres les rexes de la cárxel d'Uvieu 'n die 'ndenantes que l'achuquinaren. (Detrás de las rejas de la cárcel de Oviedo, un día antes de que le asesinasen). Pronto mi madre y yo, llenos de la más desolante de las tristezas, y vestidos con el traje de las más indigentes miserias y pobrezas, nos marchamos de la casa de mis tíos y nos asentamos en la abandonada, vieja y destartalada casa de mi abuela. Y sin muebles, ni nada, los dos juntos, como grandes e indomables luchadores que hemos sido siempre, dimos comienzo sin desfallecer ni un momento, a la dura lucha por la vida, sin que nadie jamás nos ayudara. Empecé a ganarme la vida como pastor, a la corta edad de que cualquier niño sólo pensaría en jugar, comer cuando tuviese hambre y recibir de continuo montones de caricias y de amor, yo sin embargo, a pesar de no poseer nada de todas estas maravillosas cosas, era en extremo a mi manera feliz. Marchaba todas las mañanas con mi ganado al monte, donde permanecía todo el día, tan sólo con la compañía que me brindaba mi fiel y siempre por mí con cariño recordado Pelayu, que era un perro, de una inteligencia y sentimientos, que más bien que un chuchu (perro), parecía aquel singular animal un ser humano. Luego por las tardes, cuando el sol se escondía por detrás de las altas cumbres, retornaba feliz a la aldea, siempre lleno de contentura, cantando las más de las veces, amenizado por el potente tañir del zumbiétchu (cencerro) que llevaba colgado al cuello el semental del rebaño. Una mañana como tantas otras me encaminé con mi rebaño al monte y seria como a la media tarde cuando a la entrada de una cueva que se asentaba en un lugar casi inaccesible me encontré medio enterrado con las piedras y la escasa tierra que hacían la reducida plataforma de la portada de la caverna, un pequeño aro de oro, yo he tenido por así decirlo desde mi infancia la inmensa suerte de poseer una imaginación tan inmensamente dislocada, que por tal solían decirme mis vecinos, que era yo el rey de las mentiras, así como el más hábil inventor de endemoniados cuentos. El caso era, que aquel misterioso anillo abandonado a tan larga distancia de mi aldea y en lugar tan argutosu (estrecho, alto, inaccesible), hiciéronme presto pensar, que aquella joya no había llegado a tal escondrijo por sí sola, sino que desde luego alguien la había traído. En el momento mi imaginación desbordante de una alegría que no encontraba un fin para frenarla, comenzó a fomentar sin el menor titubeo la fantástica idea de que en el interior de aquella caverna debía de encontrarse un tesoro de preciosas joyas y valorativas monedas, y quién le había ocultado sabe Dios cuando, seguramente habría perdido aquel anillo que por casualidad yo encontrara. Así pues, ya firmemente convencido, adentreme temerariamente sin el menor temor por la angosta cueva con las miras de apoderarme de aquella inmensa riqueza que según mi soñativa imaginación me había hecho comprender que en su interior me estaba aguardando. Pero aquel día no conseguí mi feliz propósito, porque era la caverna más larga de lo que había pensado y la oscuridad que en ella reinaba me hacía ciego de toda luz. Senteme en su entrada muy desilusionado al no poder lograr lo que había soñado, pero pronto mi mente empezó a dibujarme mil dispares tesoros, pues por el rastro que descubriera seguramente que dentro de la gruta se hallaría escondida alguna chalga (tesoro) guardado con toda seguridad por una Xana, Xumiciu, Trasgu o Culiebru (dioses de la Mitología asturiana), pues al decir de el abuelo Nicomedes cuando en las largas veladas de los inviernos y sin jamás interrumpirle con grande contentura le escuchábamos las leyendas, cuentos e historias que él lúcida y socarronamente nos contaba, afirmándonos siempre que eran tan ciertos sus relatos, como que todos habíamos nacido para morir. Y cuando hablaba de las chalgas aseguraba que tal o cual vecino, morador de esta o aquella aldea, se había hecho de la noche a la mañana rico al haber encontrado una chalga. También afirmaba poniéndose muy serio alegando unos razonamientos que convencían, que las montañas que rodeaban nuestra aldea había muchas chalgas escondidas, que fueron sepultadas hacía muchos siglos por los invasores moros, que al ser vencidos por los astures y al no poder huir con tan pesados tesoros, los ocultaban en las montañas con las miras de poder regresar algún día a desenterrarlos. Como cuento, yo en aquellos momentos vivía alborozado, sumergido en una disloca alegría al saberme ya dueño de aquella incontable riqueza, haciendo que mis inocentes ojos sonriesen felices inmersos en la imaginativa dicha de poder muy pronto liberar a mi madre de la pobreza y quitarla del agobiador trabajo que faenaba trabajando en los eros de los vecinos de estrella a estrella por un miserable sueldo andechandu (en cuadrilla) todos los días. Y así pensando todas las dichas que mi infantil mente podía imaginar, rodeado por el sepulcral silencio que envolvía la grandiosidad de las montañas, rasgado de vez en cuando por el potente y agudo graznido que desde los peñascos más inaccesibles, o desde los infinitos espacios donde con majestuosidad planeaban, lanzaban las útres (águilas), que con ojos inquisitivos oteaban con hambrientas intenciones los escabrosos riscos y las empinadas fistietchas (pequeños valles encajonados entre las peñas), con la esperanza achuquinante (asesina) de poder atrapar con la rapidez del rayo, algún recental que se hubiese xebrau (apartado) de su madre. También aquel silencio que invitaba a la meditación era con más continuidad cortado, por el dinámico tañir del zumbiétchu (pequeño cencerro) que colgaba del brioso cuello del macho cabrio, conductor y semental del rebaño. Como cuento, allí permanecía ensimismada mi mente en el soñar despierto, fabricando sin trabas de la misma nada, las más disparatadas y fabulosas dichas, que harían la felicidad de mi madre junto con la mía. Llegó casi sin enterarme el atapecer del día (al oscurecer) y fue entonces cuando desperté con prisa del maravilloso soñar donde vivía, y raudo, con agilidad y destreza que hoy al recordarla me causa dicha, reuní en pocos minutos mi rebaño, ayudado con eficacia por Pelayu, mi fiel, obediente, valiente y amaestrado perro, que no le tenía miedo a nada ni a nadie si exceptuamos al siempre mal intencionado y vigoroso macho semental de la reciétcha que yo allindiaba (ganado menudo que yo cuidaba). Y cuando ya el día agonizaba entre las negras vestimentas de la noche, entré en mi aldea conduciendo orgullosamente mi rebaño. A la entrada del pueblo sentado plácidamente fumándose un cigarro, estaba esperándome mi amo preocupado por mi tardanza y acercándose a mí, con palabras desaforadas e insultantes, a la par que me reprendía con dureza, me preguntaba el por qué me había demorado tanto. No recuerdo lo que le contesté, ni la historia que le largué, lo que si sé, que no se creyó de ella nada, pues todas las gentes que me conocían bien sabían, que yo confundía la verdad con la mentira haciendo con entrambas las más inverosímiles y dislocadas historias. Sin embargo, lo que yo sabía muy bien, era que aquel miserable labriego de mi aldea, que tenía la desgracia de cuidarle sus ganados, por la triste desgracia de una comida infame y peor vestimenta, no le incomodaba en absoluto que yo llegase tarde o que me despeñara desde un serapu (peña) y me escontonara la motchera (rompiera la cabeza), lo único que le preocupaba al condenado, era que llegasen a su teixada (casa) sanos y fartus (hartos) todos sus ganados. Al siguiente día bien de mañana como de continuo hacía, con un poco de sabadiegu (chorizo malo) un cantezu (pedazo) de pan moreno y cuatro manzanas dentro de mi zurrón, salí de mi aldea afaluchandu (arreando) el rebaño, y con aquellas miserables viandas que llevaba en mi morral, tenía que aguantar todo el día en el monte corriendo sin descanso tras aquella veceira (rebaño) de cabras. Lo que no sabía el condenado de mi amo, era que yo siempre que tenía hambre, le ordeñaba sus cabras dentro de una lata que tenía escondida en la montaña, hartándome tanto yo como mi fiel Pelayu de espumosa y fresca leche hasta el golifar (hastiar). Si el bastruya (zafio) de mi amo tan sólo hubiese sospechado que le mucía (ordeñaba) sus cabras todos los días, me hubiera eszarapau (despedazado) mi frágil cuerpo con un mamplén de cibiétchazus (con muchos palos). Espatuxaba (caminaba) yo muy contento aquella mañana, quizás lo hiciera mucho más feliz que nunca, arreaba mi rebaño con desacostumbrada prisa, porque ansias locas tenía de llegar a la montaña, para entrar de nuevo en la misteriosa cueva, pues ahora ya no tendría problemas con la obscuridad que en ella reinaba, ya que conmigo llevaba una caja de cerillas y un pequeño candil que le había arrapiegáu (hurtado, quitado) de la corte (cuadra, establo) a mi amo, y con aquella luz, sería capaz de bajar hasta las mismas entrañas de la tierra, si a tal lugar la caverna se extendiese. Aquella noche había dormido poco y soñado mucho, tanto despierto como dentro del desvelado sueño, y tanto de una manera como de la otra, siempre llegaba a la conclusión, de que dentro de aquella para mi misteriosa gruta se ocultaba una fabulosa chalga de la que iba ser yo su señor y dueño, y cuando tal me sucediese, ya no sería yo más criado de ningún rapiegu (zorro) amo, ni tampoco a mi querida madre se le encallecerían jamás las manos, efectuando esclavizantes trabajos, nunca para el prójimo bien servidos y siempre por él peor pagados, ni se partiría sus costillas refrescándose el cansancio en su propio sudor por las fincas de nuestros vecinos, por donde se arreventaba todos los días del año, por la mezquina soldada de una fuente no muy grande de harina, un cesto de patatas, o cualquier otra vianda que mitigase el enorme fantasma del hambre, que desde el fin de la guerra se había enseñoreado de nuestro indigente char (lar), que nos obligaba despiadadamente a unos ayunos tan sumamente raquíticos, que el día que comíamos algo en traza (algo mas), tal parecía que habíamos cometido un grave pecado. Cuando yo fuese dueño de aquel tesoro, (abanzaba seguido de Pelayu arreando con prisa los ganados camino de la argutosa «abrupta» montaña, a la par que imaginativamente iba pensando), compraremos una casa decente, buenas fincas y mejores ganados, y entonces nuestros vecinos nos mirarán con respeto, y no nos tratarán con el menosprecio y la esclavitud a que ahora nos someten. Llegué al fin hasta el lugar que por costumbre tenía de enveredar el ganado para que a su aire subiesen guareciendu (pastiando) como siempre hacían hasta llegar al final de la tarde que era cuando el rebaño solía alcanzar lo más alto de la montaña. Pero aquel día no seguí yo al redil como siempre hacía, sino que me adelante a él corriendo sin el menor cansancio laderas arriba, hasta que por fin sudoroso y galopante en la alegría llegué a la vecindad de la caverna. Pude comprobar sonriente a la par que cariñosamente acariciaba a Pelayu, cómo éste me miraba contrariado al ver que yo por primera vez había cambiado todos mis cotidianos hábitos. Ya que siempre nada más llegar al monte y dejar a las cabras a su albedrío pastiando, nos sentábamos en el lugar acostumbrado, y zampábamos sin pérdida de tiempo a partes iguales como buenos compañeros, la miserable comida que nos había servido nuestro amo. Después jugábamos incansablemente en mil dispares entretenimientos hasta quedarnos rendidos, y muchas veces tras de nuestros juegos, los dos juntos abrazados nos quedábamos profundamente dormidos y al despertarnos sino avistábamos el rebaño, corríamos alocados por la preocupación, por entre los abruptos riscos, y las espinosas malezas hasta lograr encontrarlo. Después otra vez gozosos retornábamos a nuestros juegos, o yo me quedaba mirando a las montañas ensimismado pensando, mientras que Pelayu se entretenía cazando grillos, u otros insectos, y otras veces con sus blancos y poderosos colmillos recorría con rabia su pelambrudo cuerpo, diezmando la cabanada (rebaño) de pulgas y otros parásitos que con su sangre se alimentaban. Como cuento, aquella mañana mi fiel Pelayu me miraba preocupado, pudiendo yo observar en sus vivarachos, picarescos e inteligentes ojos, una recriminación que me estaba haciendo, por su forma de ponerme sus fuertes patas en mi pecho, a la vez que me lamía entre pequeños y cariñosos ladridos mi rostro. Si con sus ladridos pudiese hablar mi lenguaje, seguramente que me diría. —No seas un iluso soñador, mi más querido y preciado compañero, no llegues con tu fantástico pensamiento hasta el extremo de acariciar ni tan siquiera cuanto te has imaginado. Comámonos con la alegría de que hacemos gala todos los días, esa mezquina comida que nos da nuestro despreciable amo, y juguemos con la inocente felicidad de siempre, ya que éste será el más grande tesoro que jamás podrás superar en tu vida. ¿Dónde podrás hallar una riqueza que se pueda comparar a la natural y sencilla felicidad que hoy gozas, aunque ésta se haga su camino dentro de la gran pobreza que te acompaña? Pero hoy yo sé fijamente, que aunque mi perro pudiese hablar, haciendo que en tal momento me asustase al presenciar tan grande milagro, y me dijese que no entrase en la cueva, porque lo que dentro de ella iba a encontrar sería mi propia muerte, la verdad es, que ni al mismo Faidor (Dios) en aquellos momentos yo no obedecería, y así de resuelto, encendí el candil, y sin el menor asomo de miedo, ya que la ilusión y la alegría que poblaban mi espíritu en aquel encaldar (hacer) eran tan inmensos, que empequeñecían hasta el ignoro cualquier otro sentimiento. Adentreme en la cueva que era iluminada tenuemente con la pobre luz que el candil despedía, siempre acompañado de Pelayu que tras de mí, el muy tuno de mi aventura se reía, no era larga la caverna, pues a treinta metros no alcanzaría, y cuando llegué al final, no encontré ni las Xanas, ni los Trasgus ni Xumicius, ni la chalga, preciado tesoro que yo perseguía, sólo había muchos cascos de avellanas y de nueces, algunas latas de conservas ya vacías, unos trapos manchados de sangre, unas mantas viejas y apoyadas en la rocosa y húmeda pared de la cueva, había varias armas de fuego que pronto me hicieron olvidar la riqueza que en un principio había imaginado que allí me aguardaría. Por primera vez en mi vida iba a tener juguetes, auténticos juguetes de verdad de los que usaban los hombres para asesinarse vilmente al igual que hacen los lobos cuando por su cuenta cogen un apacible rebano de ovejas. Dejé el candil en el suelo y elegí entre todas aquellas armas una brillante escopeta, lleno de contentura me senté encima de aquellas mantas y empecé a maniobrar con aquel peligroso juguete, yo sabía cómo se manejaba supuesto que mi amo tenía una escopeta muy parecida y le había visto limpiarla y cazar con ella algunas veces, durante algún tiempo estuve jugando con ella, de una canana que allí había saqué dos cartuchos que metía y sacaba dentro de su recámara, yo me creía en aquellos mis felices instantes el más grande cazador del universo. Pelayu que ya se había cansado de husmear por todas las partes y no habiendo encontrado nada donde llancái el diente (hincar) se tumbó en el suelo frente a mi mirándome sonriente y burlonamente, (porque aunque ustedes no lo crean, yo sé que los chuchos saben sonreir). Enojeme de Pelayu al ver como tan descaradamente se mofaba de mí, por eso encañonele con la escopeta con ánimo de amenazarle, pero cambió Pelayu de gesto rápidamente, levantose con rapidez del lugar donde estaba achucáu (costado), enseñome los clientes ladrándome muy enfadado y a la velocidad del rayo salió de la cueva, quizás porque el inteligente animal presentía, de que alguna desgracia iba a lleldar (hacer) yo con aquel mortífero artefacto, y no quería ser él quien primeramente la recibiese en su cuerpo. Aun permanecí algún tiempo en la gruta jugando a mi manera con las armas, y solamente cuando el candil por su guiños me hizo comprender que su luz ya se le estaba escosando (terminando), salí de la caverna con la escopeta en una mano, dos cartuchos en su recámara y el candil en la otra. En el exterior Pelayu correteaba detrás de los grillos y las camporinas (mariposas) al parecer ya libre de todo enfado. Ya cansado de jugar dejé la escopeta en el suelo y senteme tranquilamente al lado del zurrón, y en cuanto mi perro vio que ya había abandonado el arma, vino corriendo hacia mí, moviendo la cola y sonriéndome amigablemente. Allá abajo en la mitad del valle pude ver a mi rebaño cómo subía espenandu (comiendo) los pochitcus (enanas encinas), y yo de nuevo me volví a sentir feliz y contento a pesar de no encontrar la chalga que tanto con su riqueza había soñado e ideado. Comimos a hora desacostumbrada mi perro y yo aquella pobreza de comida, y tras de jugar un rato, él se quedó adormilado y yo comencé a pensar de quién serían aquellas armas. No me cabía la menor duda de que aquel arsenal de armas debía de ser de los fugáus (huidos), seguramente que eran de aquellos cuatro rapazones (mozos) que se entregaran a los soldados que estaban destacados en mi aldea. Yo los había visto en el cuartel que los militares tenían que era en la escuela de mi aldea, un amplio edificio que fuera regalado a la parroquia por unos indianos del chugar (lugar) que retornaran de las américas con la corexa betchá de cuartus (con la cartera llena de dineros). Recuerdo que aquel día que yo los vi, un soldado que de seguro sería el barbero, les estaba cortando el abundante pelo que lucían, y uno de los rapazus le dijo sonrientemente al militar. ¡No hace falta que te molestes mucho camarada, pues cuando un día de estos nos trasladeís a la cárcel de Oviedo, allí lo más seguro es que nos rebanen el pescuezo! EL MACHO CABRÍO Güelgu coyer el filu dóu d'endenantes m'enduébitchaba algamiandu na miou motchera alcuerdancies de cundu you yera guaxe, ya comu tóus non se puén cuntar per filera, per ísu xebreme d'aquín, pa dir p'acuchá, perque toes les couxes tienen la sou xaceda, ya non la quixéramus cataye nuexotrus. (Volviendo coger el hilo de los aconteceres que anteriormente en mi cerebro se barajaban dentro de las añoranzas de mi niñez, y como todos estos acaeceres no se pueden relatar en hilera, por eso me marché de éste, para ir al de más allá, que es de donde vengo ahora, porque todas las cosas tienen su propia postura, y no la que quisiéramos darle nosotros). Y aunque parecía que me había perdido por estar tan llargu lonxe (tan largo lejos) la verdad es que yo no pierdo el tiempo adornando los hechos que no deben de ser adornados, nin fiéndume en xebraures que van esfaese 'n probeces, perque 'l que non ye llicenciáu 'n filloxofía e lletres, non pué faer munches froritures con les pallabres nin les lletres, ya per ístu, tien que encaldase 'n aforrador d'istus dellicáus y'artifixusus monumentus, perque si lus mesmus que güéi día que lus manexan y'atreinan, la metá de les veces non xapien lu que falen, ya llanquen el focicu fasta les urées en telares de Pachu 'l Xabadiegu betcháus de poxa y'escosáus del granu que ye pelu que tóus muramus nista engochá vida, ¿qué fairé you que 'deprendí namái que tres meses nuna escola pública? (Ni me hondeo en deserciones que se deshagan en pobrezas, porque quienes no son licenciados en filosofía y letras, no pueden hacer muchas florituras con las palabras y las letras, y por esta razón, tienen que hacerse ahorrativos de estos delicados y artificiosos monumentos, porque si los mismos que hoy en día los manejan y cuidan, la mitad de las veces no saben muy bien ni la mitad de lo que escriben, ni otra pareja parte de lo que hablan, y meten por estos menesteres el hocico hasta las orejas, en cuestiones que los imposibilitan para después resolverlas, y si se aproximan a este nivelamiento, lo hacen sembrando una hierba productora de mermado grano, que es el punto primordial que todos intentamos recoger en esta cerda vida. Como cuento, si estos señores eruditos en estas materias se equivocan ¿qué puedo hacer yo, ¡pobre de mí!, que tan solamente he tenido la suerte de ir al colegio público tan sólo tres meses?). Cuento yo que me hallaba en aquellos mis infantiles pensares intentando saber a qué huidos pertenecían aquellas armas, y así dejé tal perder el mucho tiempo que me sobraba, cuando mis ojos retrataron el gran combate que a baja altura, muy por debajo de donde yo me encontraba, sostenían tres cuervos, que despiadada y valientemente le atacaban a un águila real, y ésta piando quizás por el dolor que le inferían los efectivos picotazos de los cuervos, o tal vez en su lenguaje maldiciéndoles llena de rabia por el no poder repeler el ataque de que era objeto. No podía defenderse de sus tenaces atacantes, porque todo su cuerpo en gran tensión estaba, ya que al volar tan bajo, todas sus enormes energías las precisaba para mover sin el menor descanso sus grandes alas, con el apremiante fin de salir de aquel espacio que al parecer pertenecía a los belicosos cuervos, que con ardorosa valentía y enquina ofensiva, disputaban tal natural privilegio, a las mismas soberanas de los cielos. Había yo presenciado muchas veces batallas entre las águilas y los cuervos, y siempre éstos las perseguían atacándoles por su parte posterior, hasta la altura donde el águila ya no necesitase mover sus alas para sostenerse, cuando esto sucedía, los cuervos precipitadamente abandonaban el combate, porque ellos sabían, que donde el águila pudiese planear, todo animal viviente que se acercara, encontraría entre sus poderosas garras una rápida muerte. Queriendo yo saber como es natural el por qué los cuervos atacaban a las águilas, un día que cuidando sus cabras junto a mí estaba un paisano llamado Máximo, que por apodo se le llamaba el «Puchegu», porque tenía tantas razones en sus hablares como palabras por su boca se alumbraran, a pesar de que el Puchegu no sabía leer ni escribir, sabía de cuentos más que el mismísimo Quevedo, e igual hacía cuando se le necesitaba de veterinario que de médico, atinaba casi siempre cuando iba a llover o hacer buen tiempo, en fin, que era Máximu el Puchegu en todas aquellas aldeas de mis amores, una Enciclopedia que aventajaría en mucho a todas las que en nuestros días nos sirven las grandes editoriales, industriadas por hombres estudiosos de las ciencias. Empezó mi amigo el Puchegu explicándome, que son los cuervos de las abruptosas montañas más bregáus (valientes) que los que moran en las valladas o pequeñas lomas, y todo porque la escasez de alimentos en las rocosas cumbres, es muy inferior a los que existen en los valles o montículos, y así como a los hombres la abundancia los hace temerosos y a veces hasta pusilánimes, y la necesidad o privaciones los vuelve por ley de vida temerarios y osados, en los animales ocurre en igual medida lo mismo, así pues, el cuervo defiende su pitanza no permitiendo que las águilas cacen a menor altura que la que les pertenece, y si desde tal situación descubren una pieza, y bajan con su endemoniado vuelo de alas plegadas la apresan y luego vuelven a elevarse al lugar que les corresponde, los cuervos no osarán ni tan siquiera molestarlas, pero si por el contrario descienden para dedicarse a cazar desde el lugar que no les pertenece, entonces los cuervos las atacan con verdadera saña y valentía y siempre logran hacerlas ascender hasta la posición que ellos consideran justa. Esto es así, porque desde tal altura las águilas sólo pueden divisar en tierra una pieza que ellos no cazan nunca, como puede ser un conejo, una pequeña res, un zorro, y hasta inclusive el mismo perro que con el pastor cuida el rebano, y también se han dado casos en que las águilas hasta han cazado un lobo, y con él entre sus garras han subido hasta sus utreras (nidos) donde le devoraban con la misma satisfacción que pudieran hacer cuando se afestinaban con las tiernas carnes de un inocente corderillo. Si las águilas pudiesen volar más bajo sin ser por los cuervos molestadas, también podrían cazar con gran facilidad, lagartos, culebras, etc., etc., y es ésta precisamente la comida que el cuervo defiende, por eso ataca al águila cuando ésta intenta apoderarse de la que él cree que es su exclusiva pertenencia. Terminó el águila al fin tras el ardoroso acoso a que la sometieron los cuervos de subir hasta la altura que ellos consideraron lícita, y rápidamente éstos plegando sus alas la abandonaron y en vertiginoso vuelo buscaron el abrigo de los arbustos de sus montañas. Terminó para mí aquel día el maravilloso espectáculo que la soberana del cielo y los bravos cuervos me habían ofrecido, y fue entonces cuando me incorporé del lugar donde me hallaba sentado, para mirar a mis cabras que guarecían (pastiaban) por encima de donde yo estaba a la corta distancia de unos cincuenta metros, lo primero que mis ojos retrataron fue el orgulloso y antipático macho cabrío, que empericotáu (subido) en un cuetaron (peñasco) a la par que espenucaba (arrancaba) las fuéas d'un pótchiscu (hojas de una enana encina), mientras que las enguyía, parecíame a mí que me estaba mirando desafiadora y despreciativamente, con sus grandes y retorcidos cuernos, su larga perilla y enorme cencerro, se me representaba como el diablo que sonriéndose ladinamente se guasaba de mi humilde persona, a la par que de mi buen Pelayu, pues a entrambos y dos el condenado nos había hecho correr infinidad de veces, por eso, tanto Pelayu como yo siempre que teníamos ocasión y traicioneramente, él le mordía sañudamente en sus cadríles (patas) y yo le atizaba barganazus (estacazos) y pedradas donde mejor encaldase (terciase). Ocurriósele a mi mente en aquellos momentos el darle un buen susto a aquel demonio con cuernos y cencerro, por eso así la escopeta con determinación, y cargada como se encontraba con dos cartuchos, apunté por debajo de donde él se hallaba con el firme propósito de tan sólo darle un susto que no olvidase en su vida, y ya sonriéndome adelantadamente por el resultado de la idea que sin más pérdida de tiempo iba llevar a la práctica, apreté los gatillos de la escopeta, y una doble y potente explosión originose que dio conmigo en el suelo por la fuerte sacudida que el arma emburrióu (empujó) con dolor en mi cuerpo. Pero escosóseme d'afechu (marchóseme del todo) tal dolor, cuando entre el repilar (ecos) de la montaña por la explosión, sentí al macho cabrío lanzar al viento grandes berridas, que hiciéronme con preocupada prontitud deducir, que aquel demonio odioso no se quejaba por el susto que pudiera recibir, sino por la perdigonada que sin yo proponérmelo le había albergado en su pelambroso y maloliente cuerpo, levanteme sin demora del pedregoso lecho donde la escopeta con su duro empujón me había acostado, y aún tuve tiempo de ver cómo el semental de mi rebano rodaba por entre los cuetus del xerrapeiru (peñas de la sierra) infiriéndose más heridas en su cuerpo que las que yo por equivocación con los dos disparos le había inferido, siendo quizás su muerte no la perdigonada que le había desequilibrado, sino los argutoxus cuetus (agudos peñascos) que cual cuchillos al rodar su pesado cuerpo por entre ellos le apuñalaban mortíferamente, por eso al detenerse en su poleamientu (rodar) detrás de un pótchiscu (encina) que encontró en su paso, dejó de berrar en el instante, que su vigoroso cuerpo perdiera la vida. Fuime yo corriendo acompañado de Pelayu que me ganó la palma en la carrera, hasta el lugar de aquel desgraciado suceso, y cuando llegué donde el chivo estingarráu (tirado, acostado) ya no contaba como enemigo vivo, vi cómo a torrentes se desangraba, a la par que Pelayu con su nutritiva sangre se fartaba (hartaba). Pensé yo con gran temor cómo decirle a mi amo lo que había pasado, él que sentía por su chivo un orgullo y continuo ponderado casi desmedido, pues siempre que la ocasión se le brindaba cuando con sus vecinos dialogaba, soliales afarrucado (faroleándose, chuleándose) decir, que no había en toda la comarca un macho cabrío que ni con mucho en raza y estatura, se le pudiese parecer al suyo. Era ya casi la hora de afalar (retornar arreando el ganado para casa) cuando se me ocurrió la idea de decirle a mi amo que el chivo por si sólo se había despeñado, así que guardé la escopeta en la cueva y apresuradamente yo temeroso y preocupado y Pelayu contento por hallarse harto, reunimos el rebaño y nos encaminamos hacia la aldea, parecía que hasta las mismas cabras que en otras ocasiones se mostraban rebeldes y saltarinas, aquel desdichado día caminaban cabizbajas y avizorantes, observando en todas las direcciones con pronunciosa alteración, buscando aquel macho cabrío que las dirigía y dominaba con su orgullosa presencia, haciéndose notar en todo momento, por el continuo tañir de su zumbiétchu (cencerro), que por primera vez en el rebaño no se sentía el caidonante ruxíu (dirigente sonido). Pienso yo que solo contento caminaba vigilante mi fiel Pelayu, porque ya nadie en el rebaño se atrevía a discutirle sus ladridos o frágiles mordiscos, cuando por orden mía a las cabras con eficiencia les infería. Más sin embargo yo, al igual que a mis cabras, algo me tenía también apresado, algo extraño para mí, por primera vez a mi espíritu esclavizaba, que ni era tristeza ni pena, pero sí era miedo y grande desesperanza. Siempre que retornaba con mi rebaño a la aldea, cuando en las atardecidas la montaña abandonaba, mi corazón ameruxáu d'allegría (rebosante de alegría) a mi garganta un torrente de cante le rogaba, y ésta inocente y falta de todo perjuicio, sintiéndose tan dichosa como los mismos celestiales ángeles, cantaba recias asturianadas, mientras que todo mi ente, afanosamente afalaba (arreaba) las cabras. Quizás cantara yo aquellas horas con más gracia que en todo el día por alegre que fuera y pudiera tener, porque por así decirlo me acercaba al sencillo y noble vivir de las gentes de mi aldea, pues diez o doce horas en la continua soledad que en las montañas me acompañaba, para un rapacín como yo era, eran muchas horas desamparado de la comunidad humana, y sobre manera yo, que con ser mi cuerpo ágil y fuerte hasta casi rayar en el desuso, empequeñecido se quedaba si le comparaba con mi espíritu tan ensoñador e imaginativo, que todas las cosas al engrandecerlas confundía, menos el miserable pan de la maxera (artesa) que mi amo me entregaba, que a pesar de ser tan escaso, jamás supe imaginar nada para engrandecerle. Estaba mi amo a la entrada de la aldea esperándome como siempre hacía para ayudarme a xebrar el rebaño, ya que como eran tantas cabras, no cogían todas en la misma corte (establo), y había que llevar parte de ellas a otra cortexa (cuadra pequeña) que estaba en la parte opuesta de la aldea. Entretenía siempre su espera el condenado de mi amo, hablando con un artesano del lugar, que se dedicaba a la fabricación de yugos y madreñas, que tenía su taller montado debajo de un hórreo, que estaba asentado a la salida de la aldea, mismamente en la desembocadura del pedregoso y empinado sendero que venía de la montaña. Desde tal lugar él sentía con antelación el potente tañir del zumbiérchu (cencerro) que ximielgaba (movía) con fuerza y hasta con orgullo el estupendo semental de su rebaño, entonces él liquidaba por el momento con el madreñeiru la conversación que estuviesen embargando, y dedicaba toda su atención a su rebano, observando con avarienta atención, en el propiar si sus ganados venían fartus óu famientus (hartos o hambrientos), o si alguna de sus cabras venía coxa (coja) por mor de haberle caído una piedra o cualquier otro accidente que hubiera acaecido, como solía ser normal algunas veces. Pero aquel inolvidable para mi atapecer (atardecer) vio antes sus cabras que escuchara el ya inexistente zumbiétchu, por eso con su vozarrón de trueno, y como una centella por mí temido, me preguntó a la distancia de una piedra lanzada cuesta abajo: —¿Qué fói lu que pasóu Xulín...? —¿El chivu perdiu 'l mayuelu...? —Quería decirme, que si el cencerro que llevaba su chivo, había perdido el majuelo, o pequeño péndulo que lleva dentro el cencerro. —Esto también era frecuente que sucediese. Contestele yo desde aquella altura con mucho menos miedo que si me encontrase ante su presencia, diciéndole que el chivo se había despeñado, y arriba en la montaña se encontraba muerto. Estas mis palabras que en el viento camino de la aldea mi voz empujó con fuerza, fueron escuchadas por mi amo que se encaricotóu (encendió) en una rabiosa tristeza, que si pudiese desahogarla, seguro que en mi persona haría él su complacencia. También la desgracia del chivo, que por mí a voces era anunciada, fue oída por algunos otros vecinos a parte del madreñeiru, y como aquel semental de macho cabrío había sido siempre tan aponderado e idolatrado por el babayu (bocazas, charlatán) de mi amo, que con su dichoso cabrón los vecinos de la aldea ya habían pescado la costumbre de decir siempre que alguien ponderaba una cosa, ¡non si paezme a mín, que moren más castrones que Manín na nuesa aldea! Bueno pues como estoy contando, todo el lugar en pocos minutos se había enterado y en parte congregado a la salida del camino que bajaba de la montaña, ya que la muerte de aquel chivo que había ya dejado entre ellos la ya dicha cantinela, les había algunos los más envidiosos y vengatibles alegrado, y a los otros los más sentimentales y nobles les entristecía la muerte de tan comentado castrón. (También se suele llamar castrones a los chivos muy grandes). Al fin entré yo en la aldea quizás con el mayor recibimiento que jamás a nadie le hicieran, y todos atropelladamente me preguntaban lo que con el dichoso castrón me había sucedido, y yo les repetía a la par que intentaba xebrar las cabras para llevarlas a sus respectivas cuadras, que se había despeñado y que todo descuatramindáu (deshecho, desarmado) se quedara en la montaña. Un ratiquín (un tiempo) más tarde, y ya siendo casi la oscurecida, tres vecinos del lugar haciendo cuadrilla con mi amo, caminaban en pos de Pelayu y mía, otra vez camino de la montaña, para enseñarles donde estaba estrapayáu (aplastado) el chivo, con el propósito de bajarle para casa, con el fin de aprovechar su piel y carnes, que serían curadas bajo las barras del xardu (secadero) una estupendísima cecina. Llegamos a la postre ya con la noche tan negra como la boca de el lobo, al xeitu (sitio) donde el chivo fechu 'n chaceiru (hecho un deshecho) ya en el frío de la muerte sin despertarse dormía, tanto Manín que yera mi amo, como los tres vecinos que le hacían compañía, sudorosos y respirando medio ahogados por el tremendo esfuerzo que suponía subir con tanta rapidez hasta tamaña altura, sin perder un momento amarraron el animal por las cuatro patas juntas haciendo cucara (en montón, juntándolas todas) con una cuerda que para tal menester ya traían, y colgándolas de un fuerte y largo palo del que también venían poseídos, echáronselo al hombro entre dos, y con menor rapidez y mayor precaución, relevándose entre ellos conseguimos llegar sin novedad a la aldea. A pesar de ser casi la media noche, aun había algunos vecinos en reunión dentro de al parecer amena charla que quizás tuviese mucho que ver con el castrón, Manín y con mi desventurada persona, esperándonos en el lugar donde el madreñeiru trabajaba. Entramos todos en procesión rumorosa en la corralada de la casa de Manín, detrás del cabrón que colgado del baral sofitado en los hombros de dos vecinos se xiringaba (balanceaba), vigilado siempre con sonrisa ladina por mi fiel Pelayu, que comprendía que al no tardar, iba a saciarse hasta el no poder manducar más, con los rojos hígados de quien en vida, le hubiera hecho correr con cierto temor con el rabo entre sus piernas. Mientras que mi amo y sus serviciales vecinos se disponían a desfoyar (desollar) colgado de unos garfios que había debajo del hórreo al desgraciado chivo, la muyer (mujer) de Manín sin parar de condolerse, y hasta inclusive queriendo a mi endilgarme parte de la culpa, me dio de cenar una escudilla de farines (harina de maíz cocida) con una taza de leche de cabra, porque la leche de las vacas la tomaban ellos y la que sobraba la hacían en manteca, que tampoco yo nunca la probaba. Por primera vez no se hallaba sentado a mi lado sacando la lengua y relamiéndose, mirándome con sus ojos inteligentes en espera que yo le tirase delante de sus narices una cucharada de mi comida a mi fiel Pelayu, pues él sabía que al lado del castrón, tenía una fiesta grande con sobrada pitanza. Comía yo vorazmente aquellas puliendras (farinas), a tan desusada hora de la noche, sin que mi mente de pensar cesara, y antes de terminar mi miserable cena, una luz que me llenó de cierto temor en mi cerebro escendiose, para decirme con su claridad, que no iba a transcurrir mucho tiempo antes de descubrirse mi mentira, porque al esmianaye 'l pelleyu (quitarle el pellejo) al castrón, le encontrarían incrustadas en su cuerpo las postas que le habían matado, y me interrogarían sobre tal suceso, siendo yo al momento un cómplice y encubridor de la muerte del condenado cabrón, que según parecía me iba a dar guerra hasta después de ser muerto. Seguramente querrían saber el por qué les había mentido, haciéndoles creer que se despeñara, cuando a la prueba estaba que fuera abatido por un tremendo pistoletazo. Bajé después de cenar a la corralada donde los hombres andaban a vueltas en la desfoyadura del castrón, a la luz de un par de candiles de carburo y no llevarían un cuarto de hora reparándoles en su circunstancial oficio de carniceros, cuando Antonón el de la Cuandia dijo sorprendido mirando para mi amo que le alumbraba con el candil en la mano para que los otros vieran mejor en la faena que encalducaban (hacían). ¡Ah Manín, isti castrón non morrióu comu diz el tou criadín despeñáu, pos tién ente 'l coración ya lus polmanes un manegáu de postes llancades, asina que si quiés saber quién l'achuquinóu, pregúntaye 'l tou rapazacu, lu que axucedióu! ¿Qué ye lu que me tas diciendu...? ¿Quién diañus diba pegái 'n tiru 'l miou cabrón ? Antonón arrabucandu d'ente les asaures del chivu cuatru ou cincu postes que yeren de grandies comu arbeyinus rancuayus, díxole 'l miou amu metiénduyes per dellantri 'l focicu: ¡Mira Manín, ístu fói lu qu'achuquinóu 'l tou chivu! (Ah Manín, este cabrón no murió despeñado como dice tu criado, pues tiene entre el corazón y los pulmones un cesto de postas plantadas, así que si quieres saber quién le asesinó, pregúntale a tu muchacho lo que sucedió). (¿Qué es lo que me estás diciendo? ¿Quién demonios le iba a pegar un tiro a mi cabrón?). (Antonón arrancando de entre las asaduras del chivo cuatro o cinco postas que eran de grandes como pequeños guisantes, le dijo al mi amo mostrándoselas por delante de su hocico: ¡Mira Manín, esto ha sido lo que asesinó a tu chivo!). Hallábame yo detrás de ellos a media penumbra, por eso no pudieron ver cómo todo mi cuerpo temblaba, y mis mexiétchas (mejillas) se encendían como las mismas brasas cuando el viento las apuxa (atiza). Quizás si fuese a pleno día, me hubiesen sacado la verdad al descubrir yo mismo por mis síntomas externos la mentira, pero la noche, encubridora de toda claridad que profané sus negras vestiduras, me ayudó a ser firme e inamovible de mi primera mentira. Convencido mi amo de que le había engañado, acercose a mí con el candil en una mano, y llena su despreciable alma de ira, y enloquecida venganza, con la otra su mano, atizome un fatáu de morráes (varias galletas, tortas, guantazos) que dieron con mi cuerpo en el suelo, y antes de que yo pudiese huir del peligro que me rodeaba, levantome del suelo con la misma mano que tan vilmente me castigara, y a la par que alumbraba mi rostro donde la abundante sangre que manaba de mi nariz lo embadurnaba, me dijo mirándome con sus ojillos de bracu (cerdo) donde la maligua ira en un brillo salvaje se enseñoreaba: ¡Ahora mismo me vas a decir hijo de perra y de republicano asesino, que el día que asesinaron a tu padre que era lo mismo que tu un embustero y un bandido, te tenían que haber envenenado a ti, para que no pudieses hacer el mismo mal que hizo tu condenado padre, vamos, dime quién fue el que disparó contra mi chivo, dímelo pronto o terminaré contigo! Y al tenor que esto me estaba diciendo, su dura mano caía una y otra vez sobre mi rostro, y fue entonces cuando aquellos hombres de entre sus manos me arrancaron, pues al no hacerlo, quizás aquella bestia humana, que había luchado en defensa de la (PAZ DE ESPAÑA) fácil me hubiera asesinado, como seguramente acostumbrado debía de estarlo, al haber practicado tal demoníaco proceder, con otros indefensos inocentes, de los miles que asesinados fueron en Nuestra Patria, por cobardes, dañinos y miserables hombres, como lo era mi despreciable amo. Fue curado con agua fresca mi amoratado y sangrante rostro por Antonón de la Cuandia, que me aconsejaba cariñosamente, les dijese lo que con el cabrón me había en la montaña sucedido, y que no tuviera ningún miedo de contar la verdad que se buscaba, pues ella misma me protegería de quien me hubiera amedrantado para que no le delatara. Cuéntanos hijo si fueron los huidos quienes al chivo le dispararon, ya que nadie más que ellos pudo hacer tal cosa, y ten presente que si no nos lo dices ahora, mañana vendrán los guardias y ya verás cómo con ellos no puedes seguir negando. Díjele a Antonón el de la Cuandia, que yo estaba dormido, y que me desperté cuando sentí al cabrón bramar desesperado al tenor que bajaba rodando por entre los peñascos, siendo aquello todo cuanto yo había visto y oído. Volvió otra vez ya más sosegado mi amo a insultarme y amenazarme, y a la postre me ordenó que abandonara su casa, pues él no fartaba bribones que lejos de cuidar su rebaño, permitían que personas tan canallas como yo lo era se lo asesinaran. Marcheme de aquella casa de noche, maltrecho mi cuerpo y deshecha de sufrimientos mi infantil alma, sin más pertrechos que los que llevaba a costillas, que eran los únicos que poseía, y que constaban de un mono de caqui hecho de la guerrera de un soldado, con más remiendinos que de plumas tiene una gallina y de todos los colores que imaginarse puede, calzado con unas alpargatas de esparto donde los calcaños se asentaban en el suelo y los dedos lo mismo hacían por no quedar de las alpargatas nada más que la parte del centro. Por primera vez desde hacía varios meses que Pelayu era o mejor dicho había sido compañero inseparable de hambres y fatigas, de juegos y caricias, de largas soledades entre ambos repartidas, por primera vez digo, mi fiel compañero ya no me seguía, me traicionaba el muy ladino por unas piltrafas que de vez en cuando aquellos hombres que carniceraban en el cabrón, le arrojaban en el empolvado suelo de la corralada, para él valía en aquellos momentos más la asquerosa pitanza, que todo el cariño que yo pudiera brindarle, ya no se recordaba el muy desagradecido de que yo repartía con él a partes iguales la escasa comida que para mi sólo me entregaba el llabascón (cerdo grande) de mi amo, en una palabra, Pelayu era un desagradecido y egoísta, propiedad que en mayor o menor cuantía, va fusionada en el instinto de todo ser mamífero de la Tierra. Llegué aquella primera noche de mi vida, que había sido maltratado, insultado, golpeado, pisoteado, arrastrado y ofendido a tan gran profundidad y altura, que dudo que a mis años en todo el mundo, a nadie le hubiera sucedido tan inhumana atrocidad, cuento yo, que hice mi entrada en la casa de mi madre, que en la sazón se encontraba trabajando en una alejada aldea, en el caserío de otra viuda que su marido había sido asesinado en el cementerio de San Salvador de Oviedo la misma noche y en el mismo paredón que fusilaran a mi padre, así pues, hallábame yo sólo en casa y eso enormemente en aquellos momentos me alegraba, pues si mi madre hubiera estado en la casa, le haría sufrir aviñonándome yo de pena, y quizás ocurriesen peores cosas, ya que mi madre era, y aun sigue siendo, y Dios me la conserve muchos años, pues fue lo mejor y lo único que he tenido en mi existencia, mujer de duro carácter, intrépida y valiente hasta no tener el más pequeño temor, de pelearse ella sólo contra todos los moradores de la aldea. ¡Cómo mi madre, nacen en un siglo pocas mujeres! Al día siguiente que era domingo, y por tener en la parroquia a que pertenecía mi aldea, un cura que para demonio había nacido, ya que el muy condenado había conseguido de las autoridades una ley, que no se quién se la había fabricado, pero el caso es que existía, y condenaba a todos los vecinos a oír la Santa Misa, y a no trabajar ni en las tierras, ni en los prados, ni en nada, bajo pena de una multa que la ley considerara justa por ser injusta. Como yo ya no tenía trabajo, pues cuidar los ganados estaba permitido, y aquel gochu de mi antiguo amo desde aquel día tendría que hacer el trabajo que como un miserable esclavo yo le hacía, me levanté tarde del único xergón de fuéa (jergón de hoja) que en la casa había, que lo había industriado de unos sacos, porque todo cuanto poseíamos que era bien poco, al terminar la guerra el honrado vencedor nos lo había robado, y no contentos con esto, todavía fusilaron a mi padre, acusándole de haber robado grandes cantidades de dinero, de haber hecho esto, lo otro, y lo demás allá, y todo porque se le querían cargar cuatro caciques, como se ha hecho en todos los lugares de mi Patria buena. Noté que me dolía el rostro y que le tenía ensangrentado, no pude mirármelo al espejo. porque éste era un lujo que en mi casa no existía, así pues, me fui hasta el río que por detrás de mi casa pasaba, y me lavé como mejor pude, secándome después a las sucias y ásperas mangas de mi mono, y sin desayunar nada, porque en la casa no habla ni la más mínima consolación de comida, me dirigí a oír la misa, ya que yo de pequeñín era muy creyente y religioso. Estando yo enredando (jugando) con algunos otros guaxinus (niños) de mi aldea, en espera que tocase la última campanada para entrar en la iglesia, vi llegar la pareja de la guardia civil y un vuelco de temor revolvió mi ánimo, que casi consiguió ordenarme que saliese corriendo, huyendo pronto de aquel nuevo peligro que me acechaba. Sin embargo no lo hice, porque o no era lo suficientemente valiente, o lo necesariamente cobarde para hacer tal cosa, lo cierto es que cesé de jugar y me quedé mirando para ellos, lleno de temor, de tristeza, de pena. Preguntaron a alguien quién era yo, uno de mis vecinos me señaló, entonces los guardias me llamaron, y yo hacia ellos avancé, cabizbajo, temeroso y desamparado, igual los niños que los vecinos me miraban sin urniar (decir) palabra, muy posible muchos de ellos, tanto fascistas como rojos, vencedores o vencidos, sintiesen una profunda pena al ver aquel niño, desventurado e inocente ruina que dejó la vil venganza de la posguerra, avanzar sin protección ni cariño de nadie hacia los guardias, al fin llegué junto a ellos y me los quedé mirando, no me gustaron sus rostros, que me parecieron dos demonios, entrambos se quedaron mirando unos momentos en silencio mi rostro, en el que se podía leer la despreciable cobardía y nefastosas intenciones, que se enraizaban en el podrido sentimiento de mi amo, pude comprobar que esbozaban una tenue sonrisa, y no pude descifrar, si era que les alegraba observar el sello del martirio anclado en mi cara, o si por todo lo contrario, me dedicaban un consuelo de lastimosa consideración. Qué enano era yo físicamente en aquella lejana y para mi inolvidable, desgraciada y maestrosa mala época, si desde mi distancia también en el momento mi señora prisionera, proyectó mi mente siempre libre, como el misterioso dios que en cada mente humana vive, cuento yo que si me observé ante toda aquella gente, asustados los unos, hartos de maltratos, satisfechos los otros, por formar parte del mando, e indiferentes los restantes por no contar nada en ningún bando, digo que si me vi tan insignificante en mayor cuantía todos cuantos me rodeaban eran, ya que ninguno de ellos optó, en defender a un niño inocente y lleno de temor, que no había cometido más delito que el matar sin querer a un chivo, que era menos cabrón que todos aquellos papalbus humanos. Uno de los guardias con el mosquetón en la mano, me acarició mi corta y jamás peinada cabellera, pues nada más que tenía dos dedos de larga, mi madre me la rapaba al cero para que los abundantes piojos en ella no sembraran la descendencia de sus miserias, y a la par que esto hacía tan despreciable celador de una ley muy poco justiciera, con palabras que pretendían ser cariñosas y amables me dijo: —Ya veo por las caricias que luces en tu rostro, que con todo merecimiento y sin ninguna duda el señor Manín te ha hecho, que eres un niño rebelde, desobediente y malo, que te niegas a decir la verdad, y por lo tanto por todos estos endemoniados pecados irás al infierno, así es, que si ahora mismo no me dices quién fue el que disparó contra el chivo de tu amo, yo también tendré que castigarte. En esto estábamos el guardia y yo rodeados por los vecinos que no decían ni pío, cuando hizo acto de presencia el señor cura, que relevando a la autoridad de su palabra no así de mi persona, me aconsejó apoyando sus frases en la Divinidad de Señor, para que les contase la verdad que me liberaría de todos mis sufrimientos. Díjele al cura lo mismo que al guardia que yo estaba dormido, y que sólo me había despertado al oír al chivo berrar a la par que bajaba por entre los peñascos rodando. La ruda mano de aquel guardia, que seguramente había sido toda su vida un rústico campesino y que la guerra le había liberado de tan honrado lugar para colocarle en el más delicado de los oficios, como es el de servir con dignidad a la Justicia, cuento yo que aquella pesada mano de aquel hombre que pensaba que las personas había que tratarlas como a las bestias con las que él hubiera vivido siempre, dejó de acariciar mi cabeza y sus dedos se aferraron como si fuesen fuertes murgazas (tenazas) a una de mis uréas (orejas), y sonriéndose como si me estuviese el muy hipócrita acariciándome, a la par que me rogaba que le contase la verdad, me apretujaba con tal fuerza, que el dolor que me inyectaba me hacía ver todas las estrellas. Creo que lo que más le molestaba aquel cobarde representante de la ley, no de la Justicia, era que yo, que la vida ya me había forjado en saber llevar el sufrimiento, ni llorara, ni gritara ni menos me quejara de nada, por eso el infame seguía despiadamente con todas sus fuerzas apretándome, aun es hoy el día, que cada vez que me recuerdo de aquel momento mi oreja se pone tan rápidamente colorada, que hasta me molesta el calor que alumbra. Así en este atroz sufrimiento yo me debatía, sin que nadie de los allí reunidos por mí intercediera, dentro del horripilante dolor que me producía aquel estrapayáu d'uréas (retorcimiento, aplastamiento de orejas), cuando llegó mi madre ante la concurrencia, pues como era domingo, bajaba la pobre de aquella aldea donde toda la semana había estado trabajando, trayendo encima de la cabeza una manieguina (cesta) llena de viandas que en el caserío le habían dado a cuenta de su esfuerzo. Cuando mi madre me vio a mí, en tal escarnecimiento, tiró la manieguca al suelo, y llena de una fuerza airada que la multiplicaba, se acercó tan randa como una centella hasta mi verdugo y arrancándole el mosquetón de un fuerte tirón de entre su mano, le pegó con él tamaño golpe encima de sus costillas, que dio con él como si se tratara de un muñeco de trapo en tierra. Antes de seguir con esta cierta historia, voy hacer un inciso, para describir muy someramente cómo era mi madre en aquella época. Era joven, aun no llegaría a los cuarenta años, y a pesar de su juventud, ya había perdido la pobrecita dentro de los mayores sufrimientos que se puedan imaginar, a dos hijos que luchaban en la guerra, a su marido que fuera fusilado y a todo cuanto poseía. Mi madre como perteneciente a la más ancestral raza astur, era rubia, con el pelo del color de la miel, o de la escanda sazonada, tan abundante lo tenía, que cuando lo llevaba suelto y se acuruxaba (agachaba) le tapaba todo su cuerpo como si lo cubriera con una preciosa manta. Sus ojos eran a veces tan azules como el transparente cielo de una mañana de primavera, y en ocasiones eran tan verdes como los mismos campos de nuestra aldea. Era tan pura y recia como la misma madre naturaleza, inamovible en sus decisiones, honrada y justiciera. Era una auténtica astur procedente de la primera raza que pobló las ubérrimas montañas de mi noble tierra, y no una mistificación como somos hoy en día más del noventa por ciento de las gentes asturianas, enraizados con todos los colonizadores de nuestra tierra. Mi madre enojada era una invencible fiera, y tranquila y serena, era tan hermosa y dulce como incomparablemente lo es mi asturiana tierra. Y ya dicho con suficiente claridad como era esta excepcional mujer, vuelvo a centrarme en el desaguisado que mi madre justicieramente preparara, con una valentía y decisión tal, que dejó a todos perplejos y anonadados, pues el guardia que en posición ridícula espanzarrado moraba en el suelo, desde tal lugar miraba con ojos desorbitados a mi madre que con el mosquetón en la mano y a la par que se lo arrojaba con fuerza y mala sangre contra su pecho le decía: ¡Yes un llimiagu, lu mesmu que toes istes xentes que conxentíen, qu'dellantri de la mesma ilexia del Faedor, y'en prexencia d'isti cura escosáu de coyones ya xusticieres razones, lú mesmu que tous vuexotrus que sois una cabaná de baldreyus, que tu que yes un cachiparru, martirizares a isti nenín pequenu, ya s'ístu faedis con miou fíu qu'entavía 'l probitín non sabe dúnde come, ¿qué faeredis con les prexones mayores? (Eres un rastrero baboso, lo mismo que todas estas gentes que te consienten, que delante de la iglesia de Dios y ante la presencia de este cura que no tiene ni cojones, ni justicieras razones, lo mismo que todos vosotros, que no sois nada más que un rebaño de cobardes, que tú que no eres nada más que un parásito martirizaras a este pequeño niño. Y si esto haceís con mi hijo, que todavía el pobrecito no sabe de dónde come, ¿qué hareis con las personas mayores...?). El otro guardia que sin lugar a dudas parecía un hombre con mejores sentimientos que el gusano que me había martirizado, intentaba sujetar a mi madre propinándole palabras que le aconsejaban que no complicara más las cosas, mientras que su repugnante compañero se levantaba del suelo, y ya con el arma entre sus manos, la enarboló por encima de su cabeza en amago de dejarla caer encima de mi madre a la sazón que con una inquina maligna y cobardosa le decía: ¡Si fuese usted un hombre, ahora mismo le partía la cabeza en dos para que al final de su existencia comprendiera usted, que el deber de todo ciudadano es respetar a la ley! A lo que mi madre le respondió de la siguiente manera: —Si you fora un home, a usté había qu'allevantalu dóu tá, p'ancuandiálu debaxu tierra, que ye 'l llugar quéi cuerresponde a la xentuza baldreyante comu ye usté. Ya tocante a la ley que reprexenta, que ye tan betchá de maldáes comu usté mesmu, pásula you ya toes les prexones decentes pente les piernes ya mexamus per echa. ¡Perque isa lley que tantu cacaréa achuquinóu ya t'achuquinandu a fatáus d'iñocentes, sin respetar nin al vietchu que t'encantu la xepoltura, nin al xoven qu'entavía non golióu 'l tafu de papalbus ya rapiegus que tienen tous los comedores que la endubiechan y'esmarachen! (Si yo fuese un hombre, a usted había que levantarle del lugar donde se encuentra para enterrarle bajo tierra, que es el sitio que le corresponde a la gentuza cobarde como lo es usted. Y tocante a la ley que tanto cacarea, que está tan rica de maldades como usted mismo, la paso yo y todas las personas decentes por entre las piernas y meamos por ella). (¡Porque esa ley que usted representa, ha asesinado y está asesinando a muchos inocentes, sin respetar ni al viejo que ya se encuentra al borde de su sepultura, ni tampoco al joven que todavía no se ha olido, el característico mal hedor que emana de los comedores, indeseables y ladrones que la han hecho, así como ustedes que atropelladamente obligan a punta de pistola y látigo a que se cumpla!). Aun puedo ver en los rostros de todas aquellas gentes que nos rodeaban, desde esta asquerosa celda donde viviendo el presente que me aprisiona en esclavo de unas injustas ordenanzas, mi mente desdoblándose en dimensiones pasadas, añora con tristezas y alegrías, las primeras alumbradoras fuentes de toda mi desgracia. Sí, veo los ojos asustados de algunos de mis convecinos, que al escuchar aquellas graves y acusadoras palabras que mi madre airada, enloquecida y por toparse en su justo desquiciada, le decía a aquel guardia que tan cobardemente la amenazaba. Sí, veo como todos ellos con tristeza pensaban, que mi madre no iba a salir de aquel asunto bien librada. Pues en aquellos tiempos por menor delito, al paredón de fusilamiento llevaban a personas más recomendadas. Vi los ojos de aquel guardia ruin y rastrero, vilos cómo se llenaban de una alegría satánica, quizás en otras ocasiones ya por él vivida, cuando a tantos inocentes martirizaba o asesinaba. Vi cómo dejó de amenazar a mi madre, cómo colgó el mosquetón de su hombro, y metiendo la mano sonriendo canallescamente en su macuto, sacó unas relucientes esposas con las que se disponía a encadenar a mi madre en el lleldar (acaecer) que le decía: —La voy a llevar a usted y a su hijo detenidos hasta el cuartelillo, y allí, le enseñaremos a usted a respetar la ley y el orden, ya verá usted cómo cuando nosotros la dejemos, no se le ocurrirá jamás ofender a la ley y al régimen, ni aun en su propio pensamiento. Y en cuanto a su cachorro, que parece ser tiene su misma casta, también le enseñaremos a decir la verdad aunque tengamos que arrancarle la lengua. Fue entonces cuando uno de los dos principales caciques de la aldea, que también ye menester que cuando encarte les diga cómo eran, le dijo al guardia con palabras amenazadoras: ¡Dexe tranquíl ista muyer ya 'l sou fíu, pos güéi mesmu vou cuntaye you 'l sou xefe la clás de guardia que ta fechu. (Deje tranquila a esta mujer y a su hijo, y hoy mismo le voy a contar a su jefe la clase de guardia que está hecho, que se ha dejado desarmar por una mujer cuando cobardemente usted martirizaba a su hijo, poco puedo poder yo si no le hago catar covixu noitre ufixu (oficio), perque nisti de guardia paeme amindi que nun ten llixa (arte, valer, etc.). La fuerza y poder que tenían aquellos desalmados caciques en aquellos tiempos de desalmados vivires, achindi mesmu xuntu lus mious güétchus (allí mismo frente a mis ojos) quedaba bien claro, porque aquel guardia aviñonáu de miéu (lleno de miedo), se justificaba rastrera y servilmente pidiéndole perdón aquel hombre que no había sido en toda su vida nada más que un verdadero canalla, per ístu miou má noxá fasta cuaxí la llocura dista maneira le falóu (por esto mi madre enojada hasta casi la locura de esta manera le habló). —Lu que me faltaba per uyír, que tena que debéi cumplíus a isti baldrayu d'achuquín, que dexóu la nuexa 'ldina xemá de güerfaninus dexamparáus de la mán del Faidor ya de lus homes. (Lo que me faltaba por escuchar, que tenga yo que deberle favores a este cobarde de asesino que dejó la aldea sembrada de huérfanos desamparados de la mano de Dios y de los hombres). ¿Nun foste tóu sou banduerru de lus enfermus el que denuncióu 'l miou home paque me l'achuquinaren na cárxel d'Uviéu? (¿No has sido tu comedor, canalla de los infiernos el que ha denunciado a mi marido para que me lo asesinasen en la cárcel de Oviedo?). ¿Ya con lus fíus de Manolón el Gocheiru...? ¿Qué foi lu que fixiste conechus baldrayán? Que yeren un par de rapazus más bonus qu'el pan d'escanda qu'enxamás fixerun mal a naide, ya cundu taben per aquíndi de millicianus, ya tóu t'encovaxabes fugáu per les branes, tóus xapiemus na cabana que t'empayaretabes, ya tantu nuexóitres perque yeras veicín comu aquechus ñocentinus rapazus qu’achuquinasti deximiémuste xempre pa que nun te prendieren. Que fatiquinus forun lus probetayus rapazus, y'anxín pagarun con las sous vides les sous fatezas, pos se te viexen deñunciáu, nistes gores tabes fechu 'n meruxéiru de merucus, xustamente lu que yes, y'echus taríen vivus al lláu de lus sous pás. (¿Y qué has hecho con los hijos del Cerdero?, que eran un par de mozos más buenos que el pan de escanda, que no han hecho más mal los pobrecitos, que cuando fueron al servicio militar por la quinta; y estuvieron por estos contornos de milicianos, mientras que tu andabas por la braña huido, y sabiendo nosotros en la cabaña donde te refugiabas, no te hemos denunciado porque eras nuestro vecino, aunque tuvieras la idea política que te diera la gana, que no debe de ser ninguna, porque te parió tu madre canalla desde la entraña, pues como te estoy diciendo, tanto aquellos grandes rapazos como nosotros, te olvidábamos siempre para que nunca te cazaran. ¡Qué tontos fueron aquellos pobres y desgraciadinos muchachos, y así pagaron con sus vidas sus tontezas, pues si te hubiesen denunciado, a estas horas, tu estarías hecho una verbena de gusanos, que ni más ni menos es lo que eres, y ellos estarían vivos al lado de sus desesperantes padres!). Todos escuchaban a mi madre silenciosos y asustados, considerando algunos con tristeza, que mi madre se había vuelto turulata (loca) para atraverse a manifestar acusadoramente ante los guardias, el cura y el pueblo, lo que todas las gentes de la aldea sabían que era cierto, pero no se detuvo mi madre en el acuse que le hacía aquel villano de todas sus bellaquerías, pues al no encontrar nadie que la importunara, siguió con su palabra y con igual fuerza mortificándole de esta manera: —E nus tiempus d'endenantes, cundu lus roxus mandaben lu mesmu que vuexotrus facedis nagora, non trañia l'esquilona de l'ilexa p'axuntanus en conceyu p'uyír la misa tres el cura, perque pieschada taba la casa del Faidor, ya con lus curas lus roxus nagua querían, peru a pesar de tar tan lexus del Faidor, a naide s'achuquinóu n'aldea, ya se morrierun un par de rapazus, fói nel frenti, peru nagora que tenemus l’ilexa 'l entestate, y'un cura que coyius de la man quiér chevanus a tóus pel atayu de non sei que Dios, ya non sei que cielu, pos con tou isti telar, entremedáu de cures, ya caciques comu lu yes tóu, de confexones, mises ya xermones, achuquinasteis n'aldea 'n poucus dies, más xentes que de mala manera, enxamás de lus xamases en Asturies murrierun. Se tóu xupiés so lladrón achuquinante, lu mesmu que toes istes xentes que m'acorrelan, lu que you tenu xufriu nes comunicaciones de la muerte que se encaldaben na cárxel d'Uvieu, dúnde 'l miéu ya 'l espavoríu facien fuercia, únde 'l fríu enxenebráu la entraña te queimaba, únde les chárimes esbocáes en el glayíu xapoixaben, atristeyáus ya dollores qu'eszarapicaben, tous lus xentíus de cuantus escuchaban. Non puéu apoixar de mious videtches, lus güeyus enfervecíus de aquechus homes, qu'agoxáes allumbraben engafuráes chárimes, con les manes tembluqueántes per el miéu, acoyendu con desesperación las rexes de fierru, que non lus dexaben en postreira vez, abrazar a la sou muyer ya lus sous fíus, qu'ameruxáus de cariñu, ya betcháus de dollor, choraben ya glayaben, xiringáus per el amore que profexaben naquel home, que yera 'l pá de lus fíus, el mantín desous quereres, y’l caidonal del sou llare. Naide algamía per mor de aqueches rexes de fierru entemedades, falagar cómu postreira despedida, a la muyer nin al home, nin lus pequeninus fíus, que güerfaninus naquecha nueche diben quedaré, perque banduerrus baldreyus lu mesmu que tóu, lus deñunciaben y'acusaben de faer fatáus de couxes, que ni nel xoñéu lus probetayus dacuandu lleldaren. Tóus nun mirabamus atristeyáus per debaxu la borrina qu'acobertoriaba lus güeyus encarnispáus pe les chárimes, ya lexus de falanus tantes couxes, nel tiempu tan escosu que nus daben, esfaíamonus en playíus choramiqueirus llastimeirus e nes fanes más mortales. Enclicáus tous per un dollor que nes entrañes esquiciáu t'esgarduñaba, tabamus fatáus de xocenes muyeres que güéi toes viudes y'esgraciaínes semos, enlloquecides y'engarrinchades a les rexes que a la llibertá ya la xusticia trincotiaben. Nagua podiamus decinus, perque la pallabra afogábase na conguetcha qu’el alma esfaída pe la tristieza sacupaba, sous penares nel gargüélu, a munchus el dollor añuedábayes el celebru con tal prietura, que esmurgazábanse col xentíu perdíu nel enllabanáu xuelu. Alcuérdume comu s’agora mesmu fora, ya xamás de lus xamases tal desxusticiáu, endiañáu, baldreyóuxu ya chuquinamientu de xentes abondes d'eches tan iñocentes comu isti rapacín, que la mesma lley qu'achuquinóu a suo padre, martirizóulu a él, ante 'l cura, que mangonéa la mitá la aldea, y'isti banduerru de cacique dumeña entrambas partes, ya tous voxoutrus qu'empaparáus per el miéu, olvidósebus defender tou lo güenu per lu que lus vuesus homes llucharun ya morrierun ¡Sin alcuerdume d'aqueches canallesques comunicaciones que se lleldaben na cárxel d'Uvieu, ya non esborraránseme de les mious vidatches metantu que la vida me acompañe! (En los tiempos ya pasados, cuando los rojos mandaban lo mismo que vosotros hacéis ahora, no tañía la campana de la iglesia, para llamarnos y rejuntarnos a todos en fraternal comunidad, para escuchar la misa detrás de un cura, porque cerrada estaba la Casa de Dios, y con los curas los rojos no querían saber nada. Pero a pesar según parecía de que se encontraban muy lejos del Hacedor, a nadie asesinaron en la aldea, y si han muerto un par de jóvenes, ha sido luchando en el frente. Sin embargo ahora, que tenemos la iglesia siempre abierta y un cura que asidos de la mano, quiere llevarnos a todos por el camino más corto para alcanzar, no sé a qué dios, ni tampoco a qué cielo, pues con todos estos sucederes que ahora están pasando, entretejidos por los curas, y por caciques como lo eres tú, de confesiones, misas y sermones, habéis asesinado en la aldea en pocos días, más gentes que de mala manera, jamás de los jamases no contando estos tiempos, en todo Asturias han muerto. Si tu supieras so ladrón y asesino, lo mismo que todas estas gentes que nos rodean, lo que yo he sufrido en las famosas comunicaciones de la muerte que se hacían en la cárcel de Oviedo, donde el miedo y el pavor, hacían fuerza, donde el helado frío que el temor producía, al mismo tiempo las entrañas te quemaba, donde las lágrimas deslocadas en gritos lastimeros se posaban, haciendo tristezas y dolores tan inmensos, que despedazaban todos los sentidos de cuantos escuchaban. No puedo apear de mi cerebro los ojos enardecidos de aquellos hombres, que a cestadas alumbraban envenenadoras lágrimas, y con sus manos temblorosas por el miedo, cogían con desesperación las rejas de hierro, que les prohibían por última vez, abrazar a sus mujeres e hijos, que llenos de cariño y ricos de dolor, lloraban y gritaban desesperadamente, movidos por el amor que profesaban a aquel hombre, que era el padre de los hijos que quedarían ya para siempre desamparados, el amante esposo de sus quereres, y el fuerte guía de sus lares. Nadie alcanzaba por la causa de aquellas rejas de hierro fuertemente entretejidas, halagar como última despedida, a la mujer ni al hombre, ni a los amados y pequeños hijos, que huerfanitos aquella noche si iban a quedar, porque indeseables cobardes lo mismo que tu eres, les habían denunciado y acusado, de haber hecho muchas y malas cosas, que ni en el sueño los pobrecitos, jamás ni habían pensado. Todos nos mirábamos entristecidos, por debajo de la niebla que nublaba los ojos enrojecidos por las lágrimas, y lejos de hablar de tantas cosas en el tiempo tan corto que nos daban, nos deshacíamos en lamentos lastimosos, que nos precipitaban en los abismos más mortales. Agachados todos por un dolor que en nuestras entrañas enloquecido sin piedad las arañaba, estábamos en aquella triste ocasión, muchas jóvenes mujeres que hoy todas viudas y desgraciadas somos, enloquecidas y agarradas con desespero a aquellas rejas, que a la Libertad y a la Justicia pisoteaban. Nada podíamos decirnos, porque las palabras ahogábanse en la garganta, que el alma deshecha por la tristeza, vertía en ella sus penares. A muchos el dolor les aprisionaba el cerebro con tal fuerza, que se desvanecían privados del sentido entre las losas que poblaban el suelo. Recuerdo como si ahora mismo estuviese sucediendo, y nunca jamás, tal injusticia, endiablada cobardía, y canallesco asesinamiento de gentes, muchas de ellas tan inocentes como este pequeño, que la misma ley que asesinó a su padre, le está martirizando ahora, precisamente ante la presencia del cura, que es el dueño de la mitad de la aldea, y de este indeseable de cacique, que domina entrambas partes, y de todos vosotros que llenos y dominados por el miedo, os olvidasteis de defender todo lo bueno y hermoso, por lo que vuestros hombres lucharon y murieron). (¡Sí recuerdo aquellas canallescas comunicaciones que se hacían en la cárcel de Oviedo, y que ya nunca podrán borrarse de mis sienes, mientras que la vida me acompañe!). Recuerdo perfectamente cómo todas aquellas gentes escuchaban a mi madre entre asombrados, y compasivos, entre temerosos avergonzados y ofendidos, y quizás hubiesen escuchado muchas más injusticias que habían hecho no los caballeros y valientes soldados, que denodadamente lucharon hasta conseguir la victoria, ni tampoco las juventudes que militaban en el partido triunfador, sino las gentes maduras, caciques que habían conservado la vida en entrambos bandos, que llenas de un odio vengativo y endiablado, habían hecho ellas más muertes criminales en la paz de la posguerra que todos los leales luchadores de enemigos bandos. Digo yo que mi madre con su cordura de mente les hubiese seguido acusando, si el cura, muy oportuno y diplomático, como son todos los religiosos de carrera larga, no se ausentara sin decir palabra, y ordenara al sacristán que tocase la última campanada, para entrar a la iglesia con el fin de escuchar la misa. Y ahora diré, que mal dicho está que yo diga que el sacristán tocase la campana, porque no había tal campana, ni en la iglesia de mi aldea ni en ninguna otra en todo el valle, ya que los rojos, se las habían llevado todas, no sé con qué fin ni propósito, como tampoco puedo comprender porque quemaban los santos que jamás les harían ningún daño, y dejaban con vida a indeseables como los caciques asesinos de mi aldea. Lo cierto es, que como campana de la vieja iglesia de mi aldea, había un trozo de raíl colgado del pórtico con una alambre, donde aporreaba el sacristán, con un martillo medio deshecho de los de cabruñar la guadaña. Nada más que el toque comenzó hacerse sentir, fueron las gentes desfilando tras la llamada de la postrera campanada, sin que nadie se osara replicarle a mi madre ni tan sola una palabra, bien fuese de desagrado o de conformidad con cuanto había enardecidamente manifestado. Todos se adentraron en la casa del Señor donde yo creo, que si el Nazareno pudiese apoixase (apearse) de la Cruz, no dudo que a todos ellos una tocata de barganazus les esfargayara. (Paliza de palos que en ellos prodigara). Dejó mi madre de reñir a voz en grito, pero siguió haciéndolo muy quedadamente, a la par que con gran remango recogía su cesta, que colocándola esta vez debajo el brazo, nos encaminamos para nuestro lar, mientras que aquellas gentes, culpables unas e inocentes las otras, le rogaban a Dios, los unos por sus pecados monstruosos ya cometidos, que en El no habían pensado cuando los ordenaban, los otros, quizás le pidieran paz y prosperidad para ellos, sus cosechas y ganados, pero Dios no escucharía ni menos ayudaría, ni al pecador tal vez arrepentido, ni al inocente libre de pecado, y lo sé por propia experiencia, porque yo, tantas veces le he llamado, suplicado y rogado, siempre a cuestas con el temor, la miseria y el desprecio que el mundo en mi había sembrado, y jamás El se dignó ni tan siquiera escucharme, porque si me hubiese escuchado, y no remediara con prontitud ni nefastoso sufrimiento, yo diría ya sin el menor equívoco, que el Dios que todos tememos y adoramos, no es nada más que un diablo. Y esto sin lugar a dudas es así, porque Nuestro Señor está harto de nosotros hasta la misma coronilla, y por eso pensó ya en inmemoriales tiempos, que o liquidarnos a todos, y olvidarse sin pena y con prontitud del mal invento que había industriado, o dejarnos vivir a nuestro aire, sin preocuparse ya para nada de nuestros haceres, hasta que la muerte nos lleve a su presencia. Caminaba yo detrás de mi madre, sujetándome con la mano mi dolorosa y sangrante oreja, que más doloroso sufrimiento me había reportado, cuando aquel imbécil y canalla de guardia me la había retorcido, que si me hubiesen molido todo mi cuerpo a palos. Llegamos a la postre a nuestra humilde casa, y siempre sin parar de reñir mi madre, de maldecir y de amenazar, estongóu 'l llar (limpió la cocina) de añejas cenizas, y con la rapidez con que ella solía hacer las cosas, tizóu ‘l fuéu (prendió el fuego) y después, puso un cazo lleno de agua con sal y unas hierbas (que ahora no sé cómo se llaman, pero que son muy buenas para las heridas) a hervir, y mientras que hervía, s'encaldóu nel trabayu de pulgar patacas (se hizo en el trabajo de mondar patatas), de las que había traído de la aldea de donde venía. Cuando el agua estuvo en su punto, que fue en el momento que ella terminara de aliñar las patatas ya listas para ser fritas, se dispuso mi madre a curarme, y al tenor que lo estaba haciendo, y viendo yo en su rostro retratado el cariñoso sufrimiento que por mí sentía, ella como siempre intentando disimular toda emoción, me preguntó dando muestras de un enfado cariñoso, ¿que qué era lo que había sucedido, o en qué líos me había yo alojado, para que los guardias me hubiesen puesto el rostro como un Ecce Homo? —Díjele a mi madre que el guardia no me había hecho nada más que estrapayáu l'uréa (deshecho la oreja), y que las otras heridas me las proporcionara el amo Manín, por las causas del condenado cabrón que ustedes ya saben. —Vi cómo las recias manos de mi madre temblaban al tenor que a mis heridas con aquella agua milagrosa me lavaba, sentí cómo su voz enardecida juraba y perjuraba contra aquel Manín de los infiernos, al cual ella decía, le iba a colgar la foiz (hoz) del pescuezo. Dio por terminada mi cura y en instantes me preparó la comida, que consistía en un buen cazo de patatas fritas con grasa de tocino, un gran cantezu (pedazo) de pan de escanda, y un escudiecháu de lleiche con borona (taza de leche con pan de maíz), y ya fartuquín fasta ‘l rutiar (harto hasta el eructo), preguntele que si podía ir a dar una vuelta por la aldea, a lo que ella me respondió afirmativamente, recordándome con amenazas, el que non m'engarricra con lus oitres rapacinus. (Que no me pelease con los otros niños). Cuando me dirigía al lugar donde todos los chicos por costumbre teníamos de reunirnos para enredar (jugar), en una de las callejas de mi aldea, me topé con Pelayu, que seguramente habría abandonado a su amo en el monte, por el extraño de no verme a mi como sucedía siempre. ¿Porque qué animal o persona con sentimientos nobles y cariñosos, podría vivir en la soledad del monte en la compañía de una repugnante bestia, como lo era Manín nuestro amo...? Viome primero Pelayu que yo a él le avistara, y casi estoy por asegurar, que me había olfateado antes de que yo desembocara en la calleja, donde él buscándose la vida por todos los rincones husmeaba. Porque yo jamás había visto a Manín, darle al pobre de Pelayu de comer nada, ya que Manín solía decir dándoselas siempre de razonero eficiente, que el perro no se le podía dar la esllaba óu llabaza de fregar lus cacíus (las aguas sucias residuos de lavar los cacharros de la cocina) porque estaban los bracus na cobil urniándu per llapalas (cerdos en el cubil gruñendo por tomarlas), que al perro lo único que se le podía dar, era aquello que no tuviese aprovechamiento para nada, como les llixes de les vaques cundu betchaban, de las uvées ya les cabras, óu cuallesquier oitra molicie que paque nún fediera menester yera encuandiála (como las libraduras de las vacas, de las ovejas y las cabras cuando parían, o cualquier otra porquería que para que no oliese mal, fuera necesario enterrarla). Vino Pelayu hacia mí envuelta su alma perruna por una gozasa alegría, pero me di cuenta con pena profunda, que no hacía tal acercamiento dentro del desenfado y gracial camaradería que en todas las ocasiones él conmigo usara, pues por primera vez mi buen Pelayu, para acercarse a mí, rastreramente se arrastraba, no era por el miedo de que yo le apaleara, ya que jamás ni de palabra le había ofendido, era sin duda porque se sentía muy avergonzado de haberme abandonado la pasada noche, cuando tan triste y solo me encontraba, y quizás más le necesitara. ¡Pobre Pelayu! ¡Qué alma más humana tenía, y a cuántos humanos, el alma de los rabiosos perros les dirigía! Me agabuxé (agaché) a su lado, envuelto yo por una sana, jovial, y angelical alegría, le besé su rostro varias veces entusiasmado, y acaricié con gozo su fino y sedoso cuerpo, y olvidándonos entrambos él de su cobardía y yo del rencor que pudiera por su gesto guardarle, nos fusionamos en un abrazo risueño y cariñoso, donde él dando pequeños ladridos por los que manifestaba su alegría y pena, me lamía una y mil veces las heridas que adornaban mis mexietchas (mejillas), y quizás se estuviese jurando, que aunque le costase la vida, nunca de mi lado se alejaría. Toda aquella tarde, estuve jugando al «llanque» y a la «palombietcha» con el único amigo de verdad que en la aldea tenía que se llamaba Muel. Pobre amigo mío, murió cuando apenas tenía veintiocho años, reventado por el más duro y esclavizante trabajo, que desde su niñez y en mi compañía, fustigados por el hambre y la necesidad, entrambos y dos a las severas órdenes de su padre, como serradores en casi todos los montes de mi Asturias, habíamos llevado a cabo, al final, su cuerpo ya deshecho, explotado y gastado, fue consumiéndose en la triste soledad del sanatorio del Naranco, donde murió devorado por una tisis galopante. Tenía Muel dos o tres años más que yo, y sin embargo éramos los dos de la misma estatura, y empezamos a serrar madera manualmente los dos en el mismo día, teniendo yo en la sazón, tan sólo trece años, fue nuestro maestro su propio padre, y nos trataba como nadie se puede imaginar, ya que no había día, que no nos untara ‘l focicu (nos azotaba) por lo menos un par de veces. No es que aquel hombre y excepcional trabajador fuese malo, no nada de eso, es que el pobre precisaba por fuerza mayor, para poder desarrollar el duro trabajo del serrador, que nosotros hiciésemos el trabajo de hombres y no éramos nada más que dos niños. Digo yo que aquella tarde, le conté a mi amigo Muel, como había encontrado en la montaña la cueva de las armas, y así hablando de nuestros proyectos, acordamos que al día siguiente subiríamos hasta ella, para jugar hasta cansarnos con aquellos juguetes de verdad. Así es que a la oscurecida retornamos cada uno para su casa, saboreando por adelantado lo felices que al día siguiente habíamos de ser. Caminaba en pos de mí, tan contento y satisfecho como siempre mi buen Pelayu, sin preocuparse para nada de que él, era un esclavo de Manín, y no un ser libre que pudiese hacer lo que más le conviniese, pero al llegar a la esplanada donde asentada estaba la bolera, lugar clave donde se reunían todos los vecinos de la aldea, después que concluían sus trabajos, bien fuese para charlas y cambiar impresiones, o para jugar unas partidas a los bolos, como cuento, allí estaba Manín, en diálogo con unos vecinos, ya de retirada para su casa después de haber encerrado las cabras, cuando vio a su desleal Pelayu, que muy contento y moviendo con gran felicidad su rabo, me acompañaba a mí, como si yo fuese en vez de él su amo, dejó a su contertulio con la palabra en la boca, y cambiando su pacífica charla por la riña loca, embistiome a mi con ofensiva y pecaminosa palabra, al mismo tiempo que con la vara que portaba en su mano, descargó sobre el confiado Pelayu tal varazo, que a quedarse el pobre tan sólo un segundo condoliéndose del acuciante dolor que en su cuerpo se anidaba, seguramente que hubiese llevado sobrada ración de varazos, que fácil la dejarían sin vida in situ. Pero no hizo tal cosa mi buen Pelayu, sino que salió huyendo como alma que se lleva el diablo, lanzando en el aire ladridos, que yo creo que no eran por el profundo sufrir que le proporcionara el castigo, sino que en su lenguaje, seguramente maldeciría aquella bestia con figura humana, que era capaz de azotar despiadadamente a un inocente niño, o de asesinarle a él mismo, que no se encontraba con más culpa, que de despreciar a su amo, por canalla y miserable. Y lo propio que Pelayu hizo, no lo dejé yo para más pensado, y a la vez que me perdía en la carrera, huyendo de aquel reptil repugnante y asqueroso, recuerdo que con rabia enloquecida yo le dije: ¡Fíu de put, baldreyu, llimiagu! (Hijo de puta, cobarde, rastrero, baboso..., etc., etc.). Pero miren ustedes por donde, estaba mi madre allí cerca en casa de una vecina hablando de sus cosas tranquilamente, cuando al sentir al Manín que me ofendía, al perro ladrar por la caricia que había recibido, y a mi insultándole poniéndole como un pingayu (de lo peor), salió mi madre de casa de su vecina, con todos sus muchos ánimos aviesporáus (envenenados, aguijoniantes), y cogiendo un palo que allí a mano había, bien seco y sudado, porque hiciera su servicio sirviéndole de mango a una fexoria (azada), se dirigió con extrema rapidez y silenciosamente al lugar donde Manín estaba, y sin decirle ni una sola palabra, empezó a darle palos con aquel formidable mango, que la suerte a Manín le cupió de que nuestros vecinos la detuvieran, porque sino, creo que le hubiese matado. «LA MULTA O EL REFORMATORIO» Al día siguiente, mi amigo Muel, yo y Pelayu, subíamos alegremente hacia la montaña, con locas ansias de llegar pronto a la cueva, con el infantil y firme deseo, de jugar hasta saciarnos con aquellas armas, recuerdo a mi querido amigo, futuro candidato al igual que yo, a la penosa esclavitud que como serradores nos aguardaba, la veo con su sana sonrisa, pintada en sus pequeños y vivarachos ojillos azules, acariciar una y otra vez, con una alegría inmensa aquellas armas, no existía para nosotros en el mundo, en aquellos felices momentos, nada que pudiésemos apreciar tanto, como aquellos mortíferos juguetes, de los que en la sazón, éramos los únicos señores y dueños, nos hallábamos fuera de la cueva, enredando cada uno con su escopeta, y una canana repleta de cartuchos colgada del hombro a la bandolera, Pelayu, desentendiéndose de nosotros mitigaba su hambre cazando grillos y mariposas, o cualquier otro insecto que plugiérale y fuérale rentable para entretener su enflaquecido estómago. Después de cansarnos de hacer la instrucción marcando el paso con la escopeta al hombro, emulando a los soldados cuando hacían prácticas en nuestra aldea, yo le dije a mi amigo señalándole el lugar, que desde aquel mismo sitio, yo había tumbado de dos certeros disparos al cabrón de mi amo. Muel, sacando dos cartuchos de la canana y metiéndolos dentro de la recámara de su escopeta, me dijo que él también pudiera haberlo hecho, y para asegurármelo de que no marraría el tiro, me señaló una piedra rojiza que había muy cerca de donde muriera el chivo, y a la par que se ponía la escopeta en el hombro para materializar lo que había asegurado, me decía ilusionado: —¡Fíxate Xulín!, ya veras cómu la desfaigu nun fatáu de cachiquinus—. (—¡Fíjate Julín!, ya verás como la deshago en mil pedazos—). El doble disparo retumbó dentro del natural silencio de la montaña, como si se tratase de un ruidoso trueno de las tormentas de los veranos, las águilas y los cuervos, así como todos los pájaros y animales que moraban por aquellos aledaños, moviéronse de sus lugares, graznando las aves al levantar el vuelo, y quizás las alimañas agudizasen al oído para saber el peligro que pudiese traerles aquel espanto. Hasta Pelayu dejó su caza insectívora para ladrar desaforado, como si presintiera que otro cabrón había sido abatido, que le haría de nuevo volver a hartarse, o tal vez nos estuviese reprimiendo, queriendo con su lenguaje decirnos, que aquella xuxeante folixa (crecido ruido, alegría, juerga, etc., etc.) que tan amanicomiadamente entamábamos (enloquecido ruido que hacíamos) no iba a reportarnos buenos resultados. Lo cierto fue que mi querido amigo Muel, no atinó a deshacer aquella rojiza piedra contra la que había disparado, y yo alegrándome por su fracaso, cargué con rapidez mi escopeta, me la puse en el hombro, y disparé contra aquel blanco otros dos disparos, tampoco pude yo hacer puntería, y él mofándose de mí, cargó de nuevo su escopeta con notoria alegría, a la vez que me aseguraba que de aquella no fallaría, volvía a disparar sin importarle para nada el tremendo culatazo que nos solían dar aquellos guerreros artefactos. Y así, una y otra vez, atenazados por un gozo y felicidad que nunca con tanta fuerza a nuestros juveniles espíritus había con entera libertad creado, disparábamos con alegría ilusionada contra aquel aproxetáu cuctu (enrojecida piedra), creyéndonos guerreros invencibles, o cazadores afamados. Muy posible yo me creyera un jefe poderoso, justiciero y honrado, que cada disparo que hacía, l'eszarapaba les vidatches d'uno de lus baldreyus homes, que habíen achuquináu ‘l miou padre. (Le deshacía las sienes de algunos de los cobardes hombres que habían asesinado a mi padre). Lo cierto fue, que tras de quemar veintitantos cartuchos cada uno, la piedra seguía en su sitio, y nosotros un poco desilusionados, hicimos un pequeño descanso, en el que acordamos cambiar de blanco. Disponíamos de nuevo hacer más atinadas prácticas sobre el rugoso y fuerte tronco de una encina, cuando Pelayu salió de junto nosotros y con apremiante prisa ladrando, contra un intruso que nos visitaba, guiado al parecer por el atronador ruido, que con nuestros alegrativos disparos formábamos. Era nuestro mal recibido visitador un rapazacu (mozalbete) que andaba por aquellos montes a la caza de la perdiz, que había endemasía nutridos bandos, que bajaban a veces hasta los sembrados d'arbeyinus y'oitres semáus (de guisante y otros sembrados) más alejados de la aldea, y ni el gran espantapáxaru tenía llixa de xebrayus (espantapájaros tenía fuerza para espantarlos). Jerónimo se llamaba aquel jovenzuelo indeseable, que había heredado de su padre toda la cobardía y males tales, que muchas gentes de mis lugares, le estarían rabiosa y odiativa, despreciable y asquerosamente maldiciendo, hasta que el Hacedor les llevara de este mundo tan poco lleno de humanidades. Era hijo de este sujeto tan maldecido, cacique de mi aldea con vuelos tales, que no del todo satisfecho con enviar para el otro barrio algunos de sus inocentes convecinos, en el acaecer se dedicaba, a que a sus vecinos la ley, que había, muy moldeable para dar por buenas todas las denuncias avaladas por caciques facciosos como él, se ensañara con crecidas multas, que al no tener dinero la gente aldeana para satisfacerlas, tenían que vender parte de sus ganados, y sabedores los tratantes por ser lobos de la misma camada aunque con diferente collor (color), que los campesinos tenían que vender sus reses con abonda priexa (mucha prisa) para satisfacer aquellas multas antes que se enrodietcharen (enredaran) peores males, pues como cuento, aquellas aves de rapiña de tratantes, se unían todos de tal manera, que lograban desbaratar los mercados hasta tal punto, que más que comprar, lo que hacían, era robar dentro de la ley a los aflijidos y siempre maltratados campesinos. Al quedarse los desdichados aldeanos sin sus ganados, por la causa de aquellas multas, que la verdad era nadie sabía que era lo que castigaban, aquellas asesinantes multas que la ley les inxertaba (injertaba), que les hacía dentro del acuciante temor que en aquel lleldar (ácaecer) era aterrante, deshacerse de sus ganados para pagar tan diabólicas y desnaturalizantes sanciones. Y como los campesinos, por lo menos en todas las embrujadoras aldeas de mi melgueira tierrina (dulce tierra), y me supongo que tal sucederá en todas las aldeyuelas del mundo, sin ganados de tiro no pueden trabajar sus erus (tierras), tenían que por fuerza mayor, agenciárselo aunque fuese dentro de las más viles condiciones, y así, el canalla de cacique de mi aldea, daba vacas, yegüas, cabras, y ovejas a la comuña (condición) que tan sólo el agobio de la desesperante necesidad hacíales aceptar, con lo que se condenaban a ser esclavos de un ganado que no era de ellos, siendo en la mayor parte de las ocasiones las ganancias completamente nulas, pues si una res se moría, se despeñaba, la mataban los lobos o la devoraba el oso, no la perdía el dueño, sino el comuñero, y así, de esta miserable forma, este canalla de cacique, explotaba vilmente a muchos campesinos que por imperativa necesidad, eran comuñeros de este indeseable asesino, que no había hecho la guerra en las trincheras, porque su cobardía era tan grande, que le había obligado a pasar toda la contienda escondido en los montes, y ahora que la guerra ya terminara, era cuando él verdaderamente la hacía, en la entristecida y enlutada paz que poseían las gentes de mis aldeas. ¿Cuántos despreciables seres como este nefasto individuo había en mi Patria... ? ¡¡Yo creo que honradamente debemos todos de reconocer, que había un par de ellos en cada aldea, y en las villas y ciudades me supongo que morarían muchos más!! Cuento que llegó el Jerónimo con su escopeta al hombro acompañado de su perro perdiguero ante la nuestra presencia, y ufanándose altaneramente quizás pensando que nos iba a hacer, lo que le diera la gana, nos dijo con apariencia muy enojada, al mismo tiempo que nos ofendía con sus palabras: ¡Haber decirme pronto, ¿dónde habéis robado estas escopetas?, si no queréis que vos falague ‘l llombu con ista bardiaca! (que nos moliera a palos todo el cuerpo con una vara que portába en sus manos). No despegó sus labios en el momento mi amigo Muel, porque el padre de aquel llabasquín (cerdo pequeño) era el dueño de los ganados de su casa, y por aquello de que el amo siempre, sin la razón con la ganancia anda, no le refutó pequeña palabra. Pero yo que ya me había creído que aquel babayu de guaxón (farolero, fantasma de mozalbete) se iba apoderar de mis armas, las que yo creía que eran de mi entera propiedad, le dije sin miedo y desafiantemente, que aquellas escopetas eran mías, y que ni él ni nadie sería capaz de quitármelas. Entonces Jerónimo mirándome acusadoramente me replicó seguidamente con estas palabras que me condenaban: ¡Entonces... tu fuiste el que mató antes de ayer al chivo de Manín? ¡Si yo fui!, le dije envalentonado y poseído de una airada rabia, a la vez que le encañonaba con la escopeta y amenazándole firmemente le aconsejaba: ¡Fáinus el favore de dexanus nel nuexu antroxu, ya colar pel mesmu xeitu per únde sen chamate 'llegasti, se nun quiés que faiga nel tou ventrón, el mesmu buracu quei fexe nus fégadus del cabrón de Manín! (¡Haznos el favor de dejarnos con nuestra alegría, y márchate por el mismo sitio, por donde sin llamarte has llegado, si no quieres que haga en tu barriga, un orificio parecido, al que le hice en los hígados del cabrón de Manín!). —Y fue entonces cuando Muel valientemente apoyándome con su amenazante escopeta y con sus advertientes palabras le dijo: ¡Mira Jerónimo, no tiene nada que ver que mi padre se arrastre frente a vosotros, por el miedo de que le quitéis el ganado, pero yo ahora no soy mi padre, y si no sales en el momento corriendo como una exhalación (centella, rápido), me parece a mí, que te vamos a coser a perdigonazos! Justificándose Jerónimo con el atropello que en el miedo se cosecha, dio media vuelta y casi a las carreras, tomó las de villadiego, a la par que se alejaba murmurando no se qué amenazas. Su perro, quedose unos instantes olisqueándose con Pelayu, al que yo achuché (azuzé), y Pelayu que para engarradiercharse (pelearse) era una ardorosa fiera, saltó como un león, atacando con un furor endemoniado al fino can perdigonero, y si no es por Muel, me parece que allí en el mismo lugar que había muerto el chivo, Pelayu hubiera despachado, aquel hermoso, cariñoso e inocente perro. Quedámonos muy satisfechos y gozosos, a la par que en nuestros espíritus, navegaba el orgullo perfumándose con la vanidad Humana, y todo, por haber acoyanáu ya féchule moscar ameruxáu de miéu (acojonado y haberle hecho huir, lleno de miedo) al hijo de uno de los amos de la aldea, que en un principio se había creído, que le sería sencillo hacer con nosotros cuanto le viniese en gana. Durante algún tiempo, estuvimos llindiándu (vigilando, cuidando) a Jerónimo por ver el camino que se tomaba, pues teníamos el temor que se ocultara para después sorprendernos, pero no fue así, y al final muy contentos ya le vimos corriendo que se las pelaba en compañía de su perro, desembocando en el pedregoso camino que le conducía a la aldea. Sabiéndonos libres del temor del adefesio de Jerónimo, y olvidándonos en el mismo instante de cuanto con él nos había acontecido, volvimos a nuestro peligroso juego, de disparar las escopetas contra diferentes blancos, y así, hablando de nuestras cosas con satisfacción que nos embargaba dentro de una felicidad pasajera, deslizábase el tiempo sin enterarnos, hasta que a la postre, dimos fin a todos los cartuchos que teníamos, y fue entonces, cuando decidimos esconder las armas en la cueva, y con los hombros doloridos por las sacudidas que nos propinaban las escopetas por los disparos, disponíamosnos muy contentos en el regreso para nuestras casas, y para simular que veníamos de la leña, agenciámosnos unos tochacus de pochiscus (leños de encina) y poniéndonoslos al hombro, bajamos corriendo por entre los vericuetos y las serpenteantes sendas, hasta llegar al camino real que nos conduciría a la aldea. El ubérrimo valle de alegría alborazada, que poblaba por entero nuestros espíritus, viose en unos segundos nublado y con rapidez cubierto, por un zozobrante y temeroso manto, nacido del retrato que nuestros ojos hicieran, cuando a la entrada de la aldea, justamente en el mismo lugar donde por costumbre, mi amo solía esperarme para xebrar (apartar) sus cabras, estaban aguardándonos los guardias, en la alegre compañía de Jerónimo, que poseyendo las mismas indeseables zunas (costumbres) que su padre, no había perdido ningún tiempo en ir hasta el cuartelillo para delatarnos. Yo tentado estuve cuando me percaté que eran los mismos guardias que el día anterior me habían cobardosamente martirizado, de tirar los garbetus (leños) que llevaba en el hombro, y salir corriendo para huir de aquel verdugo que sonriéndose ladinamente, quizás estuviese pensando su enrevesada y nefastosamente, el volver a esforgayame (arrancarme, estriparme, deshacerme) la única oreja que me quedaba sana. Sin embargo, logré dominar el miedo, y dejando a Muel que abriera la marcha, llegamos a la postre ante la presencia de ellos, y aquel canalla de guardia, no se dirigió a Muel a pesar que unos metros delante de mí iba, sino que vino sonriendo malignamente hacia mí, con las mismas asesinas intenciones que el hambriento lobo lleva, cuando para satisfacer sus ansias del espíritu y la carne, sin el menor miedo se lanza, sobre el inocente corderillo que no tiene a nadie que le defienda. Antes de dirigirme la palabra, aquel demonio con tricornio, que a fe mía desprestigiaban, porque hermosa para el pueblo es la esclava de la Justicia, cuando todas sus obligaciones y credos justamente da cumplidas. Digo yo, que lo primero que hizo fue cogerme mi oreja sana, apretarme un poco para ponerme en atención, y luego mirándome altanera y sonrientemente me dijo: ¡Ahora ya no me negarás de que no has sido tu quien disparó sobre el cabrón de tu amo, y me supongo que también me dirás, dónde has conseguido las armas, maldito pilluelo, hijo de una bruja y de un rojo republicano, o comunista sin entrañas! Tiré los tochucus (leños secos) al suelo apremiado por el dolor que de rabia me desencaldaba (deshacía), con tan mala fortuna que por mí no había sido pensada, que diéronle en las piernas de aquella fiera uniformada, y gran dolor en él tuvo que lleldarse (hacerse), porque dejó de esfarugarme (deshacerme la oreja), para acariciar con gestos de dolor la caña de una de sus piernas, al mismo tiempo que yo hacía lo propio con mi oreja, que ya colorada como una guinda, me resquemaba como si estuviese ardiendo. Mirome con ojos extraviados por la rabia que le enloquecía, y siendo mayor la fuerza de su cobardosa entraña ya en poder de las iras que lo movilizaban, que el dolor que su cuerpo sentía, soltome de revés dos guantazos, que dieron conmigo en tierra, con el rostro manando abundante sangre. Fácil siguiese abofeteándome, pues ya estaba enclicándose (agachándose) para hacer conmigo vayan ustedes saber qué, cuando intercedió su compañero que asiéndole por un hombro, con desprecio y enfado le dijo: ¡Lo que terminas de hacer con este pequeño es una canallada, y como otra vez intentes tocarle del pelo la ropa, te las vas a entender conmigo! ¡¡Estoy harto de tus abusos, y de tus odios y desprecios por todas las gentes desgraciadas!! Ayudome aquel buen guardia a levantarme, y después con su propio pañuelo limpiábame el rostro de sangre, y al parojo que esto hacía cariñosamente me decía: ¡Te juro que nadie te volverá a martirizar más pequeño, y ahora si tu quieres, y que conste que ni te ordeno ni te obligo a contarnos nada, dinos de una vez dónde están esas malditas armas que tanto doloroso daño te han originado! Dime cuenta pronto que de seguir negando no sacaría en limpio nada, ya que el baldroyán (cobarde) de Jerónimo había descubierto ya todo, y a poco listos que fuesen, nada más que les conduciese al lugar donde nos había sorprendido, darían pronto con la cueva, donde se ocultaban las armas. Así que acompañado de Muel y de Pelayu, y seguido de cerca por los dos guardias y el delator de Jerónimo, guielos a paso rápido por entre las vegetativas y pedregosas sendas que serpenteaban por casi inaccesibles lugares, pronto me alegré al comprobar cómo aquel despreciable guardia que tan sañudamente me había martirizado, abarquinaba (respiraba) con penoso trabajo, al mismo tiempo que se deshacía en copiosos sudores el condenado, lo mismo que la manteca fresca expuesta al sol en el verano. Al observar el penoso esfuerzo que aquel guardia repugnante y gordo, imbécil y malvado, tenía que realizar para seguirnos, apreté más aun el paso, que casi se convirtió en carrera y que sólo Muel y Pelayu pudieron aguantarme alejándanos en cuestión de segundos un largo trecho de nuestros enemigos, que en el lleldar (acontecer), ya se habían detenido para hacer acopio de energías unos momentos. Aproximadamente aun no habíamos caminado ni una décima parte del trayecto que nos separaba de la cueva, y ya el llimiagu (baboso) de aquel guardia, se encontraba casi d'afechu despaxaretáu (deshecho), seguramente que antes de llegar al final, en la mente de aquel fucheiru (estercolero) humano, se dibujaría el ruin pensamiento, de maldecir a la ley que como enyordiáu pioyu (sucio piojo) servía, al cachiparru (parásito) que me había delatado, y a mí, por no haber seguido negando. Muel y yo con satisfacción nos reíamos de aquellas gentes, que en nuestras infantiles y sin cultivar mentes, habíamos retratado como personas que tenían menos llixa (fuerza, arte, valer, etc.) que un mure entre las zarpas de un gato. Estaríamos como a la mitad de la andadura, cuando la distancia que nos separaba ya era enorme, y a pesar que de continuo nos ordenaban que no corriésemos tanto y que procuráramos ir siempre a su lado, la verdad es, que ya les habíamos perdido todo miedo y que no les hacíamos el menor caso. Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de decirle a mi amigo Muel, que cuando llegásemos al potchisquéiru (encinal), yo me adelantaría corriendo con todas mis fuerzas, para volver aquel mismo lugar antes que ellos lo hicieran, pero después de haber ya ido a la cueva, para poder esconder para nosotros, dos pistolinas muy atongadetas (bonitas, curiosas), que era una pena que se llevaran los guardias, y que nosotros podíamos esconder en cualquier lado. Y así lo hice, y logré regresar, mucho antes de que ellos, llegaran escadriláus (derrengados), claro que descontando a Jerónimo, porque éste andaba tanto como con la lengua si quisiera andarlo. El caso fue que los guardias aquel día se llevaron las armas, y a los cinco o seis días, regresaron a la aldea preguntando por mi madre y el padre de Muel, para llevarles hasta el cuartelillo, con el fin de no sé qué preguntarles o darles. Cuando mi madre en compañía del padre de Muel regresaron del cuartel, estábamos nosotros xugaretiándu (jugando) debajo del ñoceón (nogal grande) que había a la entrada de la aldea, que tanto como tenía de frondoso y grande, eran de pequeñas, escasas e insípidas sus nueces. De donde viene un adagio asturiano que dice: ¡Mucher grandie ande óu non ande, peru tantu s'espatuxa, comu senún lu fixera, en dalgún lláu fae bona atongadura! (Mujer grande, ande, o no ande, pero tanto si camina, como si no lo hace, por grande en todos los lugares estorba). «Claro que se me olvidó decir, que menos en el catre, para añuedar el cibietchu cundu nun hay oitra, pequenina, atongaina ya melgucira». (Para hacer el amor, cuando no hay otra, pequeñita, bien hecha, y tan dulce como lo que debe ser vivir en la gloria). Digo yo que al ver nuestros padres corrimos hacia ellos, y cuando ante su presencia nos encontramos, casi sin darme cuenta vi a mi amigo rodar por el suelo, por la fuerza vigorosa del tremendo castañazo que su padre le llantó nuna mexietcha (le plantó en una mejilla), pero antes de que yo me percatara del peligro que sobre mí se cernía, vime acochetáu (cojido, sacudido) por mi madre, que me allumbróu (alumbró) un mamplenáu (muchos) pescozones, tan seguidos y atinados, que me parecía que todos me llegaban en ringlera, no teniendo que esperar uno por el otro, para que no se enfadasen ninguno. Y allí mismo por este procedimiento que nuestros progenitores nos hacían, comprendimos que nada bueno los guardias a nuestros padres les habían hecho. Y claro que no era nada respetable ni justo, sino un atropello despiadado, inhumano, mezquino, repugnante y apartado de la Justicia a tanta distancia, como la que existe desde la Tierra hasta el Infinito Cielo. Resulta que la canallesca ley que en aquella para mí inolvidable época existía, nos había condenado a ir a un reformatorio, o a que pagasen nuestros padres una multa de ciento cincuenta pesetas en papel del Estado, en el término de treinta días. Y fue entonces cuando yo empecé a preguntarme, ¿que qué era lo que tenían que reformar en mi...? ¿Acaso entraba en la reforma que aquella ley que estaba por todos los rincones de la Patria haciendo encima de los vencidos y sus descendientes, asesinar a nuestros padres, hermanos, parientes y hasta madres, privarnos de nuestra libertad, y robarnos cuánto teníamos? —¿Aquella ley digo, todavía tenía que reformar algo más en mí, que en un principio ya no hubiese inhumana y endemoniadamente reformado? Yo que era en aquel lleldar un pobre niño de poco más de ocho años, condenado precisamente por la misma ley, a no tener jamás ya el amoroso cariño de mi padre, yo que había sido condenado como todos los jóvenes hijos de los vencidos y encarcelados y asesinados padres, yo que estaba lleno de hambre, de miseria, de sufrimiento y de una soledad inconsolable, yo que si quería comer un trozo de pan duro, tenía que caminar descalzo y medio desnudo, por entre las zarzas y guijarros de las montañas, esclavizando mi cuerpo y mis sentidos, en el cuidado de unos ganados que no eran míos, a mí, a un ser así de natural, puro, desamparado y desgraciado, ¿aún quería aquella entroyada (sucia) ley reformarme por considerarme malo? —Yo nunca he sido político, pienso ahora, ni tampoco con mis palabras harto vulgares y aldeanescas, pretendo fomentar el odio hacia nadie, soy ante todo un liberal disciplinado, que ama a mi Patria, por la que estoy en cualquier momento dispuesto a morir, pero me creo con el suficiente derecho de contar al mundo de cuanto yo he sufrido, que es el retrato de tantos otros huérfanos de guerra que lo mismo que yo tanto sufrieron, aunque más en duda, pongo que lo hubieran hecho, quiero contar todo lo que considero que siendo verdad, no debe ser olvidado, y desearía con toda mi alma, que mis palabras tuviesen repílos (ecos) más clarividentes, que los que en su origen se formaron, para que llegasen a todos los oídos, y en sus mentes gigantesca Humanidad digna y justa edificasen, que diera paso a una libertad liberal y disciplinada, que atrancase (cerrase, peslase) sus puertas a todo cuanto no fuese digno y honrado, de esta sencilla y natural manera, la fraternidad sería por primera vez, el tesoro más puro, luminoso y deseado, que la Humanidad en toda su existencia hubiese conquistado. En este relato, que para muchos críticos comedores, que sólo saben fartase comu gochus (comer como cerdos) e intentar con sus medios deshacer lo que alguien con más capacidad creativa que ellos, más bien o peor ha edificado, digo yo, que muchos críticos fanáticos defensores de normas idealísticas, que con sus leyes en la ocasión asquerosamente convencionales, que lograron deshacer el destino que a mi vida creo que le pertenecía, al igual que a toda la generación de los hijos de los perdedores, no les agradara en absoluto, que un hombre que fue despojado de cuanto poseía, y empujado vengativa y canallescamente al arroyo, cuando él por ser un niño, no podía defenderse, tenga ahora la osadía, con sus pobres medios culturales, d’abayucar la trelda (revolver la porquería), que nadie hasta el presente, tan ajustada y verídicamente pudiera contar jamás. Digo porquerías, pues es eso precisamente lo que suelen dejar las secuelas de una guerra civil, y pobre de aquellos países que la sufran, porque sus hijos quedarán divididos, y los perdedores, tendrán que soportar un yugo, que más flojo, o menos prieto, esclavizándolos los ha de postergar. En este relato retrato yo, al vencedor y al vencido, menos al perdedor de quien soy hijo, ya que he tenido la desgracia de conocerle cuando el desventurado ya era un vencido, pero con el vencedor he vivido siempre, sirviéndole con decencia y honradez, silenciosamente observándole siempre, y no recibiendo de él, nada más que calamidades y ofensas, y sin embargo, nunca le odié, siempre disciplinadamente le serví, y si en el lleldar se siente ofendido por lo que de verdad digo, espero que se comporte conmigo, de la misma manera que con él siempre yo he hecho. Sé que estas narraciones no se han de publicar en mi Patria, porque la censura no permitirá que el hijo más humilde, cuente una verdad que denigra no a mi querida y noble España, sino algunos de sus inamovibles sistemas, pero tengo la firme certeza, que algún querido hermano país, sin el menor odio ni rencor sí ha de hacerlo, y con esta mi voz del pueblo, sencilla y natural, ubérrima y estéril, millones de seres de la Tierra habrán de saber, que hoy todavía, vive en mi Patria, la mitad de una generación, descendiente de los perdedores de la sanguinaria Guerra Civil que empobreció a la más maravillosa nación del mundo como es mi España, apartados de todo acceso a cualquier puesto de responsabilidad, bien en el gobierno, en los sindicatos, o en cualquier otro lugar, de responsabilidad de la Patria. Y desde aquí, invito a todos los españoles para que investiguen esto que he dicho, y ya verán como es una verdad, que no admite discusión posible. Cuánto placer sentiría yo si me pudiese expresar con ustedes en la maravillosa, ancestral y rica Lengua Asturiana, pues para mí, decir las cosas en Castellano es un verdadero fastidio, con tantos puntos y comas, y demás signos ortográficos, que para un hombre sin estudios de ninguna clase como yo, es una verdadera tortura, pues mi imaginación que idea y piensa con la fuerza de un enorme río enloquecido, a la hora de querer contar estas copiosas cosechas, que hasta en los mismos sueños me alumbra, cuando me pongo a escribir todos estos pensamientos y acaeceres, al expresarlos en español, meto la pata hasta los corbétchones, por esto ruego me perdonen, y háganse a la idea, de quién les está hablando, no es nada más que un humilde aldeano, sin más escuela que la siempre dura universidad de la vida. Y con la fortuna o desgracia de haber nacido con el embrujador duende de ser soñador, no por aparentar, por ocio o por estudio, sino con la intima necesidad que me tortura el alma, al mismo tiempo que me embarga dentro de una felicidad, que me hace en ocasiones ser dichoso, sin jamás haber sido feliz, y en otras dimensiones me llena de tal tristeza, que en apariencia sin sucederme nada, me encuentro tan apenado y deprimido, que todo cuanto me rodea y hasta yo mismo, me parece la pestilente porquería, con que se harta sin jamás hastiarse, el nefasto diablo al que entusiasmados y egoístas servimos. Enteponíu colaba you dellantre de miou madre, espatuxandu caleya adiantre, afalau per las engafuráes pallabres de miou má, camín de la nuesa teixá. (Conducido corría yo delante de mi madre, caminando rápido calleja arriba, arreado por las envenenadoras palabras que mi madre me dirigía, a la vez que hacia nuestro hogar nos acercábamos. Yo miraba arisco para ella, pensando que me iba alcanzar presto, para propinarme ante mis vecinos, otra somanta (paliza) como la que de aun mi cuerpo se condolía. Al fin llegamos a nuestra casa, y ya en ella encoyíu (encogido) por el temor, aguardaba resignado que mi madre calmara su furia dándome una nueva cuera, que mereciéndola, no la merecía. Estaba visto que llevaba unos días, que todos los golpes me habían elegido a mí para sus descansos, primero el cobarde de mi amo, que con sus asquerosas manos, me había puesto el rostro, tan descalabrado que no había en él un lugar sano donde coyera una guya (cupiera una aguja), después el canalla del guardia, que me dejara las orejas tan maltratadas, que me parecía que no eran mías, y para finalizar mi madre con aquella argurtóuxa tocata que m'apurriera (alta paliza que me propinara), que según me parecía, no había sido nada más que la parba (desayuno breve) de la que se esperaba Furibunda y desesperada asiome mi madre por mis maltrechos hombros, y al mirarme yo en sus hermosos y enojudos ojos, pude ver en lo más profundo de ellos, el desmesurado amor que la pobre me tenía, y lejos de azotarme como yo pensaba, sólo me preguntó muy apenada y preocupada: ¿De dónde vamos a sacar esas ciento cincuenta pesetas Xulín? ¡En alguna parte hijo, nos las agenciaremos, porque yo no permitiré que esta canallesca ley, hecha por indeseables sin entrañas, te lleven al reformatorio, donde ellos se tenían primero que reformar, para no seguir sembrando entre los desventurados vencidos, tanta vengativa y nefastosa canallada! Al día siguiente al rayar el alba, después de desayunar el rabón, (leche ácida cocida con harina de maíz) del que yo sí que me harté, pero ella la pobre apenas comió unas cucharadas, armada mi madre de un azáu (hacha) que había pedido prestado a un vecino, y yo de una foiceta (hoz) de podar la leña, fuimos al monte comunal a baltiar (cortar) leña, pues un carro de leña de encina, roble y espinero, que pesaba más de tres mil kilos, pagaba el maestro panadero, de la única panadería que había en el concejo, cincuenta pesetas por él, así que teníamos todo un mes por delante, para preparar los nueve mil kilos de leña, que nos proporcionarían las ciento cincuenta pesetas, con las que calmaríamos las iras de aquella inhumana ley, que tan despiadadamente nos había castigado. Parecía que mi madre poseía la fuerza del más intrépido de los hombres, talmente era un gigante que con una fiereza incomparable, chorreando sudor y espelurciada su rubia cabellera al viento, cortaba sin el menor descanso encinas, robles y espineros, mientras que yo imitándola en cuanto podía, podaba aquellos arbustos con el más grande de todos mis entusiasmos. Serían las tres de la tarde y no habíamos hecho aun el más pequeño descanso, cuando mi madre me dijo que buscase caracoles, que se criaban en abundancia por aquellos lugares, tal cosa hice mientras que ella prendía un buen fuego, y allí asamos los caracoles que al ser atacados por el calor, estiraban su cuerpo asándose perfectamente, y fue aquella asquerosa comida la que mitigó nuestra hambre. Y así un día, y quince, y veinte, hasta que logramos preparar sin desfallecer ni descansar, los tres carros de leña, acarreándolos a las costillas, en otras ocasiones poleándolos (haciéndoles rodar) por entre los zarzales y las peñas, hasta poder llegar con tan copiosa cantidad de leña, al estratégico lugar donde el panadero con su carro, pudiera cargar la leña. Estábamos embalagándola (apilándola) mi madre y yo muy ufanos y satisfechos, de la difícil victoria que habíamos en tan escaso tiempo conseguido, porque en duda pongo, que pocas gentes en todo el Universo en las circunstancias que nosotros nos encontrábamos hubieran podido lograrlo. Digo yo que en tal trabajo nos encontrábamos amontonando aquella leña, que todos los tochos (leños) medio descortezados por la cantidad de veces, que fue menester rodarlos por entre los cuetus (piedras) que poblaban aquel xerrapeíru (sierra) daban señales y no por los cortes de las herramientas, de haber sufrido lo indecible por encontrarse despeyexáus (despellejados) hasta casi el total emporricamiento (desnudez) de las arnas (cortezas) que los cubrían. Nuestras físicas humanidades se encontraban tan maltrechas después de tantos días de sobrehumano trabajo y de raquíticos y deplorables alimentos, que tal parecía que éramos cadabres (cadáveres) vivientes, sino supiesen cuantos nos conocían, que éramos dos invencibles barras del más puro acero. Yo descalzo de afechu (del todo) y mi madre con las alpargatas dándoles vueltas alrededor del tobillo, imposibilitadas del menor encatesu (remiendo) todas nuestras escasas vestiduras lucíanse tan acuchilladas, como si fatáus (muchos) puñales anárquicamente las hubieran rasgado. Y nuestras pieles por todos los lados se encontraban arraguñáes (arañadas), pinchadas, magulladas, en definitiva martirizadas por las piedras, por los espinos, por la infinidad de arbustos que en aquella sierra casi inaccesible para las mismas cabras, yo y mi madre como dos guerreros invencibles, cortamos aquellos tres carros de leña, que al decir de mi madre, servirían estupendísimamente bien para amagostar (asar) a la propia ley, y a los sinvergüenzas y deshumanizadores fascistones que la vieran fechu (hubieran hecho). Y en postura tan deplorable se empobrecían nuestros desventurados cuerpos, por todo lo contrario, nuestros espíritus se lucían sanos y fortalecidos, orgullosos y alegres, por haber conseguido aquel trabajoso y casi imposible triunfo. También solía decir mi madre dentro de una rabia y desilusión enfurecida, que si los «roxus» (rojos) hubiesen batallado con el mismo ardor, e indómito entusiasmo que nosotros habíamos puesto, todos los fascistones de Europa serían nada para vencerlos, ni en lo más mínimo. Vuelvo a repetir, que concluíamos mi madre y yo de empericotar (apilar) los cuatro leños que faltaban para dar por terminada aquella proeza, cuando la diosa fortuna nos vino a visitar en la forma de Falu el maderero, que más o menos, esto fue lo que nos hizo, y nos dijo: ¡Buenas tardes Lluza!, que así era como llamaban en asturiano a mi madre, ya que en castellano su gracia es Luzdivina. ¡Se ‘l tou home allevantara la motchera, ya te viera a tí ya ‘l tuo fiyiquín, nel estáu que vus deixó la llamazoúsa ley del venceor, paime amín, qu'el probetayu espavoríu per tan grandie inxusticia, oitra vez se morrería! (Si tu marido volviera al mundo y te viera a ti y a tu pequeño hijo, en la situación que os ha dejado la fangosa ley del vencedor, me parece a mí, que el pobre lleno de un enloquecedor pavor por tan grande injusticia, otra vez se volvería a morir). —Recuerdo yo muy bien, lo mismo que si en este momento de nuevo lo estuviese viviendo, lo que me ha hecho esta canallesca ley que ahora a ti te martiriza, cuando en los frentes de Teruel me cogieron prisionero. Me internaron en un campo de concentración, y me dieron más palos que días me quedan de vida, aunque muerra tan viétchu (muera tan viejo) como Marcelín el de Fresnedo, que le llevó Dios cuando pasaba de los ciento diez años. Como comida nos daban una lata redonda de sardinas o bonito, que los prisioneros le llamábamos «el reloj», ya que así era de pequeña. Cuando te salía podre, que sucedía la mayor parte de las veces, te pasabas el día haciendo vigilia. ¿Cuánto te va a dar el panadero por esta leña Lluza? ¡Hombre yo creo que son tres carros buenos, y como está pagándose a diez duros el carro, pues me dará treinta! ¿Algamate? (alcánzate para la multa). ¡Sí Falu, ye lu xustu! (Es lo justo). Rafael, que así se llamaba Falu, (uno de los hombres más honrados, trabajadores y enteros que yo he conocido), a la vez que del bolsillo interior de su chaqueta sacaba la cartera dijo: ¡Mera compañera, voy a venir con el camión de la compañía maderera y llevar toda esta montaña de leña a Trubia, yo te voy a entregar ahora por ella trescientas pesetas, si después vale más, ya te daré el resto, y si vale menos, considera ese dinero que te di, como regalo de un roxu decente ya honráu comu tú le yes miou neña! (Rojo decente y honrado como tú lo eres mujer). Al día siguiente que era feria semanal en la capital del concejo, pidiole mi madre prestado a una buena vecina amiga suya un paxiechacu (traje, vestido) y unas zapatillas, y así vestida de prestado la pobre, se trasladó bien de mañana a la Villa, pagó la multa a aquellos canallas que servían a una ley tan ultrajante, que a los vencidos y sus inocentes descendientes peor que a apestosos esclavos nos trataba. Luego, después, compró ella un paxietyín (un vestidito), unas zapatillas y unas madreñas, para mí, un buzo, que era la vestimenta que entre los pobres se estilaba, unas alpargatinas y unas fuertes madreñas, y después de mercar algunas cosas necesarias, vino para casa la mar de contenta y satisfecha. Y ahora yo me pregunto a muchos años de distancia, viviendo aquellos por mí vividos pisoteados y vengativos tiempos, ¿a qué asesinas, sucias y cobardosas manos, irían a parar, aquellos nuestros dineros, ganados con el sobrehumano esfuerzo y la más justa honradez, manchados por la sangre de nuestras heridas producidas en el agotador trabajo, y mojados por tantas gotas de sudor, como de estrellas debe de haber en el infinito cielo? ¿No se dan cuenta amigos lectores, que injusticias como ésta, o de otra índole aun mayores, deben de contarse al Mundo, pese a quien pese, para quienes las escuchan forjen en sus sentimientos, de que en toda guerra, y sobre todo las civiles, dejan tras de sí, primeramente el dolor más deshumanizante, después las venganzas más pervertidas, que darán vida con fuerza ilimitada, a la repugnante, sanguinaria y odiosa fiera, que todo ser humano, desde los primitivos tiempos de su nacencia, lleva celosamente escondida, en el apartamiento más oscuro y más brillante de su espíritu, donde se mueve gozoso el sentimiento humano, tras de saber que a su Prójimo bien le ha hecho, y se revuelve envilecido, encanallado y airado por el odio y las iras endiabladas, cuando también comprende que a sus semejantes, en el dolor y el sufrimiento los ha sumergido. Y fue precisamente a estos desatinados sentimientos, manejantes en aquellos tristes momentos, de las inhumanas leyes que regían los destinos de mi Patria, donde fueron a parar mis dineros, mis primeros dineros, ganados con más santidad y honradez, que pueda llevar dentro la propia Hostia Santa, que es tanto como decir, que sólo los mismos demonios faltos de toda conciencia y sin el más mínimo sentimiento de honestidad, podrían sin sentir asco de sus propias personas, apoderarse de los honrados y muy fatigosos trabajos, de una viuda de los roxus (izquierdistas, rojos, por el mismo estilo), y de un huérfano de los mismos. ¡¡Yo creo, que como aún no habían satisfecho sus ansias asesinas, con la muerte de mi padre y de tantos inocentes, precisaban en el momento que preciso les venía, afestinarse en postres con el esfuerzo y sufrimiento de sus deudos!! Durante algunos días viví yo jugueteando por la aldea, mi vida sin ninguna preocupación, muy contento porque iba vestido con aquel mono nuevo, más delgado que un papel de fumar, ya que se me había esgazáu (roto) por más de media docena de lugares, pero aún así, a mí me parecía que llevaba puesto, mejores galas que el mismo vencedor, que poco lucía sobre sus costillas, que se le pudiera denominar verdaderamente honrado. Mi madre mientras tanto, seguía incansablemente trabajando por las tierras de los vecinos, sin jamás cobrarles ni una peseta de sueldo, pues ella tan sólo quería, que al cambio de sus sudores le dieran una cestina de patatas, una fontadina de farina, ou de fabes lu mesmu foran prietes que blanques, d'arbeyinus ou d'oitra cebeira, dalgún terreñaín de lleiche, mazá, tarabazá, ‘n culiestrus ou cabantes de brañar. (Una fuente de harina, o de alubias de cualquier marca o color que fueran, de guisantes o de cualquier otro cereal que fuera, algún jarro de leche, desnatada, cuajada, o la que alumbran las vacas recién paridas, o de la que terminasen de ordeñar a una vaca de leche). Ella llegaba todos los atardeceres a nuestra casa, sudorosa y cansada, pero resplandeciente de alegría, porque en su mandil traía mi comida. Luego, después de que yo me hartaba, nos acostábamos los dos en aquel jergón de sacos, repleto de hojas de maíz y también de pulgas, y abrazada a mí, se quedaba muy pronto profundamente dormida. Yo que desde niño he dormido poco siempre, quizás para hacer bueno el dicho que de camino me invento, que considera al que poco duerme más infeliz, que quienes tienen la dicha de dormir prácticamente, dentro de estos mis desvelos, en la silenciosa tranquilidad de la noche de aquella amplia sala desmueblada, cuyas paredes y techo estaban del sarro que deja el humo, y plagadas de arroxetáus (enrubiecidos) goterones, que ponían al descubierto las primeras pinturas que habían tenido, fendíu (cortado) de continuo este silencio, por el risueño y sórdido murmullo que alumbraba el pequeño río que vertiginosamente se deslizaba a menos de diez metros de nuestra casa, y otras veces también era enruxeráu (alterado) aquel silencio, por los ladridos de los perros de la aldea, o por el cante siempre misterioso y apabullador que hacen las curuxas (buhos) en la noche, cuento yo en que estos desvelos, observaba el placenteroso dormir de mi madre, con su respirar acompasado, fuerte y sano, con todos sus acerosos músculos, con naturalidad relajados, talmente parecía mi madre del todo inofensiva, mas sin embargo, aquel perfecto y vigoroso cuerpo que acoplaba fuerzas en el descanso, de la misma natural manera que agigantadamente dormido descansaba, cuando despierto se hallaba, se transformaba en un invencible e incansable guerrero, condenada ya a luchar en l'engarradiétcha del trabayu (la pelea del trabajo), todos los momentos de su vida, por los mismos endemoniados vencedores, que primeramente le habían achuquináu ‘l sou home ya lus sous fíus. (Asesinado a su marido y a sus hijos). Y ahora que ya todo ha pasado, y lejos de olvidarlo se agiganta cada día más en mi mente, yo me pregunto, que si mi madre no hubiese sido así de luchadora, de brava, de valiente y honrada, qué seria de mí y de ella misma, acosados en todo momento por la ley insana del vencedor, y xunius (uncidos) también para siempre, en el desventuroso carro de la esclavitud bien vigilada, por el látigo y la pistola del triunfador.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > carraca

  • 10 dearly

    adverb (very much or very strongly: I would dearly like to see you; She loved him dearly.) mucho, muchísimo
    tr['dɪəlɪ]
    1 (very much) mucho
    \
    SMALLIDIOMATIC EXPRESSION/SMALL
    dearly beloved SMALLRELIGION/SMALL (amados) hermanos
    dearly ['dɪrli] adv
    1) : mucho
    I love them dearly: los quiero mucho
    2) : caro
    to pay dearly: pagar caro
    adv.
    amorosamente adv.
    'dɪrli, 'dɪəli

    dearly beloved — (frml) (as form of address) ( Relig) (amados) hermanos

    2) ( at great cost) caro adj
    ['dɪǝlɪ]
    ADV
    1) (=very much) mucho, de verdad

    his dearly beloved wife — su amada esposa

    dearly beloved, we are gathered here today... — queridos or amados hermanos, estamos aquí reunidos hoy...

    the dearly departedfrm el queridísimo difunto/la queridísima difunta

    2) (=at great cost) caro

    victory for the Russians was dearly boughtlos rusos pagaron un precio muy alto por la victoria

    to cost sb dearly — costar caro a algn

    to pay dearly for sth — pagar algo caro

    * * *
    ['dɪrli, 'dɪəli]

    dearly beloved — (frml) (as form of address) ( Relig) (amados) hermanos

    2) ( at great cost) caro adj

    English-spanish dictionary > dearly

  • 11 Buzzell, Edward

    1900-1985
       Transplantado de Broadway a Hollywood como actor de comedias musicales, en 1932 se inicia en la direccion. Su vida profesional transcurre, en lo esencial, entre Columbia y Metro-Goldwyn-Mayer. Cele bre por sus dos peliculas con los Marx Brothers para este ultimo estudio (Una tarde en el circo y Los Hermanos Marx en el Oeste), la se gunda de ellas resulta como minimo dudoso que pueda ser calificada como un western, a pesar de lo cual parece conveniente incluirla como tal. En MGM Buzzell tuvo ocasion de dirigir algunos musicales de gran presupuesto como La hija de Neptuno (Neptune’s Daugh ter, 1949), producto para el lucimiento de la estrella nadadora Esther Williams.
        Go West (Los hermanos Marx en el Oeste). 1940. 80 minutos. Blanco y Negro. MGM. Groucho, Harpo y Chico Marx.
        The Omaha Trail. 1942. 64 minutos. Blanco y Negro. MGM. James Craig, Dean Jagger, Pamela Blake.

    English-Spanish dictionary of western films > Buzzell, Edward

  • 12 xitanus

    Xitanus, gitanos. —Nus tempus d'endenantes cundu you era guaxe, toes les aldines de la miou Tierrina taben ameruxáes d'istes prexones ya d'oitres qu'achegaben fasta lus nuexus chugares catandu dalguna ruquera qu'enzular p'afogar la prietona fame que lus encibiétchaba, peru de toes les xentes qu'achegaben ya caúna col sou rexistru, lus únicus qu'arrapiegaben dalgu yeren lus intelixentes ya estutus xitanus, vou cuntabus nagora a la memoria d'istes ximples, xenciétches, intelixentes ya desprestixáes xentes isti tratu que cheldarun d'enría d'un veicín miou. TRADUCCIÓN.—En los tiempos pasados cuando yo era un niño, todas las aldeas de mi querida Tierrina, estaban, plagadas de estas gentes y de otras parecidas, que llegaban a nuestras aldeas buscando alguna cosa para comer, con el fin de ahogar la grande hambre que los encadenaba, pero de todas las personas que llegaban y cada una con su oficio bien entrenado y aprendido, los únicos que lograban engañar y sacar partido de sus trapisondas eran los inteligentes gitanos. Yo les voy a contar ahora a la memoria de estas simples y sencillas gentes, de estas buenas, inteligentes y despreciadas personas, un trato que hicieron con un vecino de mi aldea que siempre se las dio de listo, pensando que por mal que fuese el trato, él siempre saldría ganando, ya que su pollino valía muy poco. "PIN EL TOIPU" “JOSÉ EL TOPO” —Chegarun lus xitanus naquel díe del mes de coyer el pan mu cedu a la miou aldina, tou la nuétche la borrina apaxiétchara l'aldina con choramicus d'orfina, anxín yera que tous lus erus taben orbayainus, ya lus pancicales llucíen sous espigues enxemáes sous ariestes d'urpinas d'orfinadura, tal paicíen les espigues que yeren xoyes de finu goru, dientru de repuxáus cadexinus de plata de bona lley. —Llegaron los gitanos aquel día del mes de recoger el trigo (agosto), muy temprano a mi aldea, toda la noche la densa niebla había vestido a la aldea con finas lágrimas que casi invisiblemente de la niebla se desprendían, así era que todos sus campos estaban mojados, y los trigales lucían sus espigas llenas sus aristas de delicado rocío, tal parecían las espigas joyas del más fino oro, dentro de repujados de finas cadenas de buena plata de ley. —Taba la borrina pe la fondeirá de lus préus de la braña, ya tal paicíe qu'aquel díe 'l sol diba ser de figal, anxín yera qu'al nun puder coyer el pan per tar moyáu, cuaxi toes les xentes poucu teníen que faer, perque la yerbe tóa ya taba nel payar perque tou 'l branu fora un magosteiru, per isti cheldar toes les xentes andaben d'un lláu p'oitre chuquinandu 'l tempu, menus lus qu'andaben curiandu 'l ganáu. Anxina yera que la ñovedá de lus xitanus faía qu'el cutidianu tempu s'espiertare dálgu qu'agüéchar nuéu. —Aquechus xitanus chegaben prietus comu les rexes del xardu, amagostáus sous focicus pel sol de lus caminus, ya prietus tous sous pelleyus que chebaben al entestate, que cuaxi, cuaxi andaben en porriques, perque tantu lus homes comu les mucheres traíen sous paxiétchus tan eszarapáus, tan amamplenáus d'esgazaduras per tous lus lláus, que solu lus homes tapaben lus coyones, ya les muyeres la clica yal entamu, perque lus nenus andaben cuaxi d'afechu en porriques. Yera aquecha caterba de xitanus ente lus de sou clás lus mái probes, perque nin tan xiquiér teñíen nin pequenu nin ruín querru, tou contu teñíen chebábenlu d'enría de les costiétches ya del llombu de sous pótchinus. Istus xitanus per lu xeneral son mái pelligróuxus ya galaméan munchu máu depriexa d'un lláu p'oitre nun istanti, que lus que cheben querrus, pos ístus xamás faen les rapiegáes de lus oitres, perque tenen teixá dou catalus que son lus querrus dou s'ateíxan. TRADUCCIÓN.—Aquellos gitanos llegaban negros como las barras del xardu, tostados sus rostros por el sol de los caminos, así como también negros eran los cutis que lucían al aire, pues casi del todo andaban desnudos, porque tanto los hombres como las mujeres, traían sus vestidos tan rotos, tan sumamente despedazados por todas partes, que solo los hombres se tapaban los cojones y las mujeres el culo y las tetas porque los niños andaban casi completamente desnudos. —Era aquella tribu de gitanos entre los de su raza los más pobres, porque ni tan siquiera tenían ni ruino, ni pequeño carro, todo cuanto poseían lo llevaban encima de sus esqueléticas costillas y al lomo de sus pollinos. Esta clase de gitanos por regla general eran más peligrosos y se movían con más rapidez de un lado para otro en un instante, cosa que no podían hacer los que llevaban carros, pues estos jamás cometían los ladronizos de los primeros, porque tenían su casa dónde ir a buscarlos que eran los carros donde vivían. —Chuéu toes les xentes de l'aldina que teñíen dalgúna couxa que perder puxérunxe na guardia de llindiar aquechus xitanacus que lu mesmu arrapiegaben una pita, que cuallesquier oitra couxa menus les ferramientes de trabayu ya les madreñas, pos istes prexés yeren p'échus una ufenxa pa sous dinidáes. —Fexerun sou chariegu debaxu lus húrrus, xeitu dou s’ateixaben toes les xentes que comu échus espatuxaben pel mundiu adiantri, yeren ente mucheres guaxes ya homes un cabanáu de mái d'una ucena, ya sólu traíen tres pótchinus, dous burraxus grandies ya enteirus, tan flacus ya prietus comu taben échus, anxín comu 'na pótchinada pequena ya ruina, que viaxaba xin dalgun aparexu danría 'l sou cadarmeiru llombu, you nun sei xin yera perque nun tendríen mái albardes ou lú que fore, ou perque teñía un pótchinín de pouques xemanes tan famientu ya esguiláu comu tous échus. Nun istantín xebrárunse tóus nel trabayar de sous deleres, metandu qu'angunus quedaben debaxu 'l húrru dexaparexandu les couxes de lus pótchinus oitres tremáus pe l'aldina cataban buxíu pa les sous cestiquínes con mires d'escambiayes per comedera, ou leyíen la bona xuerte, ou chaben les cartes, ou miagaben llimosnes aqueches mucheres que chebaben un nenu d’entamu pal cuál pedigueñaben pel amore del Faidor dalgu de lleichi ou farina, ou pataques, ou fabes, pos ya nel atayu del pedigüeñáu tou lu que fora yera p'échus un antroxáu de festa. —Nel treminu de poucu tempu, tizarun el fuéu, puxeron el pote ya fixerun dalgu callentri, nun sei lu que yera, ya despós de ben gradiada l'aldina, rexúntarunse tóus enxemáus d'allegría, ya falandu na sou xerga metanes enzulaban el potaxín qu'encaldaran, tal paicía que yeren mái fellices que tou l'aldina xunta. TRADUCCIÓN.—Pronto todas las gentes de mi aldea que tenían alguna cosa que perder, se pusieron en guardia para cuidar aquellos gitanos, que lo mismo robaban una gallina, que cualquier otra cosa, pues todo les venía bien y érales necesario, todo menos las herramientas de trabajo y las almadreñas, pues estas preséas, eran para ellos una ofensa hacía sus dignidades muy particulares tan sólo con mirarlas. —Hicieron su campamento debajo de los hórreos de la aldea, lugar donde se aposentaban todas las gentes que como ellos caminaban por el mundo adelante, eran entre mujeres, niños y hombres, un tropel de gentes de más de una docena, y sólo traían tres pollinos, dos grandes burros sin capar, tan flacos y hambrientos como estaban sus dueños, así como una borrica pequeña y ruina, que viajaba sin ninguna clase de aparejos encima de su cadavérico lomo, bien fuese porque no tenían más albardas, o porque estaba criando un pollinín de pocas semanas tan hambriento y enflaquecido como todos los seres que componían aquella tribu. En pocos momentos se repartieron todos sus trabajos, mientras que unos se quedaban debajo del hórreo desaparejando las miserables cosas que traían encima de sus pollinos, otros se repartieron por la aldina, buscando la forma de acomodar a sus cestas en el cambio de comedera, otros leían la buena suerte, o echaban las cartas, o pedían limosnas aquellas mujeres que llevaban un niño de rollo entre sus brazos, para el cuál rogaban por el amor del Hacedor, un poco de leche, o harina, patatas, judías, pues ya caminantes en el atajo de pedir, todo cuanto les dieran para ellos era un regalo de fiesta. —Despos d’engayolar un migayu lus sous ventronacus, perque fartar nun viexen féchulu por lo rápido que habían comido, y lo poco que manejaran la cuchara, pués you agüétchabalus andar a xorbiatus de sous pletus ya cazuelus, per lu que cullumbréi que l'únicu que viexen faíu, fora callentar el estómagu conún tarreñaín de caldapius. Falu que coyerun lus sous pótchinus lus homes d'aquecha tribu 'n compaña de lus sous guaxes que comu you yeren zaragoletus, ya xebrárunxe p'escontres la veira 'l ríu, con mires de catar blimbes ya delgu de comedeira pa lus sous burraxus, perque per tous lus lláus taba la campíz amagostá d'afechu per cuaxa de les callores de tou 'l branu, peru lus pótchinus de lus xitanus manque sean viétchus rumien cuallesquier clás de fuéas ou yerbaxus, pos cundu la fame ye grandie, lu mesmu les prexones que lus anemales nun le ponen mal focicu a dalguna clás de comedera, pos tou ye comu 'n mamxar, ya les boques mái escosáes de caniles, rabilen ya ruquen cuaxi lu mesmu que xin lluciéranxe ben ferramientáes, perque la fame fae millagrus en tous lus xentíus menus nel del estómadu. —Un de lus tres pótchinus el de mexor presencia, chevaba una cabezá cuaxi nuéa, con grandies ureyeres, ya mosqueires de collorinus que remataben nunes moutes comu la de les monteires de lus xoldiáus, xegun el miou preciar, aquecha cabezá teñía mái vallor que tous lus paxiétchus, fatus, cacíus e aparexus que chelaba la tribu enteira. TRADUCCIÓN.—Después de entretener o engañar un poco el estómago, porque hartar no debieron de haberlo hecho, por lo rápido que habían comido y lo poco que manejaron la cuchara, pues yo los observaba beber con ansiosos tragos por sus platos o escudillas, por lo que saque en consecuencia, que lo único que habían hecho no había sido otra cosa, que el calentarse un poco el estómago, con aquel puchero de pobres caldos. Dígoles que nada más dejar los platos, cogieron los hombres de aquella tribu sus burros, y acompañados por los niños mayorcitos, se marcharon para la orilla del pequeño río, con miras de buscar mimbres y alguna hierba para darles de comer a sus animales, ya que por todos los lados se encontraba el campo quemado del todo por la causa del excesivo calor de aquel verano, pero los pollinos de los gitanos, así como todas las gentes y animales del mundo, bien sean viejos o nuevos, comen o rumian cualquier clase de alimentación cuando son atacados por el grande hambre, pues con esta esquelética señora por dueña, tanto las personas, como los animales, no le ponen mal hocico a ninguna clase de comida, ya que la más despreciable es un rico manjar, y hasta las bocas limpias de todo diente, trituran y rumian casi lo mismo, que las que tienen un buen dentamen, porque el hambre, hace milagros en todos los sentidos menos en el del estómago. —Uno de los tres pollinos, el de mejor presencia, llevaba puesta una cabezada casi nueva, con grandes orejeras claveteadas, y mosquiteras de diferentes colores, que terminaban en unas borlas, como las que llevan los gorros de los soldados. Según mi apreciar, aquella cabezada tenía ella solo más valor, que todos los vestidos, y demás ropas, cacharros y aparejos de toda la tribu. —Cundu lus xitanus chegarun al regueiru dexarun a la pótchina yal oitre buche xueltus, paque guarecieren per achindi 'l sou antoxu lu pocu que viexe que pastiar, metantu qu'al pótchin de la lluxóusa cabezá, l'arretrigarun al tueru d'una figaleta, chandói achindi delgu de xegáu qu' apradiaben per les xinuexes veires del regueiru, que xegaretaben conún foicinacu, tal paicíe qu’aquel pótchin tratábenlu mexor que a lus oitres, per unguna razón que you entavía nun comprendíe, achindi rucandu arretrigáu a la figalina taba enzulandu lu quei chaben, metandu qu'al lláu d'él taba un xitanu pulgandu ou escortexandu blimbes, cundu paxóu per el cháu d'él Pín el Xordapu, que comencipióu a nomaxe 'l Toipu disdi aquel mesmu díe. Pín qu'entendía d'animales per viexe criáu xempre 'l lláu d'échus, cundu agüétchou aquel burru de bona prexencia, que rucaba comu 'n condenáu aquechus yerbatus, ya qu'auxaba les mosques a patáes, rabotazus ya fasta con xeniu col sou focicu fasta 'l xeitu qu'el ramal lu dexare, comencipióu a falar col xitanu de couxes que you nun ureaba perque taba dalgu lonxe d'échus xugaretiandu a lus mious deleres, metantu uxerba a lus xitanus lu que faíen per la veira del regueiru, anxín me lu dixu que fixera miou tíu, que teñía un patacal per aquechus chugares, ya nun fora que lus xitanus fozaran en él ya l'arrapiegaren un manegáu de pataques. —Nagua you les uyía de lu que falaben, peru xin qu’agüétchaba a Pín afilbanar per tous lus lláus al buche con güeyáes ximulóuxes, pa despós cundu s'allevantóu 'l xitanu dexandu 'l sou trabayu, comincipiar a rexistrar el burru anxín per altu. Despós vilu colar pala sou teixá, paiciéndume qu'espatuxaba mái llixeiru qu'oitres veices, al ratiquín vilu golguer col sou burriquín del ramal, qu’al colocalu ‘l lláu del d'el xitanu paicía un nanu pelu pequenu ya rancuátchu que yera, fói entoncienes cundu m'ariméi 'l lláu d'échus cundu envidayéi que diben cheldar un tratu. TRADUCCIÓN.—Cuando los gitanos llegaron al riachuelo, dejaron a su borrica y al otro pollino sueltos, para que pacieran por allí a su antojo, lo poco que había que patiar mientras que el pollino de la lujosa cabezada le amarrarón al tronco de una pequeña higuera, y allí le dieron algo de pación que recogían en las cuestas y difíciles orillas del torrente, que segaban con una pequeña hoz, tal parecía que aquel pollino le cuidaban mejor que a los otros, por alguna secreta razón que yo no comprendía. Allí rumiando atado a la higuera estaba comiendo lo que le daban, mientras que al lado de él, sentado se encontraba un gitano que parsimoniosamente pelaba las mimbres para hacer cestas, cuando acertó casual o intencionadamente a pasar por el lugar Pín el Sordo, que se comenzaría a llamarlo Pín el Topo en toda la aldea y sus contornos desde aquel mismo día. —Pín que entendía mucho de animales por haberse criado toda su vida entre ellos cuando vio aquel burro de tan buena presencia, que comía como un desespera aquellos hierbajos, que cualquiera de sus animales despreciaría, y que par espantaba las moscas dando recios y enérgicos coces, fuertes rabotazos y hasta con su hocico con recio regio las espantaba hasta el lugar que se lo permitía el ramal que le ataba. Se detuvo y empezó a dialogar con el gitano de cosas que yo no podía oír por encontrarme demasiado alejado de ellos jugando a mi manera, mientras que en todo momento observaba a los gitanos todos sus movimientos, pues así me lo había ordenado un tío mío, que tenía una huerta sembrada de patatas por aquellos lugares, y no fuera a ser que estos condenados entrasen en ella, y le robasen un grande cesto de patatas. —Nada de cuanto hablaban les escuchaba, pero si que observe a Pín con miradas simulosas propiar al pollino por todas partes, para después, cuando se levanto el gitano y dejó su trabajo, comenzar a registrar al jumento así por encima sin mucho detenimiento, para después marcharse camino de su casa, pareciéndome a mí que caminaba con más ligeraza que otras veces. Al poco tiempo le vi retornar con su borriquito del ramal, que al colocarle al lado del de el gitano, tal parecía un enano por lo pequeño y ruin que era, mi curiosidad me hizo acercarme al lado de ellos, y así pude comprobar como querían hacer un trato. —Cundu 'l xitanu agüeyóu 'l buchacu de Pín xonriyendu le dixu, que comu teñía la poucu vergüenxa del querer cambear el sou buchecín, que yera de fierru ferrunóuxu, per el sou pótchin, que yera de goru macizu, pos xin él tal couxa fixera xemeyaría 'l toipu que cambeóu lus güétchus pel ráu. Pín comencipióu falale que xin dalgu tenía qu'apurriye que fora xustu ya non una rapiegada, pos achindi taba pa tóu lu que fore honréu. El xitanu entóus comencipióu a rexistrar el burrín de Pín conél esprapayu de maestru nel ufixu, palpulu ya miróulu tóu em menus tempu del cantíu del pitu, ya despós díxole, qu'l sou borriquín yera mu vieyu, quei faltaben dalgunus molares ya que teñía l'amolaxura de la foría, total que xin quería camiar el buche teñía qu'apurriye déz pexus enría, ya dous pela cabeza, pos al sou pótchin nunye xeivía perque coyíu tou él dientru d'écha. Pín el Xordapu coyu 'l xitanu pela pallabra ya díxole, que taba d'acurdu 'n apurriye lus déz pexus pel pótchín ya dái 'l suyu enría, peru pelu que nun entraba yera nel mercái la cabezá, pos xospechaba qu'aquel lluxóuxu arñés yera 'l frutu d'una rapiegá, ya nun fora la couxa qu'un díe topara 'l sou amu per dalgún merquéu ou feria ya viexese nun vergüenzóuxu compromixu. —Fáigarne 'l favor paixanu, contestoye 'l xitanu nel char del noxáu. ¿Vusté nun ten güeyus nixe focicu de magüetu que ten, p'uxervar qu’ista carbezá ta fecha a la medía del niou pótchin? —Pos xin penxa qu'el cabezal foi afoinái, penxe tamén qu'el burru foi rapiegáu, ya cole con priexa a denunciábe, agora manque m’apurra venti pexus pel pótchin, ya cuatru pel cabezáu nun encaldaríe con úste tratu dalgún perque ye un paixanu escosu de mótchera, anxín que xébrese del miou lláu xinún quer que nus engarradiemus per nomame lladrón. TRADUCCIÓN.—Cuando el gitano vio el enclenque burro de Pín sonriéndose despreciativamente le dijo: —Que como tenía la poca vergüenza de querer cambiarme aquel despreciable borrico que era de hierro herrumbroso, por el su preciado pollino que era de oro macizo. Pues si tal cosa yo hiciese, decía sonriente el gitano, me parecía al topo, que cambió los ojos por el rabo. Pín con suaves palabras le dijo, que si algo de dinero le tenía que dar encima, que fuera una cosa justa y no una ladronada, que allí estaba él para lo que fuese honrado. —El gitano entonces comenzó a buscar los defectos del borrico de Pín, con la experiencia de ser consumado maestro en tal oficio, lo tocó y lo miró entero en menos tiempo del canto del gallo, y después muy seriamente le dijo, que su borrico era muy viejo, que le faltaban algunas muelas, y que tenía el mal de tener muy a menudo diarreas, total que si quería cambiar su pollinín por el suyo, le tenía que dar diez duros encima y dos más por la cabezada, ya que a su pollino no le servía, pues cogía todo él dentro de ella. —Pín el Sordo asiendo al gitano por su palabra le dijo, que estaba de acuerdo en darle los diez pesos por su pollino y el suyo encina, pero por lo que no pasaba era por el comprarle la cabezada, pues sospechaba que aquel lujoso arnés, era sin duda el fruto de un robo, y no fuera la cosa que un día se encontrara con su dueño en algún mercado o feria, y él se viese metido en un vergonzoso compromiso. —Hágame el favor paisano, le contestó el gitano muy enojado y sulfurado, ¿usted no tiene ojos en su cara de bestia para observar que esta cabezada esta hecha a la medida de mi pollino? —Y si piensa que este cabezal ha sido robado, piense también que el pollino venía con él, y ya sabiendo o suponiendo que entrambas cosas son de la procedencia de la rapiña, puede usted marchar con prisa a denunciarme, porque yo ya no le cambiar mi pollino por su enclenque borriquillo, ni aunque me dé veinte duros encima y cuatro más por la cabezada. Así pues, hágame el favor de marcharse de mi lado sino quiere que nos enzarcemos a leñazos, por la causa de usted haberme ofendido llamándome ladrón. —Nun quixe ufendélu bon xitanu, peru you xempre disdi guaxín ureéi falar a les xentes viétchas, qu'el ufixu de lus xitanus ye 'l faer curioxas cestiquines de blimbles, arrapiegar lu que fore ya enduétbichar fadiernus tratus entivocandu lus iñoxentes paixanus. Anxina ye qu'arretiru lu de chamalu lladrón, ya choquémonus la mán dandu per fechu isti tratu. —El xitanu con punxes plasmáes nel sou esquelléticu focicu de tar entabía m' enoxáu díxole a Pín el Xordapu nel encaldar que l'apurría la sou mán, xamás niegu you la miou mán al que pide perdón, peru llancáu t'entavía nel miou vidayu l’ufenxa que me fexu, per ísfu, ya metantu nun se xebre d'afechu de la miou mótcheira, dexemus el tratu namái que nu faláu, ya xin disdi aquindi a la nuetche se me xebra la noxaura, entóus a lu mexor damus el tratu per zarráu. —Cundu chegóu 'l atapecer del díe, Pín el Xordapu fexu prexencia 'l lláu lus hurrus, per ver xin al xitanu le viexe xapaicíu 'l enoxu, ya puénxuse mu cuntentu cundu l'agüétchou reyixe m'allegre ya fellíz al lláu de les sous xentes, per ístu achegóuxe 'l lláu d'él ya nel cheldar quei poñía la mán denría 'l sou homo le dixu. —Bonu xitanu, quéi faemus el tratu ciarrándulu d'afechu ou entavía s'enllamuerga nel char del tar enoxáu. —El xitanu dichadicheiru le dixu que ya taba tan contentu comu endenantes de velu coñocíu, ya qu'el tratu taba piétchau xin d'enría de l'acordiáu l'apurría un cestu pataques pa faer la cena ya un xarricáu de lleiche pa lus nenus pequenus. —Ya fecha la nuetche d’afechu, zarrarun el tratu entrambos cuntentus ya mu xatisfechus, ya Pín el Toipu, colóu pa la sou teixá chevandu 'l burru 'l xitanu pel ramal del lluxosu cabezal, falandoi sou vidayu que viexe fechu un xegún sou paicer,un fadiernu tratu ya qu’el sou pótchinacu naide n'aldea lu quixés manque fora de regalu. Anxín qu‘achegóu a la sou corte col nuéu pótchin, arretrigolu na pexebleira, chói un bon brazáu de yerbe, ya metandu qu'el burru esgalazáu de fame l’ensulaba con priexa, palpolu ya reparóulu per tous sous lláus menus pe lus güétchus, ya quedóu prendáu d'el en tous lus xentíus. TRADUCCIÓN.—No he querido ofenderle buen gitano, pero yo desde niño siempre he oído decir a las gentes viejas, que el oficio de los gitanos, es el hacer hermosas y serviciales cestas de mimbres, robar todo cuanto tuvieran a mano, y enredar buenos tratos equivocando a los inocentes paisanos. Así que retiro lo de llamarle ladrón, y démosnos la mano dando por hecho este trato. —El gitano con señales plasmadas en su esquelético rostro de encontrarse muy enojado, le dijo a Pín el Sordo en el hacer que le daba su mano. —Jamás niego yo mi mano a quién me pide perdón, pero clavado tengo todavía en mi pensamiento la ofensa que me ha hecho al llamarme ladrón, por esta razón, mientras que no se marche del todo de mi pensamiento tan dañino sentimiento, dejemos el trato nada más que en lo hablado, y si desde aquí a la anochecer puedo olvidar la enfadadura que me ha hecho, entonces a lo mejor daremos el trato por hecho. —Cuando llegó el oscurecer del día, Pín el Sordo hizo acto de presencia al lado de los hórreos, para saber si al gitano ya le hubiese desaparecido el enfado, y se puso muy contento cuando le vió, reírse muy alegre y feliz al lado de sus gentes, por esta razón se acercó a su lado, y en el hacer que le ponía halagosamente una mano encima de su hombro le dijo: —Bueno gitano, qué hacemos el trato dándolo por terminado del todo, o todavía se remoja usted en el lar de estar enojado. —El gitano parlanchín y alegre le dijo, que ya se encontraba tan contento como antes de haberle conocido a él, y que el trato estaba cerrado y bien hecho, si encima de lo acordado, le daba un cesto de patatas para hacer la cena, y una jarra de leche para los niños pequeños. —Ya hecha la noche por completo, dieron el trato por hecho, entrambos muy contentos y satisfechos, Pín el Toipu marchó para su casa llevando al burro del gitano asido por el ramal de la lujosa cabezada, diciéndole en silencio su cerebro, que había hecho según su parecer un buen negocio, ya que su pollino nadie en su aldea lo quería aunque lo regalase. Así que llegando a su cuadra con su nuevo burro le ató a la pesebrera, le dio un buen pienso de hierba y mientras que el pollino con grande apetito la engullía con prisa, le palpó y reparó cuidadosamente por todas sus partes menos por los ojos, y quedó prendado de él en todos los sentidos. —Cundu lus malvixus xilbiaban lus albiares d'oitre díe, lus xitanus se xebraben muy cuntentus de miou aldina, ye d'antigu 'l xaber, que cundu lus xitanus encaldan anguna rapiegá, xempre colen endenantes de que les xentes del llugar espierten p'escubriya, foi anxina naquel xuceder, pos cundu Pín El Toípu fói atreínar el ganáu a la sou corte, lu primeiru que fexu fói chái una güétcha 'l sou nuéu pótchín ya viólu corriudu ya uriscu, paiciénduye que despós la fartura de bona yerbe que viexe enzuleu, fasta llucía mexor pelaxe, metandu que faluchandu conxigu mesmu se decía, que namái que auxare la fame del sou curpu, aquel pótchin diba ser mu nomáu n'aldina. —Despós d'abrañar les dous bétchaes que tenía na corte, perqu'el oitre ganáu taba nel puertu, dióule la sou mucher d'almorzar un bon escudítchau de papes con lleichi cabantes d'afoxinar, ya despós de fartu, díxole a la sou muyer que diba dír al puertu pa ver comu s'atopaba 'l ganáu, ya que diba dire axinetáu nel burru p'uxervar la xixa a maneires que tenía. —Anxina foi, que xacóu 'l pótchin de la corte pel ramal fasta la correlá de sou teixu, dou la sou mucher l'aguardaba p'agüétchalu per primeira véiz, ya namái quei llancóu lus sous güeyus denriba, díxole cuntenta 'l sou home que viexe fechu xegún picíe un fadiernu tratu, Pín el Toípu metandu l'aparexaba con l'albardaxa del oitre pótchin que de pequena quei venía cuaxi nui algemía, falabai a la sou muyer ameruxáu d'allegría ya envelexáu per dáxeyes de llistu ante la sou muyer, qu'urear nun uriaba munchu per cuaxes de la sou xordeira, peru qu'al güeyu yal vidayu poucus l'algamían, la sou muyer que yera una andoyona reyía fellíz escontres el sou llistu home, ya entrambus per aquel pótchin per un momentu forun fellices, fasta que Pín escarranquetánduxe denría 'l pótchin, díxole a la sou muche que lluéu taría de regolguía, nel encaldar que con el sou cayaducu l'apuría 'l burru cuaxi cuaxi falagoxamente paque comencipiara a caminar, e anxina lu fexu 'l pótchin ya nun paróu fasta qu'el sou focicu nun truñóu escontres la porta de la teixá del Puchegu, que taba cual char tamén almorzandu les papes, ya dexandu la tareña xaliú a la caleya dou vióu a Pín el Toipu andar al remolín d’un lláu p’oitre de la caleya xin faer brexu d'aquel condenáu pótchin per munchu que col cayáu ya les brindes l’acaidonaba el xétchu d'andar drechu couxa qu'el probe pótchin nun podíe faer per que taba ciegu comu ‘n toípu, ya nun l’escubrióu Pín xinún el Puchegu, que yera un útre p’urear, agüétchar ya envidayar cuallesquier bétcha ou escosá couxa. Ya comu bon puchegu falói a Pín dista maneira: TRADUCCIÓN.—Cuando los tordos malvises silbaban a los despertares del alba alegres y felices del naciente día, los gitanos muy contentos y dichosos se marchaban de mi querida aldea. Es de antiguo ya sabido entre las hidalgas y nobles gentes de estos maravillosos y embrujantes valles y montañas, que cuando los gitanos hacen algún ladronizo, engaño o timo, siempre se ausentan antes que las personas del lugar se despierten para descubrirlos, y así fue en aquel acontecer, pues cuando Pín el Topo ya con el día alumbrado del todo, fue a su cuadra a ordeñar y cebar al ganado, lo primero que hizo fue mirar con marcado profundo a su nuevo pollino, y lo vió recio, con genio espantadizo, pareciéndole a él, que después de la buena hartura de la excelente hierba que había comido, parecía más lucido su pelaje, y hablando consigo mismo muy contento se decía, que nada más que se alejara el hambre de su cuerpo, aquel pollino iba a ser muy renombrado en la aldea. —Después de arreglar las dos vacas paridas que tenía en el establo, porque el otro ganado que tenía por aquella época estaba en el puerto pastiando, le dió su mujer el desayuno, que consistía en una escudilla grande de harina cocida, comida a la par de la espumosa leche recién ordeñada, y después que se hartó, le dijo a su mujer, que iba a ir hasta el puerto, para ver como se encontraba el ganado, y que iba montado sobre el burro, para observar su fuerza y las otras maneras que pudiera tener. Así fue que sacó al pollino de la cuadra cogido de su ramal hasta la corralada de su casa, donde su mujer le esperaba para mirar por primera vez aquel burro tan aponderado de su marido, y nada más que sus ojos le repararon con interesado deseo, díjole muy contenta a su marido, que hubiese hecho según su apreciación un buen trato. —Pín el Toípu mientas le aparejaba con la albarda del otro pollino que de pequeña que era casi no le valía, le decía a su mujer lleno de alegría y endiosado por sentirse agudo y listo ante los ojos de su mujer. —Yo oír no oigo mucho por causa de la sordera, pero a vista e inteligencia muy pocos me alcanzan. La su mujer que era una inocentona, se reía muy feliz hacía su listo marido, y entrambos por aquel pollino en aquellos momentos se sentían felices, y a la par que Pín montaba en su pollino a su mujer le hacía, que muy pronto estaría de vuelta, y seguido le daba al burro con el callado casi, casi como halagándole para que se pusiese en camino, y así lo hizo el buen pollino, no deteniéndose en su camino, hasta que su hocico no tropezó contra la puerta de la casa del satírico, que en aquel suceder también estaba desayunando las papes, y ante tal golpetazo, dejó su escudilla saliendo con rapidez a la calleja, donde vio a Pín el Topo dando vueltas a caballo de su burro de un lado para otro de la calle, sin poder conducir aquel condenado asno, por mucho que lo intentaba con el callado y las bridas para ensenderarlo en el surco del caminar enderechura, cosa que el desgraciado pollino no podía hacer, porque se encontraba tan ciego como el topo, y no descubrió este mal Pín, sino que fue su vecino Satírico, que era un verdadero águila en el oír, ver y pensar en cualquier rica o pobre cosa, y como buen satírico que era le habló a Pín de esta manera: —Disdi güéi Pín el Xordapu tou l'aldina chamarate Pín el Toípu, perque hay que tar de cegaretu comu isti llabrador xin llabiegu, pa nun ver disdi prinxipíu qu'isti pótchin nun vei goteira per dagún de lus dous güetchus. Pín baxóuxe del pótchin xin gurniar pallabra, falagóu 'l burru comu dandói nel entender que nun taba noxáu escontres d'él, coyólu pel ramal ya golguióu arretrigalu na sou corte, dexaparexólu ya chandoi un bon brazáu de yexbe axentóuxe nel pexeble xuntu dél, comencipiandu falaye d'ista maneira: —Nun cuntes miou pótchin que tóu noxaón escontres tigu per que tás cegaretu you sei que yes un bón pótchin, grandie, forte, sanu ya enteiru comu se foxes de parada, per ístu d'aquindi nadiantri you seréi lus tous güetchus, ya tóu farás lus mious trabayus, you te chevaréi ben acaidonáu pel ronzal, ya farás lus mesmus trabayus que cualesquier pótchin de l'aldina, l'únicu que nun podréi será 'l axinetame d'enría tigu, peru de tous lus demás llabores nun me dexarás d'encaldar dalgún, anxine ye, que cuaxi tou contentu de ver fechu 'l tratu con lus condenáus xitanus, quei conisti tratu que fexe conechus, per rexultar tóu cegeretu d'afechu, llimpiarúnme disdi güéi 'l nome de Pín el Xordapu, 'l chamane 'l Puchegu Pín el Toípu, que ye lu mesmu que xin me bautizar el cura. —Y'Anxina foi comu xucedióu, pos aquel xigante de pótchin cegaretu, acaidonáu per el bon envidátchar de Pín el Toípu, yera queríu, aponderáu ya respetáu nun solu na miou aldina, senún entoes les oitres de l'arredonda, ya yera tan renomáu aquel pótchin, perque faía couxes qu'enxemás fixérales dalgún burru que tuviexe lus güeyus con bona vista. El pótchín conel bon pexeble refachénduxe nel cheldar qu'auxaba la fame del sou curpu, ya comu yera xoven dientru lu que cueye, féxose un pótchinon cuaxi paicíu a lus de les paráes de xementales. —Un díe 'l sou veicín díxole a Pín qu'andaba la sou pótchuca callentri, ya quei xin le doxaba que la cabriere 'l sou pótchin, Pín que nun algamíe a faer les puches tamén encalducades comu les cheldaba el sou veicín el Puchegu que foi capaz d'escambiaye 'l nome, xin qu'el sou vidayu cuaxi xempre con intelixencia l'allambraba, per ístu arrespondióule axindi: —Comu 'l miou cegaretu pótchin ye xemental de postineira parada, ya nun solu per sou prexencia, xinún perque paez que ten fasta pequenina alma, xin quiés que cubra la tou pótchina tenes qu'apurrime un pexu, ya isu atinde que yes veicín de la porta la teixada, peru a toes les oitres xentes que queran pedime lu mesmu que tou, cobrareyes dous pexetes mái, perque tener na corte descendencía del miou pótchin, ye teñer la meyor xoya de la pótchineria. Conistu queru falate queríu veicín de la porta la teixá, que con la rebaxa que te faigu ben me pués faer una bona propaganda. TRADUCCIÓN.—Desde el día de hoy Pín el Sordo, toda la aldea te llamará Pín el Topo, porque hay que estar tan ciego como este labrante sin arado, para no ver desde principio que este pollino no veía ni gota por ninguno de entrambos ojos. Pín se apeo de su asno sin pronunciar palabra, a la vez que halagaba al pollino, dándole a entender que no estaba enojado con él y asiéndole por el ramal le volvió a atar dentro de su establo, lo desaparejo y le dio un buen brazado de hierba, y sentándose en el pesebre junto a él, comenzó a hablarle de la siguiente forma: —No pienses mi pollino que estoy enojado contigo, porque te encuentras completamente ciego, yo se muy bien que eres un buen pollino, grande, fuerte, sano y entero, como si fueses de la parada de los sementales, por esto, de ahora en adelante, yo seré tus propios ojos y tu harás los mis trabajos, yo te llevaré bien conducido por el ramal y harás los mismos quehaceres de los demás pollinos de la aldea, lo único que no podré será el ajinetarme encima de tu lomo, pero de todos los demás labores, se que no dejarás de hacer ninguno y hasta puede que los realices mejor que el más avispado de tus hermanos de burrería, por está razón te digo, que casi me encuentro contento de haber realizado tu trato con los condenados gitanos, pues por haber hecho tal negocio con ellos, al resultarme tú del todo ciego, mis vecinos me quitaron desde hoy el nombre de Pin el Sordo, desde el mimo momento que el Puchegu me llamó Pín el Topíu, que es lo mismo que si me bautizase el cura de nuevo. —Aquel gigante de ciego pollino, bien dirigido por el inteligente Pín el Topo, con tal precisión realizaba todos sus trabajos, que era querido, aponderado y respetado, no sólo por las gentes de mi aldea, sino en todas las otras que la rodeaban. Y era tan renombrado aquel excepcional pollino, porque hacía cosas que jamás habían sido hechas por ningún otro pollino aunque tuviese los ojos con buena vista, el ciego burro, que siempre tenía el pesebre lleno de buena hierba, que érale para él manjar divino, engordó y se rehizo, al tenor que iba sacando la miseria y el hambre de su cuerpo, y como era aun joven dentro de lo que cabía, se hizo un pollino aún casi mejor que los que tenían de sementales en la cuadra de la parada. —Un día su vecino el Puchego, le dijo a Pín que su pollina andaba en el celo de necesitar semental, y que si le dejaba que su pollino la cubriera. Pín que no alcanzaba el hacer las sátiras tan bien niveladas y agudas como el Puchegu, que fue capaz de cambiarle el nombre de Pín el Sordo por el de Pín el Toípu, si que su pensamiento casi siempre navegante en la inteligencia le alumbró lo siguiente. —Como mi ciego pollino es semental de postinera parada, y no sólo por su gallarda presencia, sino porque tal parece que también tiene una pequeña alma, si tú deseas que cubra a tu pollina, me tienes que pagar por tal servicio un duro, y esto a ti que eres vecino de la puerta de casa, pero a todas las demás gentes que quieran pedirme lo mismo que tú, les cobraré dos pesos más, pues tener en el establo una descendencia de mi pollino, es lo mismo que poseer la mayor joya de toda la burrería. Con esto pretendo decirte querido vecino de la puerta casa, y con la rebaja que te estoy haciendo, tú bien me puedes hacer una buena propaganda.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > xitanus

  • 13 El western americano a partir de 1970

       Que los generos clasicos del cine americano y, por extension, del cine europeo entraron en crisis ya antes de 1970 no es algo que haya que descubrir ahora. En algunos casos, los menos, se trato de una crisis de crecimiento, al amparo, entre otras cosas, de los avances tecnologicos. Asi, el llamado cine de ciencia-ficcion, entendido si se quiere como un subgenero del cine fantastico, incremento el favor del publico, gracias, entre otros, a productos como las sucesivas entregas de La guerra de las galaxias.
       Con el cine negro ocurrio algo parecido, con matices. En esta ocasion no se trata tanto de aprovechar innovaciones tecnologicas, como las derivadas del desarrollo de los ordenadores, por ejemplo, sino de dar la espalda a supuestas limitaciones de produccion del cine clasico, en particular el uso del blanco y negro, una de las caracteristicas innegociables del cine negro. De este modo, oimos hablar de peliculas como Chinatown (Roman Polanski, 1974) o, mucho mas recientemente, L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997) como nuevas y seneras muestras de cine negro. Menos mal que llegaron los hermanos Coen para, sin hacer demasiado ruido, poner, eso si, las cosas en su sitio con El hombre que nunca estuvo alli (The Man Who Wasn’t There, 2001).
       No siempre, sin embargo, la crisis ha sido de crecimiento y/o de transformacion. En ocasiones, como ocurre con el western, estamos ante una crisis que es antesala de la muerte, precedida acaso por una agonia mas o menos larga y mas o menos estimulante. El western, como el musical, ha perdido sus atractivos de cara a la taquilla, y solo apariciones esporadicas parecen querer indicar que el genero sigue vivo. Pero, claro esta, 1970 queda ya muy lejos en el tiempo, por lo que habria que puntualizar las cosas.
       En primer lugar, hay que indicar que 1970 es una buena fecha para iniciar lo que se podria llamar “los ultimos coletazos” de algunos de los cineastas clasicos, Howard Hawks, Henry Hathaway, Robert Aldrich, Sam Peckinpah, John Sturges, John Huston y Don Siegel, entre otros. Como es natural, sus ultimas obras figuran aqui en el lugar destinado a cada uno de ellos, por lo que no es necesario hacer comentarios suplementarios.
       En segundo lugar, habria que hablar de aquellos creadores que, bien en el campo del western, bien en otros de la creacion cinematografica, pretendieron renovar el concepto clasico de genero con propuestas innovadoras, provocativas o ambas cosas al mismo tiempo. Monte Hellman puede servir como ejemplo modelico de ello, sin olvidar a Al Adamson, John Cardos y otros. No es muy habitual que estas propuestas se vean avaladas por la calidad de los productos que ofrecen, en la mayor parte de los casos muy baja. Da la sensacion de que la idea no es sino la de violentar por el exabrupto las senas de identidad de un genero que ha alcanzado nobleza con el transcurso de las decadas.
       Existe una tercera opcion, si se quiere poco fecunda, sin futuro previsible, pero, esta vez si, proveedora de momentos de disfrute, no solo por el mecanismo de la nostalgia. Dicho en pocas palabras, se trata de crear un producto que, sin abominar de las senas de identidad del genero, las renueve, tal como, en su idea, hicieron algunos, particularmente Sam Peckinpah. Esfuerzos individuales como los de Blake Edwards (Dos hombres contra el Oeste, Wild Rovers, 1971), Robert Altman (Los vividores, McCabe and Mrs. Miller, 1971), Mark Rydell (John Wayne y los cowboys, The Cowboys, 1972), Alan J. Pakula (Llega un jinete libre y salvaje, Comes a Horseman, 1978), Michael Cimino (La puerta del cielo, Heaven’s Gate, 1980), Lawrence Kasdan (Silverado, 1985), Walter Hill (Forajidos de leyenda, The Long Riders, 1980) o Kevin Costner (Bailando con lobos, Dances with Wolves, 1990) merecen todos los respetos, al margen de la mayor o menor calidad de las cintas que nos ofrecen, calidad que por otra parte es estimable en no pocos casos.
       Por ultimo, hay que hablar, inevitablemente, de Clint Eastwood, director de cuatro westerns modelicos, cada uno a su manera, unico punto de enganche verdadero con el genero, tal como este se fue definiendo a lo largo de las decadas.
       A primera vista, nadie diria que Eastwood ha dirigido solo cuatro westerns. Tal vez influye en esa falta de perspectiva el hecho de que sus origenes son como actor, y como actor de westerns. Aparte de un punado de peliculas rodadas entre 1955 y 1958, en muchas de las cuales ni siquiera aparecio en los titulos de credito y la mayoria de las cuales no pertene cian al genero, su actividad en los Estados Unidos se redujo a la mitica serie Rawhide, que le lanzo a la fama, hasta el punto de ser elegido por el director italiano Sergio Leone para protagonizar el primero de sus prestigiosos spaghetti-westerns, Per un pugno di dollari/Por un punado de dolares, en 1964. El exito, de nuevo, fue importante, y propicio la realizacion de otras dos peliculas, Per cualque dollaro in piu/La muerte tenia un precio (1965) e Il buono, il brutto, il cattivo/El bueno, el feo y el malo (1966). A partir de este momento, Eastwood se convierte en una estrella que antes de dirigir su primera pelicula en 1971 trabajara con directores tan dispares como Vittorio De Sica, Ted Post, Brian G. Hutton, Joshua Logan y, sobre todo, Don Siegel, en un total de ocho peliculas –en realidad siete mas un fragmento de otra–; ya se sabe, en esos anos, particularmente en Italia, fueron numerosas las peliculas formadas por distintos sketches dirigidos por realizadores distintos. De esas ocho peliculas, cuatro fueron westerns y figuran en el lugar correspondiente de este diccionario. A partir de entonces, nos encontramos con el personaje desdoblado en sus dos facetas futuras: actor y director, y ello, en todas las modalidades posibles, solo actor, solo director o ambas cosas al mismo tiempo. Pues bien, despues de treinta anos largos, contados desde la primera pelicula dirigida, y en este caso tambien interpretada, por Clint Eastwood, Escalofrio en la noche (Play Misty for Me), unicamente podemos anadir a la lista cinco westerns mas, Joe Kidd, dirigido por John Sturges, y los cuatro que dirigio personalmente Eastwood:
        High Plains Drifter (Infierno de cobardes). 1973. 105 minutos. Technicolor. Panavision. Malpaso (Univesal). Clint Eastwood, Verna Bloom, Marianna Hill, Billy Curtis.
        The Outlaw Josey Wales (El fuera de la ley). 1976. 135 minutos. Color DeLuxe. Panavision. Malpaso (WB). Clint Eastwood, Sondra Locke, John Vernon, Jefe Dan George.
        Pale Rider (El jinete palido). 1985. 115 minutos. Technicolor. Panavision. Malpaso (WB). Clint Eastwood, Michael Moriarty, Carrie Snodgress, Sydney Penny.
        Unforgiven (Sin perdon). 1992. 130 minutos. Technicolor. Panavision. Malpaso (WB). Clint Eastwood, Gene Hackman, Morgan Freeman, Richard Harris, Frances Fisher.
       Hablamos de cuatro filmes poco convencionales, con una vision personal del genero que, en otro momento, hubieran tal vez supuesto una via de renovacion del western, pero que, por el contrario, no han sido sino una vision aislada, desde luego poderosa pero aislada, de una epoca, una geografia y un modo narrativo. El hombre que, en algunos foros, ha recibido el apelativo de “el ultimo cineasta clasico” es, ante todo y sobre todo, un hombre del Oeste, aunque no sea el genero que lo define el que mas abunde en su ya amplia produccion como creador cinematografico.

    English-Spanish dictionary of western films > El western americano a partir de 1970

  • 14 chumáu

    Chumáu, borracho. Fae munchus anus, tandu you arretrigáu na cárxel d' Aviles, taba you de cabu vares perque axindi me fixeran lus funcionarius d' aquecha teixa d'arretrigamentu que cuaxi tous yeren llexonarius que viexen fechu la guerra, menus el director que mandaba menus que you que yera un prixu enchufáu per mious hermenus lus llexonarius. El axuntu yera que you vivía nun mexor que lus oitres compañeirus, peru dientru de lu que cueye, yera un prixu que m'abayaba dientru de la cárxel con abonda más llibertá que tous lus demás. —Alcuérdume que yera pel envernu nuna nuetche chuvioxa y'enxenebrá, nun había na cárxel d'aquecha namái qu'una ucena de prixus ya tous tabamus acorripáus dientru d’una celdona, ya you yera 'l responxable de lu que pudiés xuceder achindi, que xucedíe de tou peru con munchu envidayaxe, pos lu mesmu xugabamus a les baraxes, ou endeveces tamen chumábamus vinu fasta 'l cuaxi entarrascanus, pos cuaxi tous lus funcionarius teñíalus you engayoláus per mor de que xempre taba cuaéchus falandu de couxes del Terciu, ya paime amindi que you xapíe más de la LLexón que tous echus xuntus, manque viexen fechu la guerra ya ganáranla. La LLexón foi pamindi disdi endenantes de la miou ñacencia dalgu mu xagráu, perque ‘l miou pá foi Fundador del Terciu ya LLaureáu, ya per xin daquién l'alcuerdia nomábase Xuliu Gómez Sánchez, ya perque you tamén me fexe llexonariu, per toes istis cuoxes la LLexón ye pamindi dalgu mu queríu ya mu Xagráu. Lu mesmu que per miou Melgueira ya Embruxadora Tierrina you dóu miou vida en tous lus cheldiares, pos tamén per la LLexón lu faría, ya se dalgún díe tuviexe qu'elexir ente les dous, faríalu per miou Tierrina que ye miou mesma LLexón. El casu foi qu'aquccha nuétche 'l cocineiru que yera un prixu que taba na cárxel per ser un rapiegacu fixera pa cenare fabes prietes con pataques, ya tan xaláes les encalducóu, que mu pouques enzulamus, per ixu quedóu 'n potaráu d'eches que cundu 'l funcionariu de xerviciu nus pieschóu na celdona, metiemus pa dientru 'l potaráu de fabos per xi dalgún quixés enzular d'anguna pela nuetche, comu faticáus d'endeveices fexéranus, pos teníamus la lluz toa la nuétche, ya namái que you podía matala cundu mexor nus encaldare, el casu fói, que tabamus tous acorripainus dientru de la celdona, caún al sou cheldare, pos d'angunus ya taben achucáus n'aquechus camastrus xiringantes, con lus xergonzatus esgazáus la metá d'echus y'ameruxáus de trelda per tous sous cháus, pamindi qu'aquechus camastrus yeren cameres de gochus, ya nun de prexones, peru per aquechus tempus la vida yera 'nxina, perque la Xusticia ya la LLibertá taba tan arretrigá comu lu tábanus nuexóitres. —Xeríen les déz de la nuétche cundu 'l cerroxu del portón de la celdona ureámuslu ruxir, ya don Muél un funcionariu que viexe xíu xargentu 'l Terciu, 'n bigardu de paixanu comu 'n carbayu de forti ya grandi, abrióu la porta 'l entestate ya dexóu cayer dientru la celda un esquelléticu home que traíalu en vollantres, el probetayu esgraciaín taba de moyáu lu mesmu que xi lu viexen piescáu na mar, llugar dóu él llanzárase p'achuguinar la sou mixerable vida, xegún falara 'l muñicipal que lu viexe traíu pa la cárxel, pos al paicer la tarrasca que lu l'engorochaba fixérale afogese mesmamente dellantri les ñarices del muñicipal que fora quién le xalvara la sou vida. —Aquel pingayán de home tal paicía que taba enruxuráu, per nun falar que llocu d'atechu per mor de la llabasca chuma qu'al piecer l'endubiétchara, el casu fói que don Muél díxome que lu llindiara fasta qu'escosárasele la chuma, ya xin más pallabres gulgu pieschar la porta 'l funcionariu ya dexónus dientru aquel paixanu,que namái que se xebróu 'l guardián puénxuse 'n pé comu se fora ellétricu ya comencipióu agüeyanus con lus sous güétchus arremelleus, choramicóuxus ya gafus, lu mesmu que xi quixés achuquinanus a tous nuexóitres, despós achucóuxe d'enría 'l sou camastru ya comencipipu chorar, ya tembluxar nel cheldar que queixábase con pallabres desfilbanáes ya tartexas, despós allevantóuxe comu 'n rellámpagu ya comenciplóu dar truñazus con la sou testa escontres la porta que taba forrá per dientru con champles de fierru,,coyímuslu nel escape cuenxolándulu comu mexor pudíamus, aconsexánduye que nun fixera couxes que l'amollecían, peru él texendu per xebrase de nuexóitres falaba que quería morrer, que nun escanxaríe fasta chuguinar la sou mixerable vida. Dexéi 'l paixanu cuaxi d'atechu xoxegáu na compañe d'oitres compañeirus que lu consolaben a sou maneira, ya you coléi con lus oitres que tabamus encaldáus endenantes xugandu ‘l tute unes boteches de vinu pal oltre díe. —Metandu taba xugandu, comencipiarun les caxiétches del mıou envedeyaxe nel envidayar de lus cheldares encaldáus per aquel chumáu paixanu, ya tales penxamentus allumbrárunme la lluz de qu'aquel condenáu paixanu nun quería morrer, perque se daquién quiér achuquinase nun lu faera dellantri les ñarices, senún que catará un llugar dou naide l'agüeye, lu mesmu que cundu testaróu escontres la porta, aquechus truñazus que fixera d'enría les sous manes nun yeren pal querer bramar la mochera catandu la Cadarma, aquel paixanu yera un granuxa que dalgu cataba con tous aquechus esparabanxus. —Lluéu tubiemus que dexar de xugar pa dír fasta la porta dou oitra veiz el paixanu suxetáu per dous compañeirus enfocicábase per truñala, entóus díxeme amindi mesmu qu'aquel homacu de trelda diba xodenus tou la nuétche con tantu querer truñar la porta, 'l casu fói que cheguéi xuntu d'él ya díxele que you yera 'l cabu achindi dientru, ya que xi lu que quería yera morrer que nuexóitres lu dibamus achuquinar peque dexara de faer tanta griesca. —El casu fói, que quitéi la pretina de lus mious calzones, pediyes a lus mious compañeirus las d'echus, ya metantu que con cuatru ou cincu pretines you faía un rixu llargu, 'l condenáu paixanu que xapíe más de cárxeles ya granuxeríes que tous nuexóitres xuntus, glayaba xaforáu que xín que quería morrer ya chuéu. —Cundu tuve 'l rixu corñaleiru fechu, fíxele un treizu ya punxeilu 'l paixanu nel piscuezu ya nun fexu esparabexu dangún, tal paicía que yera verdá que cataba la Cadarma, chevámuslu axin coyíu per el roncial comu pochín que yera fasta lu cabeiru la celdona dou comu a dous metrus del xuelu había un ventanalón enrexáu, ya cundu me xubí d'euría 'l camastru p'enretrigar la pretina na rexa con mires d'afogalu per la chancia, 'l probe paixanu llantandu sous rodiétches nel xuelu, chorandu comu 'n nenu examparáu, amamplenáu d'un miéu que per tou 'l sou curpu s'allumbraba, cundu comprendióu que díbamus afogalu na sou verdá de nuexa chancia, díxunus xuplicanti qu'él nun quería morrer, que taba xin trabayu, xin teixá, xin nagua, que lu que viexe fechu fora namái paquelu llanteren dientru de la cárxel, anxina ente la cárxel yal lus papelaxus de xueces ya mélicus de llocus, paxaba lus envernus abelugáu, en teixá xin goteres, camastru enxútchu, ya comedera gratis, fasta qu'achegare ‘l bon tempu, ya qu’istu mesmu fexéralu fatáus d'endeveices noitres ciodaes dandoye un bon rexultáu. —El casu foi que tous nus punximos m'allegres, ya 'l mesmu paixanu xonriyente quitóu del piscuezu 'l treizu, ya fóu desaparexondu les pretines nel mesmu encaldar que nus las apurria, ya despós preguntóunus se teñíamus dalgu qu'enzular pos taba tarazáu de fame, entóus el cocineiru puénxule 'l pote de fabes ente les sous piernes nel mesmu lleldar que l'apurría un cantezu de pan ya la cuyar, ya díxole qu'enzulara fabes fasta que se fartase. —El paixanu allugáu pela fame xentose d'euría 'l camastru conel pote ben terciáu ente sous pates, ya comencipióu escuyarapar per les fabes nun topándoles nagua xaláes, ya xin guniar pallabra con naide dexóu 'l pote escosau de potaxe, despós llapóu trés tal escomunal fartura un xarricáu d'agua del cañu del retrete, ya dexeguíu endolcóuxe nel catre con tous sous fatus puestus moyáus comu taben, ya tapánduse con una mantaxe que yera lu mesmu qu' un xacu gochu ya ruín, comencipleu con la mochera encobertoriada nel xurniéu catandu 'l xuenu. —Nun debía d'atopase ben nel sou xeitu, pos él nun faía namái que dar gueltes ya bufar encomoláu debaxu 'l mantaxu, metantu qu'el catre xiringotiábase dientru d'unus chirríus del fierru ferruñosu, ya despós d’abayucase nun mamplenáu d'encoyese y'espurrise, lleldar bufíus ya corcoubus, comencipióu queixase, primeiru xelliquín, despós con más xixa, ya per últimu llevantóuxe del camaretu encoyíu con les manes aprietandu 'l sou banduyu,que debía de tenelu mu terriu per mor del potaráu de fabes quenél nun coyíen, ya nun queríen xebrase nin per d'enría ni per d'embaxu, per ístu 'l paixanu taba que bramaba xegún el miou paicer yal de tous lus mious compañeirus, que primeiru tomámuslu en rixes, y'angunus gracioxus llanzábanye puches, munches tan gracioxes que más royír nus faíen, el probe paixanu que nun faía namái que dar gueltes pela celdona con les manes afaxandu 'l banduyu ya queixánduse ya con glayíes abondu xubíus, debía de tar envidayandu que taba dientru de la mesma ufixina del diañu, 'l agüétchar comu tous mu contentus nus reyíamus xin faele dalgún casu, dexose cayer nel xuelu llanzandu glayares tan fortes falandu que morría ya que per el amor del Faidor chamaramus un mélicu. Nun féxume falta ’mindi chamar al funcionariu, pos con tal enlloquecía folixa vienu él chuéu conún llátigu na manu, pa falagái 'l chumbu, anxina qu´ abrióu la porta don Muél enruxeráu de mala lleiche, ya coyendu 'l probe paixanu quetaba esmurgazáu nel xuelu fayendu corcóubus ya llanzandu glayíus per mor del dollor, comencipiou primeiramente ximielgándulu, que tal paicía ante les sous manes comu 'n maruxonín de trapaxus, urdenánduye qu'afogara lluéu 'l glayar, ya senún lu faía diba queixase per dalgu. Peru 'l paixanu nun atendíe más pallabres que les qu'allumbraben lus sous dollores, que nun yeren oitres qu’el falar que se morría senún chababen con priexa un mélicu. —Don Muél comprendiou que nun yera la chuma la que l'encibiétchaba, cundu le cuntamus que se viexe 'nzuláu 'l potaráu de fabes, anxina foi que tirándulu d’enría 'l camastru díxule que yera un allicuéncanu, ya que xin per él fora chindi morría xin oitres cudiáus. —Gulgunus pieschar la porta don Muél xebránduse de nuexoitres xin falar más pallabres, ya comu a la gora ou anxina, chegarun cununa camiétcha dous homes de la Cruz Roxa, ya enxamás xupe xin viexe morríu ou sanáu aquel probetayu de paixanu, pos manque ye preguntéi 'l funcionariu per él, díxome que nun xapíe nagua. TRADUCCIÓN.—Hace muchos años, estando yo prisionero en la cárcel de Avilés me habían dado el oficio de cabo de varas, porque así lo habían querido los funcionarios de aquella casa de encadenamiento, casi todos ellos habían sido legionarios en la contienda de Nuestra Patria, todos menos el director, que mandaba menos en aquel pequeño presidio que yo mismo, que era un preso enchufado por así decirlo, por mis hermanos los legionarios. —El asunto era, que yo no vivía mejor que mis compañeros de infortunio, pero dentro de lo que cabía, yo era un preso que me movía dentro de aquella cárcel, con mucha más libertad que todos los demás. —Me recuerdo que era por el invierno, en una noche fría y muy lluviosa, y no habíamos en la cárcel de aquella nada más que una docena de presos, y todos estábamos acomodados dentro de una grande celda, de la cual yo era el responsable de lo que pudiera suceder en ella, que acaecía de todo pero con mucho talento, pues lo mismo jugábamos a las cartas, y demás juegos prohibidos, que solíamos beber vino hasta casi emborracharnos, pues a todos los funcionarios yo me los tenía tan ganados, que solía conseguir de ellos muchas prohibidas cosas, y todo era por mor de que yo siempre estaba hablando con ellos de cosas del Tercio, y a mí me parecía, que yo sabía de la Legión más que todos ellos juntos, aunque hubieran hecho la guerra convirtiéndose en vencedores de la contienda. —La Legión ha sido para mí desde antes de mi propia nacencia, algo muy sagrado, porque mi padre había sido fundador y Laureado de Ella, y por si alguien se recuerda de su nombre, se llamaba Julio Gómez Sánchez, y porque yo también forme en sus filas amándola y queriéndola. Por todas estas cosas, la Legión siempre fue para mí muy sagrada y querida. Lo mismo que por mi Dulce y Embrujadora Tierrina, yo doy gustoso mi vida en todos los sucederes, pues también por la Legión lo haría, y si algún día tuviese que elegir entre las dos, lo haría por mi Tierrina que es mi propia Legión. —El caso fue que aquella noche, el cocinero que era un preso que estaba en la cárcel porque era un ladronzuelo, hiciera para cenar judías de color con patatas, y tan saladas le habían salido, que muy pocas habíamos comido, por eso quedó en la perola casi toda la cena, y cuando el funcionario de servicio nos encerró en la celda, metimos para dentro la perola de judías, por si alguno quería comer alguna por la noche como muchas voces hacíamos, pues teníamos la luz toda la noche, y nada más que yo podía apagarla cuando mejor nos pareciese. Sucedía que estabamos todos los presos dentro de aquella grande celda, y cada cual hacía lo que mejor le pareciese, algunos ya se habían acostado en aquellos camastros que se movían como columpios, con los jergones rotos la mitad de ellos, y llenos de suciedad y porquería por todas partes, para mí que aquellos inmundos camastros eran propios para los cerdos y no para las personas, pero por aquellos tiempos la vida era así, porque la Justicia y la Libertad, se encontraba tan prisionera como nosotros mismos. —Serían aproximadamente las diez de la noche, cuando el cerrojo del portón de la celda le oímos chirrear y don Manuel, un funcionario que había sido sargento del Tercio, un gigante de paisano como un roble de fuerte y grande, abrió la puerta de par en par y dejó caer dentro de la celda un esquelético hombre que traía entre sus poderosas manos lo mismo que si fuese un muñeco. El pobre desgraciado estaba de mojado, lo mismo que si lo hubiesen pescado en la mar, lugar dónde él se había lanzado para asesinar su miserable existencia, según había manifestado el municipal que le había traído a la cárcel, pues al parecer la borrachera que le envolvía, hiciérale ahogarse mismamente delante de las narices del municipal, que fuera quién le había salvado la vida. —Aquel pingajo de hombre tal parecía que no estaba bien de la mollera, por no decir que loco del todo estaba, por causa de la asquerosa borrachera que al parecer le enmadejaba. El caso fue, que don Manuel me dijo que le cuidara hasta que dejase de estar tan borracho, y sin más palabras, volvió cerrar la puerta el funcionario, dejándonos dentro aquel paisano, que nada más que el guardián se había marchado, se puso en pie con tal rapidez como si eléctrico lo fuera, y comenzó a mirarnos a todos con sus ojos sumamente abiertos y extraviados, lagrimosos y muy amenazadores, lo mismo que si pretendiese asesinarnos a todos nosotros. Después, se acostó encima de su camastro y dio comienzo a llorar desconsolado, al mismo tiempo que temblando todo él, se quejaba con palabras deshilbanadas y tartamudeantes, después se levantó con la velocidad de un relámpago, y comenzó a envestir puñando con su cabeza contra la puerta, que estaba forrada por la parte de dentro con chapas de hierro, le cogimos con rapidez consolándole como mejor supimos, a la sazón que le aconsejábamos que no hiciera cosas que le harían daño, pero él forcejeando por escaparse de entre nosotros, decía que quería morirse, y que no descansaría hasta asesinar su miserable vida. Dejé al paisano casi del todo sosegado en compañía de otros compañeros que a su manera le consolaban, y me marché con otros a jugar una partida al tute en la que antes estábamos enfrascados jugándonos unas botellas de vino para el día siguiente. —Mientras estábamos jugando, comencé a estudiar con mi pensamiento los haceres lleldados por aquel embriagado paisano, y tales encerebrares me alumbraron la luz de que aquel condenado borracho no quería morir, porque si cualquiera se quiere quitar la vida, no lo hace delante de las narices de un guardia, sino que lo más propio, es que busque un lugar donde nadie le vea, lo mismo que cuando envistiera contra la puerta, aquellos cabezazos que hiciera encima de sus manos, no eran para quererse abrir la cabeza buscando la muerte. —Aquel paisano era un verdadero granuja, que alguna cosa andaba buscando con todos aquellos espavimientos. —Muy pronto tuvimos que dejar de jugar, para ir de nuevo hasta la puerta, donde otra vez el paisano sujetado por dos compañeros se encorajinaba por querer puñarla de nuevo. Fue entonces cuando me dije a mí mismo, que aquel hombre de mierda, nos iba a fastidiar toda la noche con tanto querer puñar la puerta. El caso fue, que llegué a junto él y le dije que yo era el cabo de la celda, y en ausencia de los funcionarios yo era quién allí mandaba, y si lo que quería era morir, que nosotros mismos le íbamos asesinar para que dejase de armar tanta gresca. —El caso fue, que me quité el cinto de mis pantalones, a la par que les pedía a mis compañeros los de ellos, y mientras que con cuatro o cinco cinturones estaba haciendo una larga cuerda, el condenado de paisano que sabía más de cárceles que todos nosotros juntos, gritaba alterado que sí, que quería morirse y luego. —Cuando tuve la cuerda cornalera echa, le hice un lazo y se lo colgué al paisano del pescuezo, no haciendo espavimento alguno, tal parecía que era cierto que andaba buscando la muerte. Le llevamos así cogido por el ronzal como pollino que era, hasta el final de la celda, donde como a dos metros del suelo, había un enorme ventanal enrejado con fuertes hierros, cuando me subí encima del camastro para amarrar la cuerda en las rejas con miras de ahorcarlo en broma, el pobre paisano plantó sus rodillas en el suelo, y llorando desconsoladamente como un niño desamparado, plagado de un tenebroso miedo que por todo su cuerpo se alumbraba, nos dijo suplicante que él no quería morir, que no tenía trabajo, ni casa, ni a nadie, que lo que hubiera hecho había sido nada más que para que le metiesen en la cárcel, así era que entre la cárcel y los papeleos de jueces y de médicos de locos, se pasaba los inviernos resguardado en casa sin gotera, camastro seco y comida gratis, hasta que llegase el buen tiempo, y que esto mismo ya lo hubiera hecho varias veces en otras ciudades de la Patria, donde le habían proporcionado un estupendo resultado. —El caso fue, que todos nos pusimos muy alegres, y hasta el mismo paisano sonriente, se quitó de su cuello el dogal, que fue desaparejando los cinturones en el mismo suceder que nos los daba, y después como si no hubiese pasado nada, nos preguntó si teníamos algo de comer, pues estaba muerto de hambre, entonces el cocinero muy rápido, le puso la perola de judías entre sus piernas, en el suceder que le daba un trozo de pan y una cuchara, le dijo, que comiese judías hasta que se hartara. —El paisano atenazado por el hambre, se sentó encima del camastro con el perol bien terciado entre sus piernas y comenzó a embutirse grandes cucharadas de judías, no encontrándolas al parecer nada saladas, y sin hablar con nadie palabra, dejó al perol sin nada del potaje, después se bebió tras descomunal hartura, un grande jarro de agua del cano del retrete, y seguidamente se enroscó en su catre, con todas sus ropas puestas mojadas como estaban, y tapándose con una manta que era lo mismo que un saco sucio y malo, comenzó con la cabeza también tapada, a buscar el descanso en el sueño. —No debía de encontrarse muy bien en su sitio, pues no hacía nada más que dar vueltas, así como resoplar incomodado debajo de aquella cerda manta, mientras que el desvencijado catre continuamente se movía, dentro de un chirriar de hierros viejos y herrumbrosos, y después de dar muchísimas vueltas, de encogerse y estirarse, y hacer resoplinos y saltos, comenzó a quejarse, primero muy quedamente, después con más fuerza, y por último se levantó del camastro muy encogido y con sus manos apretando desesperado el estómago, que debía de tenerle muy lleno, por la causa del enorme perol de judías que en él no cabían, y no querían salirse ni por encima ni por debajo, por esto el pobre paisano estaba que explotaba, según mí parecer y el de todos mis compañeros, que primero lo tomamos en risas, y algunos graciosos le lanzaban sátiras, y muchas de ellas eran tan picarescas y ocurrentes, que más gracia y regocijo nos hacían, el desdichado paisano que no hacía nada más que dar vueltas por la celda, con las manos atajando su barriga y quejándose a grandes voces, debía de estar lleno de terror pensando, que se encontraba dentro de la misma oficina del mismo diablo, al observar como todos nosotros muy contentos y gozosos, nos estabamos riendo sin hacerle el menor caso. Dejose caer entonces en el suelo, lanzando gritos muy fuertes y arrollicándose a la par que decía que se moría, y que por el amor del Hacedor llamáramos a un médico. —No me hizo falta a mí llamar al funcionario, pues con tal enloquecido escándalo vino él presto armado con un látigo en la mano, para acariciarle el lomo, nada más que abrió la puerta don Manuel rabiado y con mala leche, cogió al pobre paisano que estaba tirado en el suelo dando voces lastimosas dentro de endemoniados revolcones de dolor, primeramente le sacudió con fuerza, pues tal parecía entre sus manos como un muñeco de trapo, le ordenó que dejase de dar más voces sino quería darlas por algo, pero el paisano no atendía a mas palabras que las que le alumbraban sus propios dolores, que no eran otras que el decir que se moría sino llamaban con rapidez a un médico. —Don Manuel comprendió que no era la borrachera la que lo ataba en aquel estado, cuando nosotros le dijimos que se hubo comido todo el perol de judías. Así fue, que tirándole de mala manera encima de su camastro, le dijo que era un indeseable de la peor calaña, y que si por él fuese, allí mismo se moriría como un perro. —Volvió a cerrar la puerta don Manuel, alejándose de nosotros sin decir más palabras, y como a un tiempo de una hora más o menos, llegaron con una camilla dos hombres de la Cruz Roja y se lo llevaron. Ya jamás supe más de él, no supe si muriera o sanara aquel desgraciado de paisano, pues aunque le pregunté al funcionario, me dijo que no sabía nada.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > chumáu

  • 15 busgóuxu

    Busgóuxu, dios mitológico astur que habita en los bosques cercanos a los pastos, y cuando en éstos el Busgóuxu ve alguna muchacha apacentando sus ganados, la tienta y la embruja de tal misteriosa manera, que cualquier hombre que en tales trances junto a ella llegare, sería reducido por la muchacha arrastrándole a una orgía de placer, que ninguno de los dos en su vida olvidaría jamás. Dicen que el busgóuxu es el espíritu de todos los sátiros del mundo. Cuentan de él también que es un dios hermoso a pesar que lo pintan como a chivo sarnoso, que no tendría ninguna misión positiva para existir. —Pero todos los jóvenes de los tiempos pasados que vivían atados a la dura y miserable existencia de ser humildes campesinos y pobres pastores de las tierras hermosas de la dulce Asturias, cuento que todos sabemos que el Busdeigu (Busgóuxu) existe, y que no es un duende feo como el chivo sarnoso, sino que es hermoso, tentador, ardiente y sátiro, que muchas veces nos llevaba al amor inocente y puro, sin saber por que se llegaba a la natural fuente que le da razón de placer al Hombre. En este pequeño relato de Xulín de Lluza, podrán ustedes observar a los dos Busdeigus, tentando al hermoso, al puro y al natural, así como también al chivo sarnoso. «MELGUEIRA XUVENTU» Cuntu m'alcuerdiu, cuntu xenardu you n’agora que de min xebróuxe miou esgraciaína, famienta, trabayada y'arretrigá xuventú, toes les couxes que se faen cundu se ye xoven, paeme a min que toes son bones, se ‘l xoven que las cheldéa ye un rapazón comu l' Faidor manda. Alcuerdiome xemardiandu nu más fondeiru de miou xebrá xuventú ya xonriyéndume pe lu baxu, de la miou primeira cortexada, yera you 'n rapazacu, 'n guaxetón que puéi que tuviés una ucena d'anus, foi pel mes de la yerbe (el mes de Xuliu), taba you de yerbeiru na teixá d'un amu que quixu profiyame perque ‘l probe nun teñia fíus, peru miou má dixoye, que más que tuviés que dir de rodiérches miagandu chimosna fasta lus mesmas enfermus, qu'echa nui daba a nadie un fiu, qu’endenantes que d'aquién lu xupiés, écha na sou alma ya lu hubiés queriu. El casu fói, que comu ‘l die nun taba p'andar a la yerbe, perqu'andaba la borrina mu baxa, y'enchoramicaona dientru 'n urbayu que tou lu moyaba, mandume ‘l miou amu dir llindiar les vaques al Fadiernu, que yera un pastu comunal, e achí tamién allindiandu Ies sous vaques taba Faela, una guaxetona de mexiétches colloráes, de guedérches roxes ya 'n sen escarpenare, ximple, ñatural y'axabaliná lu mesmu que you lu yera. Comencipiamus entexuntus a faluchar, ya nun de vaques, nin de pites, nin de nagua, que nun fora de les nuexes couxiquines, y'ente falagus de pallabres, ya falancies melgueires, encadexaines con miradiétches que furacaben lus nuexus xentius, tábemus encaldantu tantu faela comu you la nuexa primer cortexada. Anxina foi, qu’ente miradiétches ya falagus de falancies, cheldámunus embruxáus dientru d'un xugaretéu, y'ún per d'enría ‘l oitre 'ngarapoléus, cundu nus dimus cunta, tabamus añuedandu ‘l cibiétchu, lu mesmu que se fora la couxa más ñatural. —Achucáu d'enría la Faela you taba tan cuntentu comu écha que taba debaxu, cundu Xocurra, que yera una vaqueirona xolteirona ya maura pe lus anus, ameruxáu de mala lleichi, ya conuna llingua más aguxá qu’el obreiru la guítcha que chebaba ente sous manus, comemcipióu a ximielganus guichadazus per d'enría les ñalgues, primeiru a mín ya despos a la probitina ya xantiquina de Faela, ‘l casu foi, que chebantámunus con más priexa que cuerre ‘l rellámpagu, ya llanzandu glayíus de dollor xebrámunus d'el chau d'echa galamiandu comu lus curzus metantu nus esfregámabus les endollories ñalgues ya tul chumbu, ‘l parexu qu'echa nus nomaba xinvergüencies, y'una riestra d'inxultus tan grandie comu ‘l mes de mayu. —Cundu ‘l atapecer la tardi chegamus a l’aldina, dibamus amamplenáus de miéu ya de vergüencia detrás de les nuexes vaques, nun iñurandu que ya la magotona de Xocorru hubiés cuntáu per toa l'aldea lu que fixéramus nel Fadiernu. —El goxetáu de miéu que chebábamus dientru ‘l nuexu curpu, féxuse nun esquirpiáu, cundu agüétchamus al pá de la Faela xentáu ‘l lláu del abrebadeiru del ganáu, conún manoxu d'ortiegues ente les sous manes aguardandu qu'echegáramus al cháu d'él, a mín que la esperencia m' hubiés adeprendíu fuyír de la queima endenantes qu'enría mín en fuéu se fixera, aconsexábame que me xebrara con priexa d'aquel pelligru que diba mugar d'nría ‘l miou curpu aquel manoxin d'ortiegues. Peru cundu agüétchei ‘l cháu migu con la mocheira baxa ya choramicandu a la probitina Faela, tristeyaoná, ya más avergüenciá qu’el mamplenéu de miéu que na sou entrana cheldar fixera, diximióxe l'arganá de fuxír, ya quedeime ‘l cháu de Faela, y'encuntes chegamus al frenti ‘l sou pá, ísti chebantouxe del abrebadeiru dóu taba 'xitiáu, coyume debaxu ‘l sou brazu como ‘l guaxe que yera, y'en xin ñecexidá de baxame ‘l calzonín perque teñía esgazá toa la culeira, quedandu les mious ñalguines al entestate, apurrióme conaquel fogueiróuxu manoxu d'ortiegues tal fatáu de manuxazus, qu'entabía ye ‘l die de güéi, que cundu m'alcuerdiu, fiervenme les ñalgues lu mesmu que se d'enría ‘l fuéu las punxeira. —Melgueira xuventú, lu más honréu ya guapu que naide mexor poder fixera, que naide vous arrapiegue la llibertá, lluchái per écha, peru faceilu con imaxinación, con la preparaxón que güéi tenedis, sen faer enxamás usu de la fuercia, perque per faer tal couxa, les oitres xuventúes que güéi son mauras ya viétchas, fixerun de Nuexa Patria, regueiráes de chárimes ya de xufriencias, cuandias per tous lus cháus corrumpinás de cadermus, que yeren nuexus pás, ya nuexus queríus hermenus, ya fixerun que miou xeneración, fora la más esgraciaína, de cuntas en tou ‘l mundiu ñacieran. ¡MELGUEIRA XUVENTU...! ¡Facéi ‘l futuru de la Nuexa Patria hermenéu ya felliz, pa que vous miren sen miéu ya con respeutu, les oitres xuventúes venideiras! «LA DULCE JUVENTUD» —Cuanto me recuerdo, cuanta añoranza siento yo ahora, que de mí se alejó ya para siempre, mi desgraciada, hambrienta, trabajada y prisionera juventud. Todas las cosas naturales que se hacen cuando uno es joven, me parece a mí que todas son buenas, si el joven que las hace es un muchacho como dios manda. —Me recuerdo añorando en lo más profundo a mi ya alejada juventud, y sonriéndome por lo bajo de mi primera cortejada. Era yo un mozalbete, casi un niño, pues puede que no tuviera una docena de años, sucedió por el mes de la hierba (Julio), estaba yo de Yerbeiru (criado contratado para el mes de la hierba) en el caserío de un amo que quiso prohijarme porque el pobre no tenia hijos y yo al parecer le interesaba. Pero mi madre le dijo, que más que ella tuviese que ir de rodillas pidiendo limosna hasta los mismísimos infiernos, ella no daba a nadie un hijo, que antes que nadie lo supiera, ella en su alma ya le hubiera querido. —El caso fue, que como el no estaba para andar a la hierba, porque andaba la niebla muy baja, y haciendo lágrimas dentro de una llovizna que todo lo ponía mojado, me mandó mi amo a cuidar las vacas al prado del Recogido que era el pasto comunal de todos los vecinos, allí también cuidando sus vacas estaba Rafaela, una mozalbeta de mejillas sonrojadas, con grandes rizos rubios y sin peinar, simple, natural y asalvajada lo mismo que yo lo era. —Empezamos a hablar muy juntos, y no de vacas ni de gallinas ni de nada que no fuese de nuestras íntimas cosas, y entre halagos de palabras, dentro de dulces falancias, encadenadas con miradas que agujereaban nuestros sentidos, estábamos haciendo tanto Rafaela como yo nuestra primer cortejada. —Así fue, que entre miradas y halagosas charlas, nos hicimos embrujados dentro de armoniosos juegos, y abrazados felices y gozosos rodando uno por encima del otro, apretados por pasión desenfrenada, natural y pura, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos dichosos haciéndonos el amor como si fuera la cosa más natural de la Creación. —Acostado encima de la Rafaela yo estaba tan contento como ella que estaba debajo, digo que así nos encontrábamos felices los dos, cuando Socorro que era una vaquerona soltera y ya madura de años, endemoniada de malos instintos y con una lengua más afilada que el aguijón de una aguijada que así llevaba entre sus manos, comenzó a sacudirnos fuertes palos por encima de nuestras nalgas, primero a mi que más a mano me tenía, y después a la pobrecita y santina de Rafaela, el caso fue, que nos levantamos con más prisa que la que lleva el relámpago, y pronunciando gritos de dolor nos alejamos del lado de ella corriendo como los corzos, mientras que nos rascábamos las doloridas nalgas y todo el cuerpo, al parejo que ella nos insultaba llamándonos sinvergüenzas, y todo un rosario de insultos tan grande como el mes de Mayo. —Cuando al oscurecer la tarde llegamos a la aldea, lo hacíamos llenos de miedo y de vergüenza detrás de nuestras vacas, no ignorando que ya la bruta de Socorro hubiera contado por la aldea lo que hubiéramos hecho en el Recogido. —El cesto de miedo que llevábamos en nuestro cuerpo, se hizo enormemente más grandioso, cuando vimos al padre de Rafaela sentado al lado del bebedero del ganado, con un fuerte manojo de ortigas entre sus manos, aguardando que llegásemos a su lado. A mi que la experiencia me había enseñado a huir de la quema antes que el fuego me prendiese, me aconsejaba que me marchase con prisa de aquel peligro, que iba a martirizar mi cuerpo con aquel manojo de ortigas. —Pero cuando vi a mi lado con la cabeza baja y desconsolada llorando a la pobrecita de Rafaela, hasta el fin entristecida y más avergonzada que el enorme miedo que en su entraña lugar hiciera, se me apagó la enorme gana que de huir tenía, y me quedé al lado de la santina Rafaela, y cuando llegamos frente de su padre, éste se levantó del bebedero donde estuviera en la espera, me cogió debajo de su brazo como al niño que era, y sin tener ninguna necesidad de bajarme el pantalón porque tenía rota toda la culera, estando mis nalgas al puro aire, pues me atizó con aquel fogueroso manojo de ortigas tal cantidad de manojazos, que todavía es el día de hoy, que cuando me recuerdo, me hierven las nalgas lo mismo que si encima de ellas el fuego pusieran. —Dulce juventud, lo más honrado y hermoso que nadie mejor poder hiciera, que nadie os robe la libertad, luchad siempre por ella; pero hacerlo con imaginación, usando la preparación cultural que hoy os acompaña sin hacer jamás uso de la fuerza, porque por hacer tal cosa, las otras juventudes que hoy son maduras o viejas, sembraron en Nuestra Patria ríos de lágrimas y de sufriencias, tumbas por todos los lados repletas de cadáveres, que eran nuestros padres y nuestros queridos hermanos, e hicieron que mis generaciones fueran las más desgraciadas de cuantas en el mundo nacieran. ¡Dulce Juventud... haced el futuro de Nuestra Patria hermanado y feliz, para que os miren sin miedo y con respeto, las otras juventudes venideras! —Y ahora díganme ustedes si en este suceso, no había unos duendecitos buenos y malos, que bien pudieran llamarse los Busdeigus o Busgóuxus.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > busgóuxu

  • 16 cuandia

    Cuandia, hoyo, poza, sepultura. Nagora perque paezme amindi qu'encalda nisti xeitu, vou falales you de la Cuandiona de lus Achuquináus d' Uviéu. (Ahora porque me parece a mí que cuadra en el sitio, yo les voy a hablar de la Tumba de los Asesinados en la ciudad de Oviedo). Tal paicía la cárxel d'Uvieu naquechus tempus d'achuquinamentus la mesma ufixina del diañu, tou lus xeítus qu'acorralaben ista teixá d'enfernal miéu, taben amamplenáus de miles de xentes, ya toes istis prexones qu'aguardaben que les dexaren agüétchar per trés les rexes de la cárxel a lus sous homes, fíus, hermenus ou toa clás de parentela, qu'arretrigáes ya ben cudiáes per el llátigu del sou hermenu venceor taben na pouxa de ser fartura pala Cadarma, ya fatáus d'echus, un noventa per centu per exemplu, nun s' abayaben en más dellitu, qu'el que puéa lleldase nus anxelinus nenus d'entamu. Guntuyes you, ya xín char más lleñe ‘l fuéu que lus caricotes que nel queimaben, que nun yeren oitres namái que l'inxusticia más gafa que dalgún home sou la Tierrina xemare. Fálules you, que toes les xentes qu'acorralaben la cárxel, namái que yeren muyeres, nenus ya viétchus, que chebaben plasmáu nel xemeyu del lus sous rostrus el miéu ya la l'axasperación que faíen allumbrar per las ñacencias de la llágrima, un dollor tan enfernal dou nun guañaba ‘l conxuelu. Alcuérdume qu'un paixanu comu d'unus xetenta ou más anus,enlloquecíu perque dientru de la cárxel tenía tres fíus arretrigáus, llanzu glayíus con fuercia falandu ¡VIVA LA REPUBLICA! ya nomándulus achuquinus ya baldrayus, nel escape chegarun dous guardies que lu llantarun con priexa na cárxel, aquecha mesma nuétche xuntu con lus sous fíus forun achuquináus na Cuandia del cadarmeiru d'Uviéu. Nista cuandia comunal tan encuandiaus faticáus de homes con menus dellitu que fexu ‘l paixanu que glayóu viva la república. Paeme amindi que lu que debemus de faer lus astures ye nun deximir istes couxes que fexerun lus nuexus antepaxáus, pa nun golguer nin per lu más xagráu lleldales nuexoítres, ya pa querenus, respetanus y'ayudanus comu lu que xemus, Ñobles ya Fidalgus hermenus. TRADUCCIÓN.—(Tal parecía la cárcel de Oviedo en aquellos tiempos de asesinamientos, la misma oficina del diablo, todos los lugares que cercaban esta casa de infernal miedo, estaban repletos de miles de gentes, y todas estas personas que aguardaban que se les dejase ver a sus seres queridos por detrás de las rejas de la cárcel, a sus maridos, a sus hijos hermanos y toda clase de parentela, que prisioneros y bien guardados por el látigo de su hermano el vencedor, que esperaban ser hartura para la Muerte, y muchos de ellos, un noventa por ciento por ejemplo, no se revolvían en más delito, que el que puedan tener los angelicales niños de pecho. Cuéntoles yo, y sin echar más leña al fuego que los tizones que en él quemaban, que no eran otros nada más, que la injusticia más envenenada que ningún hombre sobre la Tierrina sembrara. Dígoles yo que todas las gentes que cercaban la cárcel, nada más que eran mujeres, niños y viejos, que llevaban plasmado en el retrato de sus rostros, el miedo y la desesperación, que les hacía alumbrar por las nacencias de las lágrimas, un dolor tan infernal, que no tenía ningún consuelo. Me recuerdo que un paisano como de unos setenta o más años, enloquecido de dolor, rabia o lo que fuese, porque dentro de la cárcel tenía tres hijos prisioneros, lanzando gritos con fuerza decía... ¡Viva la República!, llamándoles asesinos y cobardes, en el momento llegaron dos guardias que le metieron con prisa en la cárcel, aquella misma noche junto con sus dos hijos, fueron asesinados en la Tumba Comunal del cementerio de Oviedo. Dentro de esta Fosa Comunal, están enterrados muchos hombres con menos delito que hizo aquel paisano que gritó viva la república. Me parece a mí, que lo que debíamos de hacer todos los astures, es no olvidar estas brutales cosas que hicieron nuestros antepasados, para no volver ni por lo más sagrado hacerlas nosotros nunca, y para querernos, respetarnos y ayudarnos como lo que somos, Nobles e Hidalgos hermanos).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > cuandia

  • 17 have

    (to have or keep (something) in case or until it is needed: If you go to America please keep some money in reserve for your fare home.) tener algo de reserva, guardar algo
    have vb
    1. tener
    do you have a video? ¿tienes vídeo?
    2. tomar
    3. haber
    have you read Don Quixote? ¿has leído Don Quijote?
    have you had your hair cut? ¿te has cortado el pelo?
    Esta construcción se emplea cuando no eres tú quien hace algo, sino que pagas a alguien para que te lo haga
    to have lunch almorzar / comer
    to have a swim bañarse / nadar
    tr[hæv]
    transitive verb (3rd pers pres sing has tr[hæz], pt & pp had tr[hæd], ger having)
    1 (posess) tener, poseer
    2 (food) comer, tomar; (drink) beber, tomar
    will you have a brandy? ¿quieres tomar un coñac?
    to have breakfast/lunch/tea/dinner desayunar/comer/merendar/cenar
    3 (cigarette) fumar
    how many cigarettes have you had today? ¿cuántos cigarros has fumado hoy?
    4 (shower, bath, etc) tomar
    when she got home she had a shower cuando llegó a casa se dio una ducha, cuando llegó a casa se duchó
    have you had a wash and a shave? ¿te has lavado y afeitado?
    5 (treatment) recibir
    6 (illness) tener
    7 (experience) tener
    I had a scare tuve un susto, me asusté
    have a good time! ¡divertíos!, ¡pasadlo bien!
    8 (receive, invite) recibir, invitar
    9 (borrow) pedir prestado, dejar
    can I have your book for a second, please? ¿me dejas tu libro un segundo, por favor?
    10 (party) celebrar, tener, dar; (meeting) celebrar, tener
    are you going to have a party for your birthday? ¿vas a hacer una fiesta para tu cumpleaños?
    11 (according to) según
    rumour has it that... corre el rumor de que...
    12 (baby) tener, dar a luz
    13 (cause to happen) hacer, mandar
    14 (allow) permitir, consentir
    15 familiar (cheat) timar
    if you paid £200 pounds for that you were had si has pagado doscientas libras por eso te han timado
    1 haber
    \
    SMALLIDIOMATIC EXPRESSION/SMALL
    had better más vale que
    have got SMALLBRITISH ENGLISH/SMALL tener
    to have done with acabar con
    to have had it (broken) estar hecho,-a polvo, estar fastidiado,-a 2 (in trouble) haberlo,-a cagado,-a 3 (finished) estar acabado,-a
    this radio's had it, I'll have to get a new one esta radio está en las últimas, tendré que comprar una nueva
    your dad's seen you, you've had it now! te ha visto tu padre, ¡la has cagado!
    if this scandal gets out he's had it as an MP si la gente se entera de este escándalo, se han acabado sus días de diputado
    to have it away / have it off taboo echar un polvo
    to have it in for somebody tenerla tomada con alguien
    to have it out with somebody ajustar las cuentas con alguien
    to have it over and done with acabar algo de una vez y para siempre
    to have just acabar de
    to have somebody over to one's house / have somebody round to one's house invitar a alguien a casa
    to have somebody up for something SMALLLAW/SMALL llevar a alguien ante los tribunales por algo, procesar a alguien por algo
    to have something on tener algo planeado, tener algo que hacer
    to have something on somebody tener información comprometedora sobre alguien, saber algo comprometedor acerca de alguien
    to have to tener que, haber de
    to have to do with tener que ver con
    have ['hæv,] in sense 3 as an auxiliary verb usu ['hæf] v, had ['hæd] ; having ; has ['hæz,] in sense 3 as an auxiliary verb usu ['hæs] vt
    1) possess: tener
    do you have change?: ¿tienes cambio?
    2) experience, undergo: tener, experimentar, sufrir
    I have a toothache: tengo un dolor de muelas
    3) include: tener, incluir
    April has 30 days: abril tiene 30 días
    4) consume: comer, tomar
    5) receive: tener, recibir
    he had my permission: tenía mi permiso
    6) allow: permitir, dejar
    I won't have it!: ¡no lo permitiré!
    7) hold: hacer
    to have a party: dar una fiesta
    to have a meeting: convocar una reunión
    8) hold: tener
    he had me in his power: me tenía en su poder
    9) bear: tener (niños)
    she had a dress made: mandó hacer un vestido
    to have one's hair cut: cortarse el pelo
    have v aux
    1) : haber
    she has been very busy: ha estado muy ocupada
    I've lived here three years: hace tres años que vivo aquí
    you've finished, haven't you?: ha terminado, ¿no?
    3)
    to have to : deber, tener que
    we have to leave: tenemos que salir
    have (sth.) coming
    expr.
    merecer v.
    have (sth.) in mind
    expr.
    tener algo en mente expr.
    v.
    (§ p.,p.p.: had) = contener v.
    (§pres: -tengo, -tienes...-tenemos) pret: -tuv-
    fut/c: -tendr-•)
    poseer v.
    tener v.
    (§pres: tengo, tienes...tenemos) pret: tuv-
    fut/c: tendr-•)
    v.
    haber v.
    (§pres: he, has...) subj: hay-
    pret: hub-
    fut/c: habr-•)
    hæv, weak forms həv, əv
    1.
    1) (3rd pers sing pres has; past & past p had) transitive verb
    2) ( possess) tener*

    I have o (esp BrE) I've got two cats — tengo dos gatos

    I don't have o (esp BrE) haven't got any money — no tengo dinero

    do you have a car? - no, I don't o (esp BrE) have you got a car? - no, I haven't — ¿tienes coche? - no (, no tengo)

    3) (hold, have at one's disposal) tener*

    look out, he's got a gun! — cuidado! tiene una pistola or está armado!

    how much money do you have o (esp BrE) have you got on you? — ¿cuánto dinero tienes or llevas encima?

    can I have a sheet of paper? — ¿me das una hoja de papel?

    may I have your name? — ¿me dice su nombre?

    could I have your Sales Department, please? — ( on phone) ¿me comunica or (Esp tb) me pone or (CS tb) me da con el departamento de ventas, por favor?

    I have it!, I've got it! — ya lo tengo!, ya está, ya está!

    all right: have it your own way! — está bien! haz lo que quieras!

    what have we here? — ¿y esto?

    to have something to + inf — tener* algo que + inf

    4)
    a) ( receive) \<\<letter/news\>\> tener*, recibir

    could we have some silence, please? — (hagan) silencio, por favor

    we have it on the best authority that... — sabemos de buena fuente que...

    rumoradition has it that... — corre el rumor de que.../según la tradición...

    to have had it — (colloq)

    to have it in for somebody — (colloq) tenerle* manía or tirria a alguien (fam)

    to let somebody have it — (sl) ( attack - physically) darle* su merecido a alguien; (- verbally) cantarle las cuarenta a alguien (fam), poner* a alguien verde (Esp fam)

    b) ( obtain) conseguir*

    they were the best/only seats to be had — eran los mejores/únicos asientos que había

    I'll have a kilo of tomatoes, please — ¿me da or (Esp) me pone un kilo de tomates, por favor?

    5) ( consume) \<\<steak/spaghetti\>\> comer, tomar (Esp); \<\<champagne/beer\>\> tomar

    to have something to eat/drink — comer/beber algo

    to have breakfast/dinner — desayunar/cenar, comer (AmL)

    to have lunch — almorzar* or (esp Esp, Méx) comer

    what are we having for dinner? — ¿qué hay de cena?

    we had too much to drinkbebimos or (AmL tb) tomamos demasiado

    6)
    a) (experience, undergo) \<\<accident\>\> tener*

    did you have good weather? — ¿te (or les etc) hizo buen tiempo?

    have a nice day!adiós! que le (or te etc) vaya bien!

    I had an injectionme pusieron or me dieron una inyección

    he had a heart transplant/an X ray — le hicieron un trasplante de corazón/una radiografía

    b) ( organize) \<\<party\>\> hacer*, dar*
    c) ( suffer from) \<\<cancer/diabetes/flu\>\> tener*

    to have a cold — estar* resfriado

    he's got a headache/sore throat — le duele la cabeza/la garganta, tiene dolor de cabeza/garganta

    7) ( look after) tener*
    8) ( give birth to) \<\<baby\>\> tener*
    9) (colloq)
    a) (catch, get the better of)

    they almost had him, but he managed to escape — casi lo agarran or atrapan, pero logró escaparse

    b) ( swindle) timar; ( dupe) engañar

    you've been had!te han timado or engañado!

    10) (causative use)

    he had them all laughing/in tears — los hizo reír/llorar a todos

    to have somebody + INF: I'll have her call you back as soon as she arrives le diré or pediré que lo llame en cuanto llegue; I'll have you know, young man, that I... para que sepa, jovencito, yo...; to have something + PAST P: we had it repaired lo hicimos arreglar, lo mandamos (a) arreglar (AmL); to have one's hair cut — cortarse el pelo

    to have something + INF/+ PAST P: I've had three lambs die this week se me han muerto tres corderos esta semana; he had his bicycle stolen — le robaron la bicicleta

    12)
    a) ( allow) (with neg) tolerar, consentir*
    b) (accept, believe) aceptar, creer*
    13) (indicating state, position) tener*

    you have o (BrE) you've got your belt twisted — tienes el cinturón torcido


    2.
    1) v aux
    2) (used to form perfect tenses) haber*

    I have/had seen her — la he/había visto

    I have/had just seen her — la acabo/acababa de ver, recién la vi/la había visto (AmL)

    have you been waiting long? — ¿hace mucho que esperas?, ¿llevas mucho rato esperando?

    you have been busy — cómo has trabajado!

    had I known that o if I'd known that... — si hubiera sabido que..., de haber sabido que...

    when he had finished, she... — cuando terminó or (liter) cuando hubo terminado, ella...

    3)
    a) ( in tags)

    you've been told, haven't you? — te lo han dicho ¿no? or ¿no es cierto? or ¿no es verdad?

    you haven't lost the key, have you? — no habrás perdido la llave...!

    you may have forgiven him, but I haven't — puede que tú lo hayas perdonado, pero yo no

    you've forgotten something - have I? — te has olvidado de algo - ¿sí?

    I've told her - you haven't! — se lo he dicho - no! ¿en serio?

    to have to + inf — tener* que + inf

    I have o I've got to admit that... — tengo que reconocer que...

    you don't have to be an expert to realize thatno hay que or no se necesita ser un experto para darse cuenta de eso

    to have to + inf — tener* que + inf

    you have to o you've got to be kidding! — lo dices en broma or en chiste!

    Phrasal Verbs:
    [hæv] ( 3rd pers sing present has) (pt, pp had) When have is part of a set combination, eg have a look, have a good time, have breakfast, had better, look up the other word. For have + adverb/preposition combinations, see also the phrasal verb section of this entry.
    1. TRANSITIVE VERB
    1) (=possess) tener

    he's got or he has blue eyes — tiene los ojos azules

    have you got or do you have 10p? — ¿tienes diez peniques?

    have you got or do you have any brothers or sisters? — ¿tienes hermanos?

    he hasn't got or he doesn't have any friends — no tiene amigos

    I've got or I have a friend staying next week — tengo a un amigo en casa la semana que viene

    I've got or I have an idea — tengo una idea

    Don't translate the [a] in sentences like [has he got a girlfriend?], [I haven't got a washing-machine] if the number of such items is not significant since people normally only have one at a time:

    has he got a girlfriend? — ¿tiene novia?

    Do translate the [a] if the person or thing is qualified:

    all or everything I have is yours — todo lo que tengo es tuyo

    you must give it all or everything you have — tienes que emplearte a fondo

    you must put all or everything you have into it — tienes que emplearte a fondo

    can I have a pencil please? — ¿me puedes dar un lápiz, por favor?

    the book has no name on it — el libro no lleva or tiene el nombre del dueño

    I've got or I have no Spanish — no sé español

    to have something to do — tener algo que hacer

    I've got or I have nothing to do — no tengo nada que hacer

    haven't you got anything to do? — ¿no tienes nada que hacer?

    hello, what have we here? — vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?

    handy, ready 1., 1), a)
    2) (=eat, drink) tomar

    what are we having for lunch? — ¿que vamos a comer?

    to have something to eat/drink — comer/beber algo, tomar algo

    what will you have? — ¿qué quieres tomar?, ¿qué vas a tomar?

    will you have some more? — ¿te sirvo más?

    3) (=receive) recibir

    you can have my ticket — puedes quedarte con mi billete

    we had some help from the government — recibimos ayuda del gobierno

    I had a letter from John — tuve carta de Juan, recibí una carta de Juan

    I must have them by this afternoon — necesito tenerlos para esta tarde

    to have no newsno tener noticias

    they had a lot of wedding presentsrecibieron or les hicieron muchos regalos de boda

    we had a lot of visitors (at home) tuvimos muchas visitas; (at exhibition etc) tuvimos muchos visitantes

    4) (=obtain)

    they can be had for as little as £10 each — pueden conseguirse por tan solo 10 libras

    there was no bread to be had — no quedaba pan en ningún sitio, no podía conseguirse pan en ningún sitio

    5) (=take)

    I'll have a dozen eggs, please — ¿me pones una docena de huevos, por favor?

    which one will you have? — ¿cuál quiere?

    can I have your name please? — ¿me da su nombre, por favor?

    you can have it or I'll let you have it for £10 — te lo dejo en 10 libras, te lo puedes llevar por 10 libras, te lo vendo por 10 libras

    6) (=give birth to) [+ baby, kittens] tener

    what did she have? — ¿qué ha tenido?

    7) (=hold, catch) tener

    he had him by the throat — lo tenía agarrado por la garganta

    I have it on good authority that... — me consta que..., sé a ciencia cierta que..., sé de buena tinta que... *

    I've got it! — ¡ya!

    you have me there, there you have me — ahí sí que me has pillado *

    8) (=allow) consentir, tolerar

    we can't have that — eso no se puede consentir

    I won't have this nonsense — no voy a consentir or tolerar estas tonterías

    she won't have it said that... — no consiente or tolera que digan que...

    9) (=spend) pasar

    to have a pleasant afternoon/evening — pasar una tarde agradable

    have a nice day! — ¡que pases un buen día!

    what sort of day have you had? — ¿qué tal día has tenido?

    can I have Personnel please? — ¿me puede poner con Personal, por favor?

    11) * (=have sex with) acostarse con
    12) (=make)
    to have sth done hacer que se haga algo, mandar hacer algo to have sb do sth mandar a algn hacer algo

    he had me do it again — me hizo hacerlo otra vez, me hizo que lo hiciese otra vez

    what would you have me do? ¿qué quiere que haga?

    I'll have you know that... — quiero que sepas que...

    to have sth happen to have sb doing sth

    she soon had them all reading and writing(=organized them) enseguida los puso a leer y a escribir; (=taught them) enseguida les habían enseñado a leer y a escribir

    to have sth against sb/sth tener algo en contra de algn/algo to have had it

    you've had it now! he knows all about it * — ¡ahora sí que te la has cargado! se ha enterado de todo

    I've had it up to here with his nonsense *estoy hasta la coronilla or hasta el moño de sus tonterías *

    to have it that

    rumour has it that... — corre la voz de que...

    to be had

    you've been had! * — ¡te han engañado!

    to have to do with tener que ver con

    that's got or that has nothing to do with it! — ¡eso no tiene nada que ver!

    to let sb have sth (=give) dar algo a algn; (=lend) dejar algo a algn, prestar algo a algn

    let him have it! * — ¡dale!

    what have you

    ... and what have you —... y qué sé yo qué más

    would have it

    as ill-luck or fate would have it — desgraciadamente

    luck
    2. AUXILIARY VERB

    has he gone? — ¿se ha ido?

    hasn't he told you? — ¿no te lo ha dicho?

    had you phoned me frm or if you had phoned me I would have come round — si me hubieras llamado habría venido

    never having seen it before, I... — como no lo había visto antes,...

    having finished or when he had finished, he left — cuando terminó or cuando hubo terminado, se fue

    just I, 1., 3)
    See:
    SINCE in since
    a)

    "he's already eaten" - "so have I" — -él ya ha comido -yo también

    "we haven't had any news yet" - "neither have we" — -no hemos tenido noticias todavía -nosotros tampoco

    "you've made a mistake" - "no I haven't!" — -has cometido un error -no es verdad or cierto

    "we haven't paid" - "yes we have!" — -no hemos pagado -¡qué sí!

    "he's got a new job" - "oh has he?" — -tiene un trabajo nuevo -¿ah, sí?

    "you've written it twice" - "so I have!" — -lo has escrito dos veces -es verdad or cierto

    "have you read the book?" - "yes, I have" — -¿has leído el libro? -sí

    "has he told you?" - "no, he hasn't" — -¿te lo ha dicho? -no

    he hasn't done it, has he? — no lo ha hecho, ¿verdad?

    you've done it, haven't you? — lo has hecho, ¿verdad? or ¿no?

    you've all been there before, but I haven't — vosotros habéis estado allí antes, pero yo no

    he has never met her, but I have — él no la ha llegado a conocer, pero yo sí

    have you ever been there? if you have... — ¿has estado alguna vez allí? si es así...

    have you tried it? if you haven't... — ¿lo has probado? (porque) si no...

    so I, 1., nor
    3.
    MODAL VERB (=be obliged)

    I've got to or I have to finish this work — tengo que terminar este trabajo

    have we got to or do we have to leave early? — ¿tenemos que salir temprano?

    I haven't got to or I don't have to wear glasses — no necesito (usar) gafas

    do you have to make such a noise? — ¿tienes que hacer tanto ruido?

    you didn't have to tell her! — ¡no tenías por qué decírselo!

    does it have to be ironed? — ¿hay que plancharlo?

    * * *
    [hæv], weak forms [həv, əv]
    1.
    1) (3rd pers sing pres has; past & past p had) transitive verb
    2) ( possess) tener*

    I have o (esp BrE) I've got two cats — tengo dos gatos

    I don't have o (esp BrE) haven't got any money — no tengo dinero

    do you have a car? - no, I don't o (esp BrE) have you got a car? - no, I haven't — ¿tienes coche? - no (, no tengo)

    3) (hold, have at one's disposal) tener*

    look out, he's got a gun! — cuidado! tiene una pistola or está armado!

    how much money do you have o (esp BrE) have you got on you? — ¿cuánto dinero tienes or llevas encima?

    can I have a sheet of paper? — ¿me das una hoja de papel?

    may I have your name? — ¿me dice su nombre?

    could I have your Sales Department, please? — ( on phone) ¿me comunica or (Esp tb) me pone or (CS tb) me da con el departamento de ventas, por favor?

    I have it!, I've got it! — ya lo tengo!, ya está, ya está!

    all right: have it your own way! — está bien! haz lo que quieras!

    what have we here? — ¿y esto?

    to have something to + inf — tener* algo que + inf

    4)
    a) ( receive) \<\<letter/news\>\> tener*, recibir

    could we have some silence, please? — (hagan) silencio, por favor

    we have it on the best authority that... — sabemos de buena fuente que...

    rumor/tradition has it that... — corre el rumor de que.../según la tradición...

    to have had it — (colloq)

    to have it in for somebody — (colloq) tenerle* manía or tirria a alguien (fam)

    to let somebody have it — (sl) ( attack - physically) darle* su merecido a alguien; (- verbally) cantarle las cuarenta a alguien (fam), poner* a alguien verde (Esp fam)

    b) ( obtain) conseguir*

    they were the best/only seats to be had — eran los mejores/únicos asientos que había

    I'll have a kilo of tomatoes, please — ¿me da or (Esp) me pone un kilo de tomates, por favor?

    5) ( consume) \<\<steak/spaghetti\>\> comer, tomar (Esp); \<\<champagne/beer\>\> tomar

    to have something to eat/drink — comer/beber algo

    to have breakfast/dinner — desayunar/cenar, comer (AmL)

    to have lunch — almorzar* or (esp Esp, Méx) comer

    what are we having for dinner? — ¿qué hay de cena?

    we had too much to drinkbebimos or (AmL tb) tomamos demasiado

    6)
    a) (experience, undergo) \<\<accident\>\> tener*

    did you have good weather? — ¿te (or les etc) hizo buen tiempo?

    have a nice day!adiós! que le (or te etc) vaya bien!

    I had an injectionme pusieron or me dieron una inyección

    he had a heart transplant/an X ray — le hicieron un trasplante de corazón/una radiografía

    b) ( organize) \<\<party\>\> hacer*, dar*
    c) ( suffer from) \<\<cancer/diabetes/flu\>\> tener*

    to have a cold — estar* resfriado

    he's got a headache/sore throat — le duele la cabeza/la garganta, tiene dolor de cabeza/garganta

    7) ( look after) tener*
    8) ( give birth to) \<\<baby\>\> tener*
    9) (colloq)
    a) (catch, get the better of)

    they almost had him, but he managed to escape — casi lo agarran or atrapan, pero logró escaparse

    b) ( swindle) timar; ( dupe) engañar

    you've been had!te han timado or engañado!

    10) (causative use)

    he had them all laughing/in tears — los hizo reír/llorar a todos

    to have somebody + INF: I'll have her call you back as soon as she arrives le diré or pediré que lo llame en cuanto llegue; I'll have you know, young man, that I... para que sepa, jovencito, yo...; to have something + PAST P: we had it repaired lo hicimos arreglar, lo mandamos (a) arreglar (AmL); to have one's hair cut — cortarse el pelo

    to have something + INF/+ PAST P: I've had three lambs die this week se me han muerto tres corderos esta semana; he had his bicycle stolen — le robaron la bicicleta

    12)
    a) ( allow) (with neg) tolerar, consentir*
    b) (accept, believe) aceptar, creer*
    13) (indicating state, position) tener*

    you have o (BrE) you've got your belt twisted — tienes el cinturón torcido


    2.
    1) v aux
    2) (used to form perfect tenses) haber*

    I have/had seen her — la he/había visto

    I have/had just seen her — la acabo/acababa de ver, recién la vi/la había visto (AmL)

    have you been waiting long? — ¿hace mucho que esperas?, ¿llevas mucho rato esperando?

    you have been busy — cómo has trabajado!

    had I known that o if I'd known that... — si hubiera sabido que..., de haber sabido que...

    when he had finished, she... — cuando terminó or (liter) cuando hubo terminado, ella...

    3)
    a) ( in tags)

    you've been told, haven't you? — te lo han dicho ¿no? or ¿no es cierto? or ¿no es verdad?

    you haven't lost the key, have you? — no habrás perdido la llave...!

    you may have forgiven him, but I haven't — puede que tú lo hayas perdonado, pero yo no

    you've forgotten something - have I? — te has olvidado de algo - ¿sí?

    I've told her - you haven't! — se lo he dicho - no! ¿en serio?

    to have to + inf — tener* que + inf

    I have o I've got to admit that... — tengo que reconocer que...

    you don't have to be an expert to realize thatno hay que or no se necesita ser un experto para darse cuenta de eso

    to have to + inf — tener* que + inf

    you have to o you've got to be kidding! — lo dices en broma or en chiste!

    Phrasal Verbs:

    English-spanish dictionary > have

  • 18 hermano

    Del verbo hermanar: ( conjugate hermanar) \ \
    hermano es: \ \
    1ª persona singular (yo) presente indicativo

    hermanó es: \ \
    3ª persona singular (él/ella/usted) pretérito indicativo
    Multiple Entries: hermanar     hermano
    hermanar ( conjugate hermanar) verbo transitivo
    a) (en sentimiento, propósito) to unite
    b) ciudades to twin
    c) calcetines to match up, put … in pairs;
    fichas/naipes to match up
    hermano
    ◊ -na
    ■ sustantivo masculino, femenino 1 ( pariente) (m) brother; (f) sister; ( varones y mujeres) my brothers and sisters;
    hermano gemelo/hermana gemela twin brother/twin sister;
    hermano político/hermana política brother-in-law/sister-in-law 2 ( como apelativo) (Col, Per, Ven fam) buddy (AmE colloq), mate (BrE colloq) 3
    a) ( religioso) (m) brother;
    (f) sister
    b) ( prójimo) (m) brother;
    (f) sister 4 (de guante, calcetín) pair ■ adjetivo ‹ buque sister ( before n); ‹ ciudades twin ( before n)
    hermanar verbo transitivo
    1 (sentimientos, objetos) to unite, combine
    2 (personas) to unite spiritually (ciudades) to twin
    hermano sustantivo masculino
    1 brother
    primo hermano, first cousin
    2 Rel (fraile) brother Recuerda que el plural de brother se refiere únicamente al sexo masculino. Por tanto, la pregunta ¿cuántos hermanos tienes (ellos y ellas)? debe traducirse por how many brothers and sisters do you have?
    ' hermano' also found in these entries: Spanish: A - abismo - aburrida - aburrido - comparar - confundir - cuidar - dedo - definitivamente - distinguir - emocionada - emocionado - faltar - hermana - impertinencia - indisponer - jeta - jura - mediana - mediano - necia - necio - ninguna - ninguno - obra - palidecer - palillo - palo - puñetera - puñetero - referirse - salir - sosaina - suya - suyo - tan - contrario - copiar - harto - igual - malo - parecido - pequeño - primo - quien - recordar - saludar - superar - tranquilo English: A - as - brother - bump into - cast-offs - confuse - correspond - cousin - disapprove - from - he - liberty - meet - patch - pretext - sibling - twin brother - along - big - close - half - young

    English-spanish dictionary > hermano

  • 19 Tashlin, Frank

    1913-1972
       Despues de salir de la escuela, a los trece anos, va de trabajo en trabajo hasta que en 1930 se establece dentro del cine de animacion. En el permanece hasta 1944, en que pasa a ser escritor de gags para, entre otros, los Hermanos Marx y Lucille Ball. Como guionista, escribe peliculas para Bob Hope y tambien para Red Skelton, comicos muy populares en los anos 40. En 1952, con The First Time, tiene ocasion de dirigir, por primera vez, una pelicula con actores de carne y hueso. El hijo de Rostro Palido es su segunda pelicula. Indiscutible rey de la comedia comica de los anos 50, Frank Tashlin, con toda probabilidad, es el responsable de la posterior carrera en solitario, como actor y tambien como director, de Jerry Lewis, a quien dirigio en pareja con Dean Martin. Tambien Bob Hope, Tom Ewell, Jayne Mansfield y Doris Day figuran entre su elenco de actores. Inevitablemente, su unica incursion en el western tiene un tono claramente parodico. En 1965, con Detective con rubia (The Alphabet Mur ders), basada en la novela de Agatha Christie, con Tony Randall en el papel de Hercule Poirot, aborda el genero criminal, de nuevo en tono de comedia.
        Son of Paleface (El hijo de rostro palido). 1952. 95 minutos. Technicolor. Paramount. Bob Hope, Jane Russell, Roy Rogers, Bill Williams.

    English-Spanish dictionary of western films > Tashlin, Frank

  • 20 esmandiagar

    Esmandiagar, no saber mandar, decir gora una cosa, gora la oitra, estar liado y liar a los demás. —Lus xenerales esmandiagones xon xenerales d'esbandiada. (Los generales que no saben mandar son generales que saben correr). —Cundu la guerra d'España, xin lu "roxus” viexen teníu 'n xeneral comu lu fói 'l xeneral Francu, nun viexen perdíu l'engarradiétcha, manque tous lus exércitus del mundiu llucharen escontra d'échus”. —Peru mious hermenus lus roxus nun teñíen namái qu'esmandiaganes, per ístu lus condenáus xupierun espatuxar con aburiante priexa, dexándunus a tous lus de les esquerdas tiráus comu se fóramus murgazu de queima. E you entendu, queru falar qu'envidayu, que lus xefes que nun xapien morrer per una idega, ya fuyen lus primeirus cundu 'l amagüestu namái que lus callentra, prezme amindi que son tan eñemigus d'un comu 'l mesmu venceor que t'arretriga, t'achuguina ya t'arrapiega. TRADUCCIÓN.—Cuando la Guerra de España, si los rojos hubiesen tenido un general como lo fue el general Franco, no hubiesen perdido la Guerra, aunque todos los ejércitos del mundo lucharan en contra de ellos. Pero mis hermanos los rojos, no tenían nada más que políticos y jefes que ni sabían mandar, ni menos luchar, por esta razón los condenados, supieron huir con encendida prisa, dejándonos a todos los de las izquierdas, tirados como si fuésemos brezo de quema. —Yo entiendo, quiero decir que pienso, que los políticos y jefes que no saben luchar hasta morir por la idea que ellos crearon, y huyen los primeros cuando el fuego aún nada más que los calienta, me parece a mí, que son tan enemigos de uno, como el mismo vencedor, que te encarcela, te asesina y te expolia y roba.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > esmandiagar

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